Este país caribeño -que recibe unos dos millones de turistas al año gracias a sus playas de arenas blancas y aguas turquesas- fue diversificando sus proveedores externos a partir de los 90 por el desmembramiento del bloque socialista que venía concentrando la mayoría de su comercio exterior. Hoy en día, este cambio de estrategia parece estar dando algunos frutos. Cuba importó el año último por US$ 5250 millones, según señala un informe de la Cancillería argentina, elaborado por el subsecretario de Comercio Internacional, Antonio Seward.
Excluyendo el petróleo y los lubricantes (representan el 20% de las compras externas cubanas), las adquisiciones se centran "en sectores de alto interés para nuestros exportadores" como "alimentos, maquinarias y equipos", indica el documento.
Por eso, Cuba comienza a mostrarse como la isla del tesoro o de las oportunidades para los productos nacionales en momentos en los que el tipo de cambio impulsa al espíritu emprendedor de los exportadores a buscar nuevos mercados.
Y entidades como la Asociación de Importadores y Exportadores de la República Argentina (Aiera) y la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme) prevén realizar en noviembre próximo misiones comerciales para visitar la Feria Internacional de La Habana.
En realidad, ambas organizaciones empresariales ya realizaron sendos viajes de negocios el año último a la isla, entre otros países. El de Aiera, que tuvo lugar en junio de 2002, sumó a ocho firmas nacionales del rubro eléctrico, alimentario, de material médico, de hornos industriales, de calefones y productos de refrigeración, entre otras.
La Apyme, por su parte, visitó la última edición de la Feria Internacional de La Habana en noviembre de 2002, con una delegación de cinco firmas y representó a otras 14 compañías más.
Esta muestra congrega anualmente a empresarios de 80 países interesados en hacer negocios con las empresas de la isla o bien en usarla como plataforma de negocios para vender en toda el área del Caribe y de América Central.
El director del departamento de asistencia a Pyme (DAP) de Apyme, Alberto Morel, comentó que el de su entidad "fue el único stand de representación argentina en la feria y esto no deja muy bien parado al país", porque otras naciones contaban en la misma muestra con pabellones propios para mostrar sus productos.
El desafío para la próxima edición de la muestra es lograr "un pabellón argentino", señaló. Para lograrlo, se requeriría apoyo de los organismos que intervienen en la promoción de exportaciones nacionales.
Distensión con sobresaltos
Con este clima más favorable al comercio entre ambos países, parecen haberse atenuado los desencuentros entre Cuba y la Argentina, que se habían agudizado durante la administración De la Rúa y habían determinado el retiro del embajador nacional en La Habana.
En su reciente visita al país, el presidente cubano, Fidel Castro, manifestó su voluntad de pagar unos US$ 1200 millones para cancelar la deuda que el país caribeño mantiene con la Argentina desde 1973.
Ahora, se está hablando de nombrar un nuevo embajador argentino en Cuba en estos días. Pero esta distensión no está exenta de sobresaltos: la semana última se relevó a José María Aller y Eduardo Porretti -los funcionarios que estaban a cargo de la sede diplomática argentina en la Habana desde 2000- porque la Justicia dictó una orden de arresto en su contra por un presunto tráfico de pasaportes.
Sin embargo, las iniciativas tendientes a ampliar el comercio con Cuba no se circunscriben al nombramiento de los nuevos funcionarios que estarán a cargo de la embajada argentina en La Habana.
También se prevé profundizar el Acuerdo de Complementación Económica (ACE) N° 45, suscripto por ambos países en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).
El gerente de la Aiera, Adriano De Fina, aseguró que la expansión de este acuerdo es un pedido tradicional de su entidad. El directivo manifestó que el convenio había caído "en el olvido" en los últimos años y esto explica que sólo incluya unos 200 productos cuando países como Brasil obtuvieron ventajas arancelarias para 1000 bienes distintos y Chile para 700.
No obstante, la Cancillería apunta a obtener en breve la ampliación de las preferencias arancelarias a unos 1300 productos nacionales, según comentó De Fina.
Molinos -que envía a Cuba aceite de girasol envasado Ideal y pastas Matarazzo por US$ 3,5 millones anuales- también considera que habría que buscar "una liberación absoluta de todo tipo de aranceles para los productos de valor agregado" en el mercado cubano, según datos suministrados por la empresa. Ocurre que las compras se realizan a precios que prácticamente no dejan márgenes de rentabilidad, según Molinos.
Por lo pronto, Cuba comenzó a levantar barreras sanitarias. El Instituto de Medicina Veterinaria (IMV) de la República de Cuba informó hace unos días que aceptará los certificados sanitarios emitidos por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) para la exportación de carnes bovinas y porcinas frescas de la Argentina.
A la posibilidad de exportar productos cárnicos nacionales al país caribeño, se agrega la habilitación de 40 plantas lácteas argentinas, informada en febrero último por el organismo cubano al Senasa, para vender su producción a ese país.
Ideal para Pyme
Si bien hay grandes exportadores como Molinos y Arcor tienen algunos negocios con Cuba, se trata de un mercado conveniente para Pyme porque demanda productos que están al alcance de los pequeños exportadores, como los relacionados con la industria hotelera y la alimentaria. También porque hay oportunidades que pueden ser beneficiosas para este tipo de empresas derivadas del sistema de acuerdos de producción cooperada, que aporta preferencias arancelarias a quienes exporten partes para ser ensambladas en el país caribeño, entre otros beneficios.
Pero no todas son rosas: se pueden enviar mercadería semanalmente en forma directa a La Habana por avión, pero los servicios marítimos (para cargamentos más voluminosos) llegan con un transbordo previo a causa del bloqueo comercial impuesto al país caribeño. Por otra parte, existen diferencias en las formas de pago de los importadores respecto de las que se emplean en otros mercados. En Cuba, la mayoría de empresas no paga con cartas de crédito porque los bancos locales congelan por anticipado las sumas correspondientes con el fin de no correr riesgos.
Por eso, prefieren operar a través de letras de cambio respaldadas por instituciones financieras, muchas de ellas pertenecientes a sectores específicos. Cuando ya existen relaciones estables con el comprador cubano, también se realizan transferencias bancarias condicionada a la cuenta del proveedor externo. Los pagos se suelen realizar en períodos de 90, 120 y hasta 180 días.
Las operaciones de exportación se realizan con contrapartes cubanas estatales o de propiedad mixta. Por esta causa, "a Cuba no se ingresa de inmediato y hay que tener más constancia que en otros destinos", indicó María Guadalupe Castaño, del departamento de promoción de negocios de la Aiera.
Molinos aconseja, por otra parte, contar con soporte de gente local y requerir de una ingeniería financiera muy aceitada para no correr el mínimo riesgo de incobrabilidad.
Por Leandro Uría
Fuente: Diario La Nación