Venezuela mostró interés en adquirir un lote de 50 aviones. Los comienzos fueron complicados. El mercado tecnológico es altamente competitivo y el producto no es de fácil colocación. Pese a estas dificultades, desde la antigua sede del aeropuerto "El Plumerillo", una fábrica mendocina, Latinoamericana de Aviación (Laviasa), ya ha comenzado a entregar al mercado local o extranjero versátiles aviones agrícolas capaces de sembrar, fumigar y combatir incendios, con un costo cercano a los U$S 150.000 cada unidad. De hecho, desde que se puso en marcha en 1998, la empresa ya comercializó nueve máquinas PA-25 Puelche: ocho en el país y una en la difícil y competitiva plaza de Brasil, donde el segmento de la aeroaplicación se encuentra en crecimiento.
Esta firma es la única fábrica privada de aviones civiles del país y uno de los pilares que permitió, hace unas semanas, el nacimiento del Consejo Aeronáutico de Mendoza.
Los talleres de esta factoría se encuentran en el sector sur del Aeropuerto Mendoza, más precisamente en el hangar que fue base de los aviones de YPF y luego de la empresa Tapsa. Ese fue también el escenario donde hace 72 horas, el gobernador de Mendoza, Julio César Cobos, mostró su asombro por lo que se estaba haciendo. Quedó tan impresionado con lo que vio, que se comprometió a realizar gestiones para propiciar la venta de aeronaves mendocinas en el exterior, especialmente a Venezuela, y a apoyar el otorgamiento de un crédito de U$S 200.000, que los fabricantes necesitan para dar un giro de 180 grados en sus desarrollos tecnológicos.
De profesión piloto
El emprendimiento tiene un genuino basamento local. Su dueño, Manuel Prieto (66), es un ex fabricante de muebles, enamorado de la aviación desde hace más de 30 años y volcado íntegramente a la actividad del aire. El director del proyecto es un militar de la aviación, Roberto José Engroba (73), brigadier retirado, mendocino por adopción y ciertamente odiado en las esferas del menemismo. No es para menos. Engroba fue el único oficial de la Fuerza Aérea Argentina que se alzó contra la privatización de la Fábrica Militar de Aviones, de Córdoba (que dirigió de 1985 al ‘89). Tenía razón. Hoy ese prestigioso centro industrial no fabrica nada y el país perdió su vanguardia tecnológica y, de paso, todos los puestos de trabajo asociados. Él cosechó 10 días de arresto por protestar.
En los talleres de la terminal aérea local trabajan unos 25 operarios, además de ingenieros y proyectistas, todos jóvenes, con un promedio de edad de 30 años. Prieto y Engroba, los veteranos del grupo, se entusiasman en el relato de los comienzos y en la planificación del futuro. Por supuesto que para dar un salto cualitativo necesitan de un préstamo (tramitado ante el Fondo para la Transformación y el Crecimiento) y el apoyo de gestión de las autoridades locales. El riesgo lo corren ellos.
La fecha fundacional data del 11 de diciembre de 1998, cuando hizo el vuelo inicial el primer avión fabricado por Laviasa, que hoy lleva más de 1.000 horas de operación en la provincia del Chaco.
Otras prestaciones
Manuel Prieto inició esta “patriada’’ en 1998 al adquirir la licencia de la empresa estadounidense The New Piper (continuadora de la fallida Piper Aircraft) para crear un monoposto, tipo PA-25, con aplicación exclusiva en el agro, ya que sirve para fumigar con agroquímicos, sembrar semillas y hasta para combatir incendios de pastizales. Inclusive podría, si se acuerda con la Provincia, arrojar los insectos para combatir la mosca del Mediterráneo.
Engroba no se cansa de marcar la diferencia de visión entre nuestro país y Brasil en este renglón. “Nosotros privatizamos la planta nacional cordobesa, donde trabajaban 11.000 personas, y el gobierno del país vecino apoya sin retaceos la fabricación del Ipanema, que captura un 85% del mercado brasileño”.
En los talleres de El Plumerillo, al lado de un taller de reparaciones de hélices y del Comando de Aviación del Ejército, están en línea de armado cuatro máquinas, las números 11, 12, 13 y 14, que podrían constituirse en la avanzada del grupo de aviones que se intenta vender a la nación caribeña, ya como versión II del Puelche.
En ese centro de producción de Las Heras se hacen todas piezas y componentes (cabina, fuselaje, tren de aterrizaje, alas, bancada y otros elementos, incluida la tolva o depósito para el transporte de los agroquímicos), menos el motor y la hélice, que son importados.
Hacia Venezuela
Mientras sigue a ritmo acotado la fabricación del Puelche, la gente de Laviasa está armando una operación con Venezuela. Este país mostró interés en adquirir un lote de 50 aviones, de los cuales los 10 primeros irían volando hacia Caracas y luego se plantearía un segundo negocio: vender un proyecto de fábrica de aviones llave en mano, es decir, permitir que los venezolanos puedan armar las máquinas en su tierra bajo un contrato de uso de licencia.
“Les daríamos -razona Engroba- todo el adiestramiento previo necesario, el know how para hacer la aeronave, y los asesoraríamos en la fabricación de algunos utilajes, por ejemplo las alas, el fuselaje y otros componentes. Inclusive nos correspondería un royalty, por los aviones que ellos hagan y exporten”. Venezuela es un mercado posible, y también lo son Bolivia, México y hasta Marruecos.
Otra proyecto importante es la implementación de un motor diesel, de origen francés y muy económico, para incorporar al proyecto Puelche. Se trata de una planta impulsora diseñada por la Societé de Moteur Aeronautique (SMT) de Francia, cuyos derechos de uso adquirirá la gente de Laviasa.
También está en diseño, para su posterior fabricación en serie, un avión biplaza (dos tripulantes), para entrenamiento y capacitación de pilotos agrícolas, en aeroclubes y hasta para la formación de pilotos militares, en países menos desarrollados en materia aeronáutica.
Por Miguel Títiro - Los Andes