La Argentina hoy tiene el 2,2% de un mercado mundial muy atomizado, así que el techo para el crecimiento de las exportaciones parece estar lejano. Chile, el modelo que siguen los bodegueros locales, facturó el año pasado 963 millones de dólares, más del doble de los 380 millones que salieron de puertos argentinos. Claro que los trasandinos comenzaron el proceso hace casi 30 años con fuerte apoyo estatal. Algo similar sucedió con el "rey" de los vinos del Nuevo Mundo, Australia, que está exportando casi 2.000 millones de dólares gracias, entre otras cosas, a un decidido fomento público. Como sucede con su vecino Nueva Zelanda.
"Las exportaciones tienen un gran margen para seguir creciendo y son la mejor salida para los productores. Se triplicaron en los últimos tres años, pero todavía falta explorar nuevos destinos, como América latina. Nosotros calculamos que las ventas externas subirán entre un 20 y 25% al menos por los próximos años. Luego, la suba se estabilizará en torno al 15%", pronosticó Ignacio Velasco, de la consultora STG.
Las bodegas argentinas exportan productos de entre 1 dólar, o menos, a más de 100 dólares por botella puesta en las góndolas extranjeras. Pero el rango "óptimo" está en vinos de entre 7 a 10 dólares al público. En estos casos, dicen los especialistas, los caldos argentinos son imbatibles en la relación calidad—precio frente a sus competidores.
"Pensamos que por los próximos tres años, el crecimiento de las exportaciones puede estar en torno de un 25% anual e incluso llegar a una suba del 30% sin mayores problemas. Podemos estar en los 700, 800 millones de dólares anuales en poco tiempo. Y creemos que para 2010 ya podríamos estar en el mismo nivel, o incluso superar, a Chile", expresó Mariano González, de Area del Vino.
Las expectativas no parecen desmesuradas. González comenta que según Vinexpo, "el consumo mundial de vino se mantendrá en auge al menos hasta 2010. La suba en el consumo anual será del 4,8% en el volúmen y del 9,4% en el precio". Y anticipó que la próxima meca serán los Estados Unidos (ya es el principal comprador de vinos argentinos en dólares), cuyo consumo crecerá 18,7% y que desalojará a Francia del trono de primer consumidor mundial de vino.
Estas perspectivas impulsan las inversiones. Se calcula que fueron 1.500 millones de dólares en los últimos diez años. Los que primeron vieron "el negocio" fueron las empresas extranjeras. Tanto, que el principal exportador argentino es propiedad de un grupo inversor estadounidense. Tierra buena y barata fueron los imanes para bodegas chilenas, españolas, francesas e inglesas, entre otras. Ahora, sin embargo, una parte muy importante de las inversiones son canalizadas por empresas locales, muchas de ellas pymes familiares, que incorporan tecnología de punta y nuevas fincas.
Chicas y grandes, nacionales o extranjeras, una parte muy importante de las bodegas locales se volcó a la exportación. Más aún, algunos proyectos fueron pensados mirando, casi exclusivamente, al mercado externo.
Ventajas y algo más
Para el despegue al exterior, la Argentina cuenta con algunas ventajas respecto
de sus inmediatos competidores del "Nuevo Mundo". A diferencia de Chile y Australia
(con hábitos de consumo diferentes), el 77% de la producción se destina al mercado
interno y sólo el 23% al resto del mundo. Esto permite tener "resto" para seguir
exportando y "espaldas" si se frenan las ventas al exterior por algún
período.
Pero además -y no es un dato menor para los enólogos y sommeliers del mundo
que deciden las compras, el país tiene 2.000 kilómetros de viñedos, de norte
a sur, donde se puede cosechar el mismo varietal, malbec, por caso, con características
totalmente diferentes. Desde los viñedos más altos del mundo, hasta -casi, casi-,
los más australes. Y más de una docena de cepas para tentar los paladares.
Adicionalmente, un grupo importante de productores se asoció y formó Wines
of Argentina, un organismo que tiene incluso sedes fijas en el exterior
dedicado a la promoción del "vino argentino". Con una intensa actividad
en ferias y presentaciones, según su página web, lamentablemente, en la sede
porteña del organismo nadie contestó los llamados de este diario.
