La reunión de Hong Kong de la OMC es una instancia clave para el futuro del comercio. El juego de la Argentina y los temores de una vuelta al proteccionismo.
A mediados de diciembre Hong Kong será el escenario de la que muchos califican como la reunión más trascendente para la economía mundial del año: un nuevo encuentro de la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC), La Ronda de Doha fue lanzada en 2001 en la capital de Qatar, con el objetivo de lograr una
liberalización del comercio mundial, que, según estimaciones del Banco Mundial, generará beneficios en torno a los 100.000 millones de euros anuales. Aunque el grueso de la cantidad derivaría de bienes industriales y servicios, el acuerdo daría un fuerte impulso al desarrollo de los países menos favorecidos, de ahí que la ronda también se llame Agenda de Desarrollo de Doha.
Las negociaciones avanzaron poco desde 2001, con fracasos como el de Cancún en 2003, cuando las insalvables diferencias norte-sur sobre la agricultura asestaron un duro golpe al proceso.
Según The Economist Intelligence Unit, la unidad de consultoría del semanario británico, es muy probable que no se alcance un acuerdo ni siquiera a finales de 2006. Lo cual no sólo significaría perder una gran oportunidad para avanzar en la liberalización del comercio mundial, sino que aumentarían las presiones proteccionistas a nivel mundial.
Para la economista Beatriz Nofal, de Eco-Axis, "la reunión es importante para la Argentina, diría lo más trascendental para la inserción internacional del país después del default, pero lamentablemente las expectativas se han reducido".
Como está la situación hoy, el escenario es lo más parecido a una guerra mundial. La batalla por eliminar los obstáculos y privilegios que impiden el libre comercio tiene cinco grandes protagonistas: los países desarrollados (Estados Unidos y Europa), las naciones emergentes (G-20, donde se encuentra la Argentina), los grandes exportadores y los países pobres (G-90). El organismo que trata sobre los asuntos comerciales que preocupan a la economía mundial agrupa a 148 países que controlan el 95% del comercio mundial.
Hay razones qué explican la situación enredada. Primero, la OMC enfrenta un continuo panorama de deterioro y pérdida de peso a nivel mundial. La proliferación de acuerdos bilaterales y regionales atenta contra los intereses de muchos sectores y países que están dentro de la OMC, pero que quedan fuera de esas negociaciones. Según el mismo organismo, el número de acuerdos bilaterales ha pasado de 13 en 1975 a 100 en 2000 y a 180 a mediados de este año.
Segundo, el proteccionismo pisa cada vez más fuerte y todo indica que continuará haciéndolo así. La economía mundial, si bien sigue con su marcha exitosa de los últimos años, enfrentará en los próximos años algún que otro ajuste. Los EE.UU hoy importan más de lo que exportan (el déficit comercial es 18% mayor al del año pasado).
Según Nofal, en la reunión Hong Kong se juega el largo plazo para la Argentina. Lo que surja de allí determinará si el país desarrollará todo su potencial en 10 años o lo hará en 40 años.
Todos contra todos
La pelea es al mejor estilo "Titanes en el ring", cuando los personajes se metían al ring peleando todos contra todos, en una mezcla desconcertante.
Por un lado, se divisa que la economía más grande se viene cerrando al mundo. El congreso norteamericano aprobó el CAFTA (un acuerdo de libre comercio entre EE.UU y cinco países de Centroamérica) por solamente dos votos.
En los EE.UU hay 20.000 productores de algodón que recibirán del Gobierno en 2005 unos 4.700 millones de dólares. Esto supera el valor de mercado de ese cultivo y, según Naciones Unidas, es mayor a la ayuda que el país entrega al Africa Subsahariana. Europa no es ninguna excepción tampoco, más bien lo contrario. Allí los agricultores y productores de azúcar reciben cuatro veces el precio vigente en el mercado mundial, generando un excedente de cuatro millones de toneladas. Luego invaden el mundo entero con la ayuda adicional de más de 1.000 millones de dólares en subsidios a la exportación.
Los EE. UU y la UE realizaron una propuesta en materia agrícola. El primero ofreció eliminar las subvenciones a la exportación en el plazo de cinco años, accediendo a las exigencias del G-20. El segundo propone una rebaja del 70% en los casos de ayudas directas que producen distorsiones graves en el mercado.
Para EE.UU, la contraoferta europea es inaceptable por corta. Para Francia, en el otro extremo, la oferta europea es demasiado generosa. La propuesta de la UE enfrenta principalmente a Francia (con su férrea postura de no eliminar la política agraria común) con el Reino Unido (Tony Blair, al frente de la presidencia de la UE este año, busca desbaratar la PAC).
