En la trama de pequeñas y medianas empresas que logran atravesar el mercado interno y llegan a exportar se suelen encontrar casos que llaman la atención por diferentes motivos. Algunos, debido a los productos que fabrican; otros, por los caminos mediantes los cuales llegan al exterior, o por la importancia de los negocios que tienen entre mano. El de Cerámica Artesanal Zenavilla es uno de esos casos. Especializada en artículos de decoración, uno de sus productos estrella realizados en arcilla y pintados a mano es el pesebre que recrea aspectos de la cultura andina.
Las imágenes, que nacen de una pequeña fábrica de la ciudad de Salta, se están exhibiendo en la "Muestra de 100 pesebres del mundo", patrocinada entre otros, por la Conferencia Episcopal Italiana.
La exposición comenzó el 27 de noviembre último en Roma, Italia, y se extenderá hasta el 6 de enero próximo. Con esta participación, Zenavilla está afianzando su imagen en los mercados externos, un trabajo que comenzó a gestar por los años 90.
Tras recordar los inicios de su actividad comercial, Carlos Zenavilla contó que fueron las privatizaciones las que lo empujaron a Buenos Aires y a pensar en ampliar sus mercados. "En Salta vendía los productos que fabricaba en casas de artesanías de la ciudad, pero también muchas de las ventas las hacía en General Mosconi o Palpalá, localidades que tenían un gran movimiento económico ligado a las empresas de la zona. Pero luego, empezaron las privatizaciones y se fue muriendo el mercado interno. Ahí tuve una intuición y me vine a Buenos Aires. Contraté gente para la fábrica de Salta y aquí me fui especializando en la parte comercial y de marketing", recordó.
Desde entonces, Zenavilla va repartiéndose entra Salta y Buenos Aires y sigue armando nuevos negocios a todo pulmón. "Cuando llegué no tenía nada. Recuerdo que en el 95 -agregó- le dejé en consignación 86 pesebres a un local de artesanías de las Galerías Pacífico y a la dueña le dije casi sin querer "si los vendés me sacás un pasaje a España". Al tiempo, la mujer me llamó y me dió el pasaje. Yo no lo podía creer. Así, viajé a Madrid y a Italia y estudié las posibilidades de esos mercados".
Hoy, en torno de su fábrica trabajan cerca de 50 personas que varias horas al día pintan una a una cada pieza que sale del horno. Por horneada se hacen 1500 piezas, muchas de ellas son collas y animales que conforman los pesebres, pero también hay otros productos como duendes, ranas y adornos. Por otra parte, para poder responder a la importante demanda de artículos autóctonos que domina el mercado interno por estos días, como consecuencia del aumento de los turistas internacionales, amplió su oferta con artesanías de palo santo que les compra a artesanos wichi y con piezas de alpaca.
Para esta pyme el próximo año parece promisiorio: la firma está en tratativas para vender sus pesebres en la tienda El Corte Inglés, en España, y así poner un pie definitivo en Europa.
Por Sandra Califano
Fuente Diario La Nación