La Cooperativa Agrícola Ganadera de Arroyo Cabral podría cerrar en los próximos días una operación de comercio exterior con Canadá y Estados Unidos que le permitirá duplicar sus exportaciones de quesos. El volumen actual de 25 mil kilos mensuales de queso duro que se envían al mercado estadounidense se incrementaría a 50 mil kilos, cuando finalicen las negociaciones con importadores de aquel país, y de queso barra y dulce de leche para los canadienses. “Hace un año y medio que estamos exportando a Estados Unidos y la experiencia es muy buena. El volumen actual es de 25 mil kilos por mes, que podría irse a 50 mil cuando se cierren los contactos que estamos manteniendo con importadores en aquel país y Canadá”, aseguró a La Voz del Campo, José Bono, presidente de la cooperativa ubicada en pleno corazón de la cuenca lechera del departamento San Martín.
La cooperativa, conformada por 75 tamberos asociados que proveen 120 mil litros diarios de leche, también tiene avanzada la venta de un dulce de leche para la fabricación de helados en Canadá. Dinamarca y otros países de Europa figuran también en carpeta como posibles destinos para su línea de 24 productos, donde se destacan sus líneas de quesos duros, semiduros, blandos y reelaborados (quesos fundidos).
Con una facturación de cuatro millones de pesos mensuales, la entidad tiene en las exportaciones al 10 por ciento de los ingresos y espera incrementarlos para el próximo ejercicio.
“Este año esperamos crecer un 15 por ciento más”, explicó Raúl Vincenti, gerente del área láctea de la cooperativa.
A través del tercer importador estadounidense de quesos, sus productos de la línea dura, reggianito, goya y sardo –perfeccionados hace siete años por un técnico suizo contratado exclusivamente–, llegan al mercado norteamericano a través de cadenas de supermercados. La continuidad, calidad y el cumplimiento de las exigencias impuestas por los compradores conforman el menú de razones para el éxito del negocio.
“Para nosotros ha sido una excelente oportunidad, no sólo desde el punto de vista económico sino estratégico. El comercio exterior es la alternativa que tiene la lechería para evacuar su excedentes, hacerla competitiva, y generar más puestos de trabajo”, comentó Bono.
De lo micro a lo macro
Bajo el concepto con el que hoy se emprenden muchos agronegocios –tener una industria propia, hacer productos diferenciales y ganarse un lugar en el mercado–, la cooperativa empezó a funcionar hace 56 años. Esta idea, que nació con 150 litros de leche por día, y que en principio, reunió a un pequeño grupo de tamberos de la localidad de Arroyo Cabral interesados en la elaboración de quesos, se fue consolidando con el tiempo. Siempre amparada bajo los preceptos del movimiento cooperativo, y enclavada en una zona de producción mixta, la empresa le fue dando forma a su estructura actual e incorporando nuevos socios. A la industria quesera, considerada el corazón del negocio, le anexó el acopio de granos, la industrialización del maní, el abastecimiento de combustible y la venta de comestibles.
Pero su desandar no fue sencillo. La crisis que soportó la producción de leche hace dos años dejó a la mitad de sus tamberos asociados en el camino. “De 150 tambos que nos entregaban materia prima, nos quedamos con 75. Los costos y el avance de la soja los hizo alejarse de la actividad”, admitió Bono, quien desde su establecimiento ubicado sobre la ruta 158 y próximo a Arroyo Cabral, le entrega a la cooperativa 1.500 litros diarios de leche.
A pesar de la pérdida de productores, el volumen de industrialización no cayó. “Los que quedaron se hicieron más eficientes y se incorporaron algunos tambos grandes, que superan los cinco mil litros de leche diarios. Hoy estamos con un promedio de entrega por establecimiento de 1.500 litros diarios”, destacó el presidente.
Recientemente se acaba de sumar a la cooperativa un tambo de Carnerillo (departamento Juárez Celman) con siete mil litros diarios. “Queremos ampliar la exportación y para eso necesitamos más leche”, admitió el productor.
Atrás quedaron las dificultades financieras que provocó hace algunos años la toma de un crédito de tres millones de dólares en el Banco Provincia para la construcción de la planta de maní.
“Hoy está pagado. Como cayó la siembra de maní, hoy no tenemos el acopio que teníamos antes, pero le sacamos provecho con el reelaborando. Hoy vendemos maní confitería que nos proveen nuestros propios socios o que compramos a terceros, a Australia, Italia y Alemania. Va en bolsa de 50 kilos”, sostuvo el directivo.
Política de precios
La cooperativa está pagando 47 centavos por litro de leche a los productores, con una política de bonificación que tiene la característica de un plan de ahorro.
“El socio recibe una bonificación de 1,5 centavo por litro de leche que se paga entre los meses de marzo o abril, con semilla de alfalfa”, precisó Bono. Un productor de leche que entrega mil litros diarios tiene a su favor un crédito de alrededor de siete mil pesos. Si bien el productor puede optar por retirar el efectivo o recibir el valor en semillas, la mayoría opta por la segunda opción.
Estrategia exportadora
Dos plantas, una ubicada en la localidad sede de la cooperativa y otra en La Palestina, se reparten la elaboración de sus productos lácteos con las marcas comerciales Estilo Real y Arroyo Cabral.
El nicho de la exportación demanda una planificación permanente de la producción y genera altos costos financieros.
La estacionalidad que requieren los quesos duros para su maduración (el reggianIto, seis meses, y el sardo y goya cuatro meses), y la necesidad de asumir los compromisos mensuales, obliga a ser muy precisos con los tiempos y los volúmenes de producción. Una cámara con capacidad para 125 toneladas de queso es la encargada de mantener el stock suficiente.
Con un precio de 3,40 dólares por kilo de queso puesto en puerto, la exportación redondea un negocio rentable y de cobranza segura.
A pesar de la retención del cinco por ciento que pesa sobre la exportación de quesos, el reintegro del seis por ciento que reciben los envíos, no sólo compensa la incidencia del tributo sino que genera un pequeño estímulo a favor. “El Estado devuelve el reintegro a los 60 días. El requisito que exige es estar al día con la DGI”, destacó Vincenti.
Escala artesanal
Si bien sus quesos duros son valorados ya en algunas mesas del mundo, su queso con “ojos” guarda una excelente reputación en el mercado interno. Elaborado en forma artesanal en el establecimiento de La Palestina, el producto se lleva el 25 por ciento de la leche total que recibe la cooperativa. “Es un queso que se vende solo”, graficó Bono. Su receta es un secreto que sólo se transmite entre los maestros queseros desde hace décadas. Para su elaboración se destinan los mejores tambos, con menor recuento de células somáticas y gérmenes.
“Nuestros técnicos están muy encima de los tambos para que se cumplan con todos los requisitos que demanda el queso”, apuntó Vincenti.
Su particularidad –los “agujeros” que se forman dentro de la horma– se termina de lograr en la cámara de almacenaje de la planta de Arroyo Cabral, donde se estaciona a temperatura moderada. Por el momento, esta variedad de queso no va a la exportación, pero disfruta de una buena penetración en los mercados de nueve provincias argentinas.
Por Alejandro Rollán
Fuente Diario La Voz del Interior