De todas formas, en general, los dirigentes europeos piensan que los sacrificios que están realizando sus agricultores justifican exigir reformas semejantes a EE.UU, Australia y Canadá. Al mismo tiempo que estadounidenses y europeos se pelean por lo agrícola, ambos bloques (más Japón) se ponen de acuerdo en las rebajas de aranceles sobre el comercio industrial. Pero Brasil e India no quieren saber nada al respecto: argumentan que las mejoras que los países ricos ofrecen en materia de agricultura no alcanzan para subsanar los daños que se provocarían si se abrieran sus industrias.
La posición local
¿Qué es lo que hará la Argentina en semejante contexto? El país presentará una posición en común con sus socios del Mercosur e integrantes del G-20 que se apoyará sobre dos puntos fundamentales: pedir una eliminación de los subsidios a las exportaciones agrícolas y una reducción sustancial con miras a la eliminación de las medidas de ayudas internas en los países desarrollados.
La semana pasada los ministros de Relaciones Exteriores del Mercosur expresaron su compromiso con el éxito de la Ronda de Doha. Según el canciller Rafael Bielsa, "el bloque está muy sólido respecto de las posiciones que llevamos a Doha". Bielsa aclaró que Doha no significará obtener la eliminación de los subsidios a cualquier precio. "Los sectores industriales de la Argentina pueden tener total tranquilidad de que no van a sufrir lo que sufrieron durante los 90".
Durante el ciclo de debates sobre "Políticas de Estado para el desarrollo de la Argentina", organizado por el Grupo Clarín, Diana Tussie, investigadora de FLACSO, remarcaba la importancia de tener en cuenta que estos procesos en el mundo de hoy son permanentes, que nunca se deja de negociar. "¿Estamos ante un escenario pesimista?", se preguntaba Tussie, "no lo creo, en tanto la demanda internacional no caiga drásticamente. No, en tanto no veamos la negociación como un punto de llegada, sino como uno de partida".
La Argentina puede seguir explotando los próximos años la situación que la favoreció en el último tiempo. Según un trabajo de este año del Centro de Economía Internacional de la Cancillería, las exportaciones de alimentos con alto valor agregado presentan una elasticidad-ingreso mayor a la unidad (por cada punto que mejora el ingreso de los extranjeros, las ventas de estos productos a resto del mundo se incrementan en una proporción mayor). Dado el importante papel de los alimentos en el presupuesto de las personas y una vez que se satisfacen las necesidades básicas, a medida que aumenta el nivel de ingreso se demandan más y mejores bienes para la alimentación que implican altos niveles de calidad y elaboración. Esto mismo hoy se estaría viendo en China e India, resumen distintas estadísticas. Esta dinámica beneficia a la Argentina.
"Pero ojo —señala Nofal— a esos países le vendemos commodities, y lo que está en discusión en Hong Kong es la agroindustria: los lácteos, los alimentos, las carnes. Sectores donde hay más valor agregado". A nivel mundial, este tipo de productos representa el 50% de todas las exportaciones de alimentos, concentran el 10% del comercio mundial y exhiben tasas de crecimiento más altas y estables que las de las commodities agropecuarias.
Entran las empresas
Los países que lideran el grupo que integra la Argentina (Brasil, China e India), a través de los pedidos que les hacen los países desarrollados, están configurando un nuevo escenario en las relaciones internacionales que una década atrás no existía.
El mundo enfrentará una batalla en Hong Kong, pero la guerra ya comenzó de antes. Un trabajo de Naciones Unidas explica que los países ricos gastan poco más de 1.000 millones de dólares anuales a la asistencia del sector agrícola de los países pobres y un poco menos de 1.000 millones diarios en sustentar sus propios sistemas. Todos los años ambos bloques inyectan al agro unos 350.000 millones de dólares según datos de la OCDE.
Cancún fue un fracaso y aquel fantasma vuelve a sobrevolar Hong Kong. El G-20 no está dispuesto a firmar cualquier acuerdo. EE.UU o Europa podrían tardar más de una década en vender un auto en la Argentina.
La postura de los emergentes despertó el interés de las grandes empresas multinacionales, que quedaron como el jamón del sándwich. Un grupo de 60 firmas importantes (Microsoft, Repsol, Siemens, Nokia, Novartis, Fiat, entre otras) envió a la OMC un documento donde le piden a sus directivos que traten de alcanzar un acuerdo, made in Hong Kong.
Por Ezequiel Burgo y Sebastián Campanario
Fuente Diario Clarín