La gente que fabrica los autos más caros del mundo, como las Ferrari y las Maserati, exige tres años de pruebas antes de darle el OK a un proveedor de válvulas. Tras pasar toda una serie de tests en su cuartel central de Maranello, Italia, Ferrari acaba de cerrar contrato con un nuevo proveedor de válvulas para abastecer cada uno de los 3.700 motores que produce por año: la argentina Basso, con sede en Rafaela, Santa Fe. "El 15 de noviembre vamos a concretar el primer embarque de válvulas, primero para las Maserati y luego para la producción 2004 de Ferrari", detalló José Luis Basso, presidente de la autopartista.
La marca de las válvulas Basso es 3b y se exportaban mucho antes de la devaluación: en el 2001, por ejemplo, las ventas al exterior representaban el 70% de los casi 14 millones de válvulas que producen cada año. Facturan 24 millones de dólares por año y emplean a 670 personas.
Para este año, las exportaciones representarán el 92% de la producción. El 55% de esas ventas saldrán hacia Estados Unidos y Francia. Basso es un poco como el reino del revés, al menos respecto la percepción de que la Argentina es una productora de materias primas y compradora de productos industrializados con esa misma materia prima. En la planta de ruta 70 y Oliber ingresan cajas con barras de acero importadas desde Austria y salen transformadas en válvulas hacia el exterior. Los principales clientes de Basso son la Peugeot francesa, las plantas de Detroit (EE.UU.) de Ford y Chrysler, International (Brasil) y distintas plantas de John Deere en Estados Unidos, Canadá, México y Francia.
Fundada por tres inmigrantes piamonteses en los años 60, Basso no sólo recorrió un camino a la inversa con respecto a decenas de autopartistas argentinas que a fines de los años 90 cerraron sus puertas y concentraron su actividad en Brasil. Además, el año pasado compró el remate judicial de una competidora de Estados Unidos, la fábrica Manley, por la cual pagó US$ 2 millones, en pleno proceso de devaluación. En vez de ponerse a fabricar en EE.UU., Basso optó por traer en contenedores hasta Santa Fe las 17 máquinas y recauchutarlas en su propio taller, para ampliar la producción de Rafaela.
Por Luis Ceriotto
Fuente Diario Clarín