"El gobierno que asuma deberá, a través de la seriedad y confiabilidad de sus anuncios, reconstruir la deteriorada imagen de la Argentina en el exterior." El economista y profesor universitario Felipe de la Balze señala que ésa es la principal prioridad del futuro gobierno. Y agrega que es necesario construir una vigorosa economía exportadora poniendo a la política exterior, y a su brazo, la Cancillería, detrás de ese objetivo.
El nuevo gobierno llegará al poder en circunstancias en las que la imagen internacional de la Argentina está seriamente cuestionada como resultado de la grave crisis política, económica y social que conmueve los cimientos de nuestra vida en común y de nuestras instituciones.
Además, diversas decisiones adoptadas por los sucesivos gobiernos argentinos durante los últimos meses han afectado adversamente intereses externos puntuales, que reclaman por sus derechos o demandan compensaciones por las pérdidas incurridas como resultado del maremoto institucional que hemos generado y padecido. Me refiero en particular a la moratoria de la deuda publica, la postergación de la renegociación de las condiciones y tarifas de los servicios públicos, la dilatada reestructuración del sector financiero, el cierre de la economía y el control de cambios, y el rompimiento generalizado de los contratos.
Consecuentemente, el gobierno que asuma deberá, a través de la seriedad y confiabilidad de sus anuncios, reconstruir la deteriorada imagen de la Argentina en el exterior. Su labor será también escrutada minuciosamente por gobiernos y por sectores privados extranjeros en temas tan variados como las medidas adoptadas para estabilizar la economía, reducir el desempleo y la pobreza, combatir la corrupción, modernizar el sistema político, reformar la justicia y los sistemas de seguridad, entre otros.
La crisis actual no es producto de la política exterior puesta gradualmente en marcha por los tres presidentes constitucionales desde mediados de la década de 1980. En líneas generales, esta política consistió en la inserción en la economía mundial, la integración económica con nuestros vecinos, el acercamiento político con los países mas desarrollados (en particular a los Estados Unidos y a Europa) y la creación de una zona de paz en el Cono Sur de nuestro hemisferio.
La crisis es producto de no haber entendido que la democracia, el crecimiento económico sostenido y el progreso social no solo requieren estabilidad macroeconómica sino también un sistema político remozado, una justicia despolitizada, un aparato estatal moderno y menores grados de corrupción institucional que los que han caracterizado a la Argentina contemporánea.
Política exterior, política interior
El nivel de desarrollo y la expansión cultural de un pueblo están en relación directa a su capacidad de comprender el mundo para interactuar positivamente con él. El intercambio económico y cultural se ha convertido en el más esperanzador factor de afianzamiento de los valores de la libertad, la solidaridad y la paz y en el mayor impulso a la prosperidad económica del mundo.
El gran desafío para la Argentina está en incorporarse política y económicamente al pelotón de los países mas avanzados, como lo hicieron España e Italia durante las últimas décadas, y como lo está logrando gradualmente Chile. Para ello el país necesita homologar y renovar su sistema político, sus instituciones y sus marcos jurídicos a las exigencias de los países mas adelantados.
En este contexto, la política exterior no es otra cosa que la política interior proyectada hacia fuera. Por la misma razón, la política interna no puede diseñarse si previamente no se comprenden acabadamente las claves del funcionamiento del mundo desarrollado y no se cumplen los requisitos de esa homologación.
La Argentina, con un gobierno consciente de estas realidades, puede enfrentar estos desafíos con éxito. Primero, porque el entorno internacional estará favorablemente dispuesto a ayudar a nuestro país si su clase dirigente mues tra una genuina voluntad de enfrentar con coraje y decisión los desafíos institucionales internos.
Segundo, porque la grave crisis actual ha causado una conmoción de tal magnitud que está produciendo en los argentinos una mayor madurez en la visión que tienen de sí mismos y del mundo. Los períodos como el actual, de grandes mutaciones mundiales, representan una gran oportunidad para potencias regionales "emergentes" como la Argentina.
Lo que se propone es una estrategia de inserción internacional que se desarrollará en dos etapas. Durante la primera se pondría en marcha un vigoroso proceso de reordenamiento que incluiría el inicio de la renegociación de la deuda externa, la renegociación de los contratos con las empresas de servicios públicos y la rápida eliminación de las numerosas restricciones cambiarias, arancelarias y para-arancelarias que han distorsionado el comercio internacional y regional durante los últimos tiempos.
Durante la segunda etapa se avanzaría en la consolidación de los procesos de integración con nuestros vecinos y en la simultánea instrumentación de alianzas estratégicas gemelas con los Estados Unidos y con la Unión Europea, que incluirían a la vez aspectos políticos, comerciales y de defensa y seguridad.
La política exterior estaría centrada en tres ejes fundamentales: 1) los Estados Unidos; 2) el vecindario (el MERCOSUR+Chile); y 3) Europa. Estos son nuestros "socios y aliados indispensables". La Argentina sólo podrá desarrollar un proyecto exitoso de inserción en el mundo si previamente construye una relación densa y fructífera con cada uno de estos tres ejes fundamentales.
Es imprescindible recomponer nuestra relación con las grandes potencias y promover la integración con nuestros vecinos, demostrando el esfuerzo y la convicción profunda de ser serios y responsables con nuestros aliados y socios. Debemos dejar atrás el "aislamiento" retrógrado y el "seguidismo" oportunista y enfatizar la responsabilidad y el cumplimiento de los compromisos.
La mirada en Asia
Los países asiáticos, y en particular China, ofrecen un mercado potencial importante para nuestras exportaciones. Japón (el principal ahorrista del mundo) debería transformarse en un importante inversor a largo plazo en nuestro país particularmente en proyectos relacionados a la energía, la minería y la alimentación. La Argentina deberá, durante el próximo gobierno, poner en práctica una estrategia exitosa para aprovechar dichas oportunidades. Pero una estrategia de expansión hacia el Oriente tendrá éxito y continuidad solo si la Argentina construye, simultáneamente y como condición necesaria, bases sólidas con los tres ejes fundamentales arriba mencionados.
Todos los acuerdos de integración y liberalización comercial son beneficiosos y la Argentina debe promover una estrategia multipolar que no excluya negociaciones simultáneas y/o secuenciales en diferentes frentes, principalmente el ALCA, la Unión Europea, el Mercosur, el resto de América Latina y la Organización Mundial del Comercio.
En suma, el gobierno que asuma tendrá que hacer de la Argentina una gran nación exportadora, colocando la política exterior al servicio del sector productivo y transformando a la Cancillería en un instrumento plenamente comprometido con este objetivo.
Solo un proyecto de estas características le permitirá a la Argentina dar el gran salto institucional (creación de un aparato estatal moderno) y económico (en términos de crecimiento acelerado y sostenido) para que los argentinos puedan desarrollar con plenitud su vocación profunda de progreso y que el país vuelva a insertarse al pelotón de las naciones más avanzadas antes del bicentenario de su independencia, en el año 2016.
Por Felipe de la Balze
Fuente Diario Clarín