Duplicar las exportaciones argentinas en cuatro años es posible si se siguen las políticas correctas, según el último libro de Martín Redrado.
En "Exportar para Crecer", el Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, plantea dar "el tan postergado salto exportador que convierta las ventas externas en el motor de la nuestro crecimiento económico y de nuestra inserción internacional en la senda del desarrollo sustentable".
Redrado parte de un diagnóstico: luego de las sucesivas crisis financieras, "los únicos dólares disponibles serán aquellos que seamos capaces de generar a través de nuestro comercio exterior". Y considera que la devaluación abre un campo propicio si se la aprovecha con una política comercial más agresiva, que supere lo que describe como falsas antinomias, como Mercosur versus Alca o versus Unión Europea, y fije como objetivo "la duplicación de las exportaciones en el transcurso de los siguientes cuatro años", o sea exportar en 2006, 50.000 millones de dólares.
Redrado afirma que "en el transcurso de las últimas cuatro décadas y con independencia de la situación económica interna, la Argentina no fue capaz de desarrollar un modelo exportador". Sin embargo, el autor no analiza por qué ello no fue posible a pesar de que en los 80 se dieron los primeros pasos de la formación del Mercosur, en los 90 las exportaciones se duplicaron y se mantuvieron negociaciones amplias con los distintos bloques comerciales y se intentó abrir el mercado asiático.
El autor sostiene que "el tipo de cambio alto favorece el despegue exportador" aunque no analiza también su sesgo antiexportador porque el dólar alto incrementa la rentabilidad de las ventas en el mercado interno por el aumento de la protección para los productos locales.
Como el dólar alto no es de equilibrio, el fenómeno puede ser pasajero y la conquista de mercados externos demanda continuidad, el autor admite que la devaluación no debe ser confundida con una fuente de competitividad. Plantea entonces aprovechar el tipo de cambio alto para "reorganizarse", ganar y diversificar mercados y encarar una negociación multipolar que utilice los bloques regionales como un trampolín para una integración mundial.
Tras ese objetivo, Redrado sostiene que "la integración continental es un proceso irreversible" y que, más allá de las resistencias, el ALCA será una realidad en pocos años, con ventajas para la Argentina "ya que se estima un crecimiento del 3,5% para nuestra producción y un incremento del 14% para nuestras exportaciones". Sin embargo, esos guarismos positivos dependerán de los términos concretos que asuma el acuerdo continental.
Defendiendo su gestión al frente de las relaciones económicas internacionales, Redrado afirma que "la política comercial multipolar" dio ya resultados concretos porque permitió abrir mercados externos por 2.500 millones de dólares en referencia a los acuerdos con Chile, Brasil y México, si bien admite que durante el año pasado "las ventas al exterior no variaron en volumen y cayeron un 2,3% en valor".
El autor atribuye esa contradicción a la particular crisis argentina de 2002, a la falta de crédito y también a las restricciones que sufren algunos productos argentinos en determinados mercados externos y a los límites del comercio mundial agrícola.
Superada la fase crítica inicial, con un tipo de cambio flexible, con la promoción argentina en el exterior y con una política de negociaciones multipolares, Redrado considera que podrá alcanzarse el modelo de la cuatro D: duplicar las exportaciones en 4 años, diversificar las exportaciones hacia productos de mayor valor agregado, desconcentrar las ventas hacia destinos que no privilegien exclusivamente al Mercosur y derramar los beneficios de las exportaciones sobre todo el espectro productivo, construyendo cadenas de valor.
Fuente Diario Clarin