El comercio exterior argentino luce como el rubro más dinámico de la economía, con superávit del orden de los US$ 1.300 millones mensuales.
Aunque esos beneficios se deben en gran parte a la disminución de las importaciones por la devaluación y la recesión de arrastre, también es cierto que se verifica un incremento de las exportaciones.
No hay que levantar, sin embargo, gritos de júbilo porque las mejoras se deben más a incrementos de los precios internacionales y no a un aumento de los volúmenes en las colocaciones externas.
Según los datos oficiales, en los dos primeros meses de 2003, las exportaciones crecieron un 16% respecto de igual período del 2002. Esa suba se mueve a partir de que los precios internacionales mejoraron un 12% mientras que en cantidades se envió afuera un 4% más que el año pasado.
Se reitera: la relación se asienta con respecto a meses donde la actividad económica interna y la exportadora argentina estuvieron casi paralizadas, sin encontrar referencia ni brújula por parte del Estado. Así mirado el proceso la performance del comercio exterior no es tan satisfactoria.
Tampoco es óptimo si se analiza la composición de los volúmenes exportados. Salvo las manufacturas de origen agropecuario, básicamente aceites y carnes, los demás rubros vendieron en el extranjero menos que un año atrás.
Claro está que el asunto tiene distintas caras. Por ejemplo, en dólares el sector energético salió beneficiado por la suba del precio del petróleo, pero lo real es que el sector exportó un 10% menos.
Pese a todo nada explica por qué con un mercado interno retraído, como el que padecemos, con el peso desvalorizado y con los comentados buenos precios internacionales las exportaciones no crecen más.
Economía y la Cancillería deberían analizar estos datos. Porque no sería cierto, lamentablemente, que la Argentina inició un rumbo exportador sino que estaría recibiendo pasivamente los beneficios de un "momento internacional" que respaldan los precios beneficiosos.
Aunque algunos funcionarios se empeñen en mejorar "el clima exportador" está faltando una estrategia estatal que precise los rumbos, que descubra nuevos mercados y nuevos productos de interés. Como lo hacen las naciones decisivas.
La exportación sigue siendo marginal en la economía argentina. Las pequeñas y medianas empresas no tienen acceso al comercio exterior y se sigue esperando que una "buena cosecha" aporte los dólares para estabilizar el mercado de cambios. En el ínterin la Argentina sigue sin exportar servicios o industria, los rubros más dinámicos del mercado internacional.
Son demasiadas las presiones sobre el comercio exterior argentino como para dejarlo librado a su suerte y a las peripecias e inestabilidades de los tiempos actuales. El Estado debe tomar el control y disponer la estrategia, cuanto antes.
Por Daniel Muchnik
Fuente Diario Clarín