El consorcio de exportación se conforma con un grupo de empresas que, por medio de la generación de sinergias, aumentan su competitividad y disminuyen los riesgos y costos de internacionalización.
Tiene como objetivo fundamental representar los intereses de las pymes asociadas atendiendo sus expectativas que permitan propiciar un desarrollo sostenido.
Para la empresa es un mecanismo para incrementar su cultura exportadora y un centro de servicios estratégicos comunes. Para el sector económico y el país es un instrumento que apunta directamente al aumento de la competitividad, favoreciendo el crecimiento de la sociedad en su conjunto.
La confianza básica entre los asociados es el escenario propicio para maximizar los beneficios. Es necesario construir una serie de bases, principios, a veces hasta una historia común, que favorezcan las relaciones. Sin embargo, las empresas argentinas, de dimensiones pequeñas, no suelen contar con recursos propios para hacer mucho más que lo que la demanda de productividad les impone.
Benchamark italiano
Los consorcios de exportación son un modelo que, exitoso de Italia, nos muestra una alternativa muy poderosa en la medida que se pueda recrear el ambiente de confianza, característico en las comunidades pequeñas de la Italia industrial.
Pueden llegar a diferentes niveles de compromiso en función de los objetivos de los socios. Desde encargarse de buscar la promoción de las empresas hasta investigar y contratar servicios que, mejorando la escala, favorezca a los socios.
La base de estos consorcios es la confianza. La confianza entre pares se logra luego, sólo luego, de cumplir tres etapas. La primera, a la cual llamaremos Autoconocimiento (de cada uno de los postulantes), consiste en tener principios claros, objetivos como empresa, valores, capacidades y expectativas.
En la segunda, que denominaremos Compatibilidad, cotejamos los valores y objetivos básicos de los eventuales socios y registramos puntos comunes que les permitan llevar adelante proyectos conjuntos. La tercera, Consistencia, se da cuando la compatibilidad se pone a prueba a lo largo del tiempo y resiste el ensayo de la vida real, con lo cual lo que se teorizó se ve real.
Precisamente, el consorcio le da a una empresa espaldas mucho más grandes de las que tendría trabajando sola, le facilita recursos a los que de otra manera no accedería y la conecta con mercados a costos razonables.
La tarea más fuerte que realiza es cultural. Las universidades, fundaciones, consultoras y el ámbito público están participando activamente para ayudar a construir este camino.
La Argentina recién está empezando a recorrerlo, y aparece como una de las pocas formas de agregar valor a la producción nacional sin necesidad de hipotecar el futuro de cada empresa.
Por Aníbal Cofone
Para LA NACION
El autor es director del Departamento de Ingeniería Industrial del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.