Tecnología y devaluación, claves del despegue.
“A pesar de que las empresas del rubro exportábamos poco y nada,
durante la década anterior nos pudimos equipar muy bien, por lo que ahora nos
estamos posicionando rápidamente en términos competitivos en el exterior”,
explicó Oscar Frezzi, responsable de una Pyme que ya vende pasas de uva a
mercados tan exigentes como Inglaterra, Holanda y Alemania.
Por otro
lado, la agroindustria argentina está muy bien catalogada en todo el mundo dadas las
excelentes ventajas comparativas que tiene el territorio como productor de alimentos.
Ese es el caso, por ejemplo, de la producción cárnica, sector que ni
bien despuntó la devaluación monetaria comenzó a moverse con intensidad.
“Había muchas plantas frigoríficas que a pesar de estar preparadas para vender
al exterior, hasta enero último sólo despachaban a nivel interno. Pero ahora, casi todas
tienen uno que otro contrato con el exterior”, señaló Jorge Marcotegui,
presidente de la Asociación de Frigoríficos de Córdoba (Afic).
Muchas
empresas hace años que vienen desarrollando distintos procesos internacionales de
certificación de calidad de su producción, hecho que les ha valido un importante
reconocimiento a nivel mundial.
“Ahora que estamos muy
competitivos en términos de precio, muchos países nos tienen en la mira como
potenciales exportadores por la alta calidad que podemos ofrecer”, afirmó en
ese sentido Pablo Las Heras, socio gerente de Jumalá, empresario riocuartense que ya
ha hecho pie en varios países del Mercosur.
Asimismo, un puñado
importante de empresas agroalimenticias viene desde hace tiempo incursionando en
procesos orgánicos de producción, un valor comercial cada día más preciado en los
esquivos mercados de la Comunidad Europea y en los Estados Unidos.
La devaluación de la moneda nacional está permitiendo, incluso, pensar en
despachos internacionales de productos que hasta hace poco tiempo apenas si
circulaban por góndolas locales.
Es el caso, en Córdoba, de la cría de
caracoles para el consumo humano, actividad que prevé comenzar a exportar su
producción a comienzos del próximo año.
- Poco a poco
A pesar de los halagüeños resultados externos, los propios empresarios
piden mesura a la hora de realizar pronósticos demasiado optimistas de cara al
futuro.
“El problema no pasa por exportar ya mismo. Ahora es
el momento óptimo para entrar y hacerse conocer en el mundo”, expresó Carlos
Kesman, especialista en comercio internacional.
Según el consultor,
“las empresas tienen que organizarse con un plan de negocios integral, de
mediano y largo plazo, que les permita posicionarse en el mercado
externo”.
Venderle agroalimentos al mundo no es soplar y
hacer botellas. Las mayoría de las empresas que exhiben experiencias internacionales
exitosas aseguran que desde que se establece el primer contacto con los compradores,
hasta que se concreta la primera venta, pueden pasar entre seis meses y un
año.
Mientras tanto, es necesario pasar por un largo proceso de
conocimiento mutuo entre vendedores y compradores, que incluye envío de catálogos
y muestras, viajes de presentación de ejecutivos, visitas de los importadores a las
plantas locales, y comprobación de avales financieros.
Los
especialistas estiman que una empresa con propósitos exportadores debe invertir cerca
del cinco por ciento de su facturación total para cubrir gastos de gestión relacionados
a la apertura de nuevos mercados.
Asimismo, la venta internacional
de productos alimenticios choca, muy a menudo, con múltiples barreras
paraarancelarias dispuestas por los países de destino. La mayoría de esas limitaciones
se relacionan con exigencias a nivel sanitario que las empresas deben cumplimentar
para poder colocar sus productos.
“Exportar agroalimentos no
es lo mismo que exportar commodities agrícolas. Es necesario adaptar el producto que
uno vende a las necesidades y gustos de cada uno de los países en los que se
realizarán las ventas”, sostuvo José Porta, gerente de la firma que lleva su
nombre.
“El desafío pasa hoy por
‘descomoditizar’ las exportaciones de agroalimentos. Hay que agregar
valor a los productos, que es lo que permitirá generar mano de obra en el
sector”, expresó por su parte Ercole Felippa, presidente de la Cámara de
Comercio Exterior de Córdoba (Cacec).
La puerta está abierta, los
primeros pasos se están dando, y la agroindustria encabeza el tímido despertar
exportador. De todos modos, el proceso demandará esfuerzo, iniciativa y compromiso
por parte del sector privado y del Estado. La posibilidad cierta de aprovechar la
oportunidad, está servida.
Fuente: La Voz del Interior