El consumo de vino, que a duras penas se mantiene en los países tradicionales productores de vino, está experimentando cambios en los últimos años y, aunque el repunte es lento, se está percibiendo aumentos interesantes en países netamente consumidores y paulatinos en potenciales consumidores. Según diversos estudios, recoge el Instituto italiano de Servicio para el Mercado Agroalimentario (ISMEA), el consumo global de vino se situó en 2004 en 236 millones de hectolitros, lo que supone dos millones de hectolitros más frente al volumen de 2003 e incluso 11 millones de hectolitros si se compara con 1990.
Y, aunque la Unión Europea (UE) de los Quince sigue absorbiendo un 55 por ciento del consumo total, destaca, por ejemplo, América del Norte que registra ya un 11 por ciento y además resalta la cuota del cinco por ciento de Rusia.
Los países asiáticos y de la Europa centro-oriental -en cuyos consumidores con un poder adquisitivo cada vez más elevado están poniendo la mira las empresas de los países tradicionales- cuentan con el siete por ciento, mientras que América del Sur apenas cuenta con el 1,8 por ciento.
Además, mientras que el consumo per cápita tienda a reducirse en el ámbito comunitario -donde Luxemburgo, con 61,2 litros per cápita es el primer consumidor y dobla el consumo español-, Estados Unidos está evolucionando hacia un lento, pero seguro crecimiento, ya que en los últimos 15 años el aumento fue de un ocho por ciento.
Si en países como Chile y Argentina el consumo ha bajado, en este último consecuencia sobre todo de la crisis económica que padeció, las expectativas están puestas sobre los mercados asiáticos, donde el positivo comportamiento de Japón y China hacen prever buenos resultados futuros.
Así, en los destinos asiáticos se ha registrado una tasa de crecimiento muy interesante, donde el consumo se ha llegado a triplicar en los últimos 15 años. FE