El turismo crece en todo el mundo a tasas mayores que la economía. La actividad se ha tornado cada vez más importante para las economías de todos los países. A tal punto llega la capacidad del turismo de generar ingresos, que España obtiene más de US$ 50.000 millones al año por el ingreso de 86 millones de turistas extranjeros. Este monto representa casi el doble que el total de las exportaciones argentinas. El turismo es el motor fundamental de desarrollo de muchas naciones. Esto se debe a que es una actividad que tiene una capacidad incomparable para generar divisas y empleo de calidad. Además, la "industria sin chimeneas" se caracteriza por ser ambientalmente sustentable y promover el desarrollo regional.
En la Argentina, cada dólar producido por el turismo genera 5 veces más empleo que cada dólar exportado de soja. En términos de turismo internacional, los tres millones de viajeros que llegan anualmente, dejan ingresos por US$ 2000 millones lo que transforma al turismo en el segundo mayor sector exportador, luego del complejo sojero. Pero estas cifras se ven opacadas al lado de los cinco millones de visitantes que recibe Australia o los siete millones que recibe Sudáfrica. Cabe destacar que el argumento de la lejanía del mundo desarrollado queda descartado para justificar estas diferencias.
Distancia
De todos modos, es muy cierto que el turismo es un negocio de cercanía. De hecho, el 50% del turismo mundial es intraeuropeo. Es que no sólo el costo aumenta cuando las distancias se alargan, sino que los tiempos empiezan a jugar un factor determinante.
A un japonés que tiene dos semanas de vacaciones por año y más de 30 horas de vuelo hasta Sudamérica, se le hace extremadamente improductivo utilizar tres de sus 14 días de descanso en un avión. Es por esa razón, y no por otra, que la mayoría de los visitantes de la Argentina provienen de países latinoamericanos, más algunos españoles y norteamericanos. Así y todo, la Argentina debería estar en condiciones de duplicar sus ingresos turísticos con una buena política para el sector, que no se agota en la devaluación.
El país se debe tornar atractivo y competitivo independientemente de las ventajas del tipo de cambio.
Somos baratos, pero deberíamos ser prestigiosos y recomendables.
En este marco, se impone el urgente incremento de la cantidad y calidad del presupuesto para promoción turística en el exterior. Mientras Australia invierte US$ 70 millones por año en promoción turística y Sudáfrica US$ 15 millones, la Argentina sólo invierte US$ 3 millones. Se empieza a explicar por qué, a pesar de las distancias similares, algunos países atraen más turismo que otros. El presupuesto argentino apenas si alcanza para asistir a algunas ferias adonde asisten las agencias de viajes. Pero hay que recordar que cada vez más es el consumidor final, el viajero, el que se informa y decide cuándo y adónde viajar. Entonces no alcanza con explicar las bondades de nuestro país a las agencias si no logramos que los turistas pregunten si quiera por Argentina. Está demostrado que el 70% de los turistas se informa o completa su información sobre el destino a través de Internet. Significa que una vez llamada la atención del público potencial, puede alcanzar con direccionarlo a un sitio de Internet que debería tener la mejor información y el mejor diseño para terminar de atraerlo.
Una segunda medida debe ser el desarrollo y mejora de los productos turísticos nacionales. La pavimentación y mejora de un verdadero "camino del vino" en Mendoza, o la puesta en valor de San Telmo como se supo hacer con Puerto Madero, o la realización de una bien promocionada Semana Internacional del Tango son inversiones que no pueden más que generar miles de empleos directos e indirectos de alta calidad.
Por último, sería deseable implementación de medidas transversales para mejorar temas cruciales como la seguridad y la limpieza. Ambos son los mayores problemas mencionados por los visitantes de Buenos Aires. El robo a un colectivo lleno de turistas que venía de Ezeiza no puede más que espantar a varios cientos de turistas que escucharan ese cuento cuando los asaltados regresen a sus pueblos. El aumento de la cantidad de comisarías turísticas, la creación de una guardia turística, el refuerzo de presencia policial en circuitos turísticos y el desarrollo de un plan de "basura cero" en zonas turísticas son ideas poco onerosas y no tan difíciles de implementar.
Pasados más de tres años desde la devaluación y el default que hicieron estallar al país, la Argentina debe dar de una vez por todas un salto de calidad en el desarrollo turístico. Debemos atraer turistas por lo interesante y no sólo por los precios. Esto requiere de una política clara y estable a través de los años.
Por Carlos Tramutola (h)
Fuente Diario La Nación
El autor es director ejecutivo de la Fundación Grupo Sophia