Existen menos de ciento cincuenta tejedoras mapuches en todo el mundo y 30 de ellas trabajan con Sandy Súdar, artista especializada en colores radicada en Bariloche. Este equipo de trabajo se formó justamente para dar valor agregado a las técnicas mapuches ancestrales, para lograr productos textiles, con la marca Rosa Azul, muy apreciados por el mercado externo, especialmente en Nueva York, Zurich y Londres.
Alfombras, mantas, caminos y tapices tejidos en telar con técnicas mapuches combinadas con una paleta de colores contemporánea es una alquimia que produce piezas muy valoradas. Además, por ser únicas y estar numeradas, son aún más buscadas en el mercado internacional.
La exportación comenzó hace pocos meses y se hace por encargo. Son los primeros pasos de una apuesta que promete ir por más. La cadena productiva se pone en marcha a través de reiterados viajes a Europa para recolectar los pedidos.
Valor agregado
Súdar explica que cada producto de Rosa Azul se elabora a mano y con características únicas. Las treinta tejedoras y 15 hilanderas mapuches que trabajan en este emprendimiento residen en Neuquén (Aluminé), Río Negro (El Bolsón, Ñirihuau, Ñorquinco) y Chubut (El Hoyo, Cushamen, El Maitén); viven y trabajan en sus casas, criando la familia, los animales y cuidando de los sembrados. Reciben por semana alrededor de 750 pesos y las piezas en el exterior varían entre los US$ 30 y los US$ 500.
Como ocurre en muchas zonas de nuestro país, los hombres se van a trabajar al campo y desaparecen durante varios meses y las mujeres quedan a cargo de todo. "Ellas son muy fuertes, y su estructura familiar es el matriarcado; lograr que aceptaran esta propuesta no fue tarea fácil; fueron demasiados años de falta de respeto hacia esta cultura, por lo que son muy desconfiados -advirtió Súdar-. Me llevó tiempo ganar su confianza, pero hoy tenemos un lazo muy fuerte basado en no fallarnos mutuamente."
Enormes soles anaranjados tejidos a mano o alfombras que ostentan azules e índigos con llamativos diseños cargados de cultura mapuche son algunas de las creaciones de una artista que supo combinar lo antiguo y lo moderno y crear esta marca registrada que tienta a los extranjeros.
"El diseño mapuche es comunicación pura, como un idioma transmitido de generación en generación, y es también el punto fuerte a la hora de promocionar estos productos en otros países. Por eso respeté los diseños y sólo cambié los colores. Ellas respondieron entusiasmadas."
Con más de quince años de experiencia como consultora en color para importantes estudios de arquitectura porteños, Súdar cuenta que en Europa aprecian mucho el hecho de que sus productos, por tratarse de hilados naturales, sean ignífugos (que, de quemarse, no desprenden humo ni son potencialmente inflamables) y esto es muy valioso para un consumidor consciente.
Este tipo de microexportaciones artesanales no debe medirse solamente en la cantidad de mercadería que sale del país en busca de un comprador extranjero, que siempre es acorde con la capacidad de producción de 20 metros diarios. Su importancia reside en que estos actos de creatividad están creciendo y se traducen en fuentes de trabajo para comunidades a veces marginadas. Rosa Azul es una fuente laboral para un promedio de 25 familias, que de otra manera no tendrían ingresos.
"Cada alfombra o tapiz que un extranjero encarga es como un pequeño mensaje de reconciliación que devuelvo al planeta. Nos une el amor por lo que hacemos", concluyó.
Por Andrea Méndez Brandam
Fuente Diario La Nación