"La Argentina tiene que estimular el espíritu emprendedor de sus empresarios." "Tiene que garantizar la trazabilidad de sus alimentos exportables y agregarles el valor con la certificación de la calidad y la diferenciación de sus productos." "Deben comprender que un consumidor como el europeo quiere alimentos tipificados (asociados con su origen) y que crece la demanda de orgánicos." Los especialistas Giuseppe Bonazzi y Mattia Iotti no se cansan de repetir estos conceptos. Son italianos, por lo que conocen muy bien el rol que juegan las Pyme en la economía de un país. Provienen de Parma, una región que supo unir tradición y negocios con alimentos, logrando la diferenciación de productos como el queso ( parmigiano reggiano ) y el jamón crudo ( prosciutto di Parma ) locales, que viajan por el mundo con la marca de la región.
Bonazzi, profesor e investigador de la Universidad de Estudios de Parma, especializado en cadenas de producción de leche y carne, visitó recientemente la Argentina junto con Iotti -también docente y consultor agroindustrial- como parte de un programa de cooperación conjunta entre la casa de estudios italiana y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Católica Argentina (UCA) que desarrolla el Magister en Gestión de la Empresa Agroalimentaria (Magea) de la UCA.
Aunque la posibilidad de aumentar las ventas a la Unión Europea (UE) depende en gran parte de la firma de un acuerdo comercial entre el bloque comunitario y el Mercosur, son los subsidios de la Política Agrícola Común (PAC) las mayores trabas. Sobre este tema, los especialistas italianos, en diálogo con LA NACION, hicieron algunas salvedades.
Vieja política
"La vieja política que garantizaba un precio a los productos de los agricultores en función del volumen, y que apuntaba a generar excedentes, quedó en el pasado. Las ayudas monetarias al sector agrícola -que hoy representan el 50% del gasto comunitario- tienden a eliminarse", explicó Bonazzi.
"La PAC se está reformando. Las ayudas se desvincularon de la producción: ahora el agricultor puede cultivar lo que le plazca o lo que el mercado demande, sin guiarse por el sostén oficial. Además, las ayudas se orientan al productor; se apunta a que se cuide el medio ambiente y que se quede en el campo", explicó.
Con 10 nuevos miembros a partir de mayo de 2004 y un presupuesto que la UE mantendrá constante en cuanto a incentivos, "ser productor agrícola será cada vez menos rentable en Italia, por lo menos. El interés por producir caerá", añadió Bonazzi. De allí, según el especialista, surgen las posibilidades para la Argentina, pero con algunas condiciones.
"Sólo si se demuestra un compromiso por adaptarse a las necesidades del mercado, es decir, de los consumidores, las ventas se incrementarán", agregó Iotti. Los profesores sostuvieron que la producción argentina tiene que "organizarse" y comercializar sus productos "obedeciendo la normativa europea" y las exigencias que impone un consumidor preocupado por lo que ingiere. Los especialistas recomiendan un acuerdo "tácito" para que todos cumplan con la trazabilidad y la certificación, que "es la diferenciación del producto, sin que implique un alto costo, y por la que obtendrán como premio un precio mayor".
"El europeo -agregaron- quiere más garantías, que el alimento sea fresco, y aquí hay otra ventaja natural para la Argentina, favorecida por la contraestación."
Por Emiliano Galli
Fuente Diario La Nación