Y excepto que suceda algún imprevisto, todos los protagonistas apuestan a que
el "boom" exportador se mantendrá en el tiempo.
Jorge Arpí -responsable de las ventas al exterior del Grupo Peñaflor,
el mayor exportador argentino propiedad de un fondo estadounidense-,
comentó que "este año pensamos exportar 75 millones de dólares, con una
suba del 20% en las ventas. El escenario no es tan bueno como en años anteriores,
pero creemos que mantendremos el crecimiento de los últimos tiempos". Expresó
que esperan terminar 2007 con presencia en 70 países y aunque sus principales
mercados son Canadá, Estados Unidos, Japón y Escandinavia, "tenemos muchos negocios
medianos y pequeños". Y sostuvo que a diferencia de algunos competidores, también
de capital extranjero, "nuestro accionista no tiene nada que ver con la industria,
así que el management y las decisiones comerciales son locales".
Los beneficios también llegan a los "chicos". Alejandro Bonfanti es el representante
de una empresa familiar, Bodega Roberto Bonfanti, con más de cien años
como viñateros. Calificada en el difuso rubro de "bodegas boutique", actualmente
exporta el 60% de su producción sobre todo a Estados Unidos e Italia, "lo que
podemos hacer gracias a la diferencia de cambio". Sus productos son elaborados
con la misma tecnología que se encuentra en las grandes bodegas, "pero en volúmenes
más chicos y con mucho más control, desde la parra a la botella el cuidado es
casi obsesivo". Esto, dice Bonfanti, les permite vender sus productos a valores
de entre 12,5 a 30 dólares por botella, "sobre todo Malbec, claro", dice con
una sonrisa.
En las sedes locales de las grandes multinacionales de la industria, la sonrisa
es cada vez más ancha. Andrés Belinsky, el gerente de exportaciones de Chandon
-de la francesa Fabre Montmayou, un peso pesado mundial del negocio-,
aseguró que "en 2006 aumentamos las exportaciones un 30%, llegamos a
los 11,5 millones de dólares y superamos los objetivos que nos habíamos propuesto.
Para 2007, pensamos llegar a los 16 millones de dólares con una suba del 35%".
El "vino insignia" elegido por la casa matriz para representar los productos
argentinos es Terrazas, "que ya se vende en 70 países", y el muy exclusivo Cheval
des Andes, uno de los "top" por precio. La estrategia del grupo pasará por,
"en primer lugar, crecer en los diez mercados más importantes que ya tenemos,
encabezado por Estados Unidos; luego, hacer pie más firme en países latinoamericanos,
como Brasil, México y Venezuela. También tenemos muchas expectativas por Oriente,
ya estamos en Japón, China y Hong Kong con posibilidades de sumar mucho. Y nos
queda Europa, donde todavía estamos por debajo de la performance que podemos
tener".
El optimismo también llega al sur. En San Patricio del Chañar, Neuquén, Julio
Viola lucha por prender el hogar de la Bodega del Fin del Mundo. "Este año exportaremos
entre el 40% a 45% de la producción, en 2008, el 60% y en 2009, el 70%", se
entusiasmó. Recuerda que "esta es, recién, nuestra quinta cosecha, somos una
bodega grande, de 850 hectáreas y 8 millones de litros, con la última tecnología
y tenemos una gran oportunidad que no vamos a desaprovechar", y explicó que
"Patagonia es prácticamente una categoría nueva en el vino del mundo.
Tenemos vinos tan buenos como en el norte, pero diferentes".
Ranking de marcas más exportadas
Según los datos de la consultora Caucasia Wine Thinking, las marcas de vinos
argentinos que más se exportaron en 2006 fueron: Trapiche, Trivento,
Alamos, Norton, Catena, Uvita, Trapiche Roble, Navarro Correas Colección Privada,
Santa Julia Fuzion y Terrazas Alto.
Por Oscar Martínez - Diario Clarín. (Infografia Diario Clarín)