Buena formación y honorarios competitivos, la fórmula de los profesionales argentinos que exportan. Oportunidades para grandes y chicos. Ladrillo sobre ladrillo, la arquitectura argentina construye su perfil exportador. Tras la devaluación, y ante la falta de actividad en el mercado local, el rubro se volcó fuertemente al mundo. La tendencia se revirtió parcialmente con la recuperación de la construcción, pero alcanzó para dejar en la vidriera a los estudios -grandes y pequeños- que hicieron una apuesta estratégica a la exportación de sus servicios.
Ahora, esas empresas venden proyectos importantes o meros servicios de documentación -cálculos, planos e imágenes-. Por un lado, hay nombres de larga trayectoria y prestigio, y por el otro, nuevos profesionales que buscan experiencia más allá de las fronteras.
No faltan quienes ya tienen oficinas en el exterior, como Turjanski, Sartorio y Asoc. (TSYA), Vila, Sebastián, Vila y Asoc. (VSV), Lier-Tonconogy (LYT), y Bodas, Miani, Anger y Asoc. (BMA). Pero también hay empresas más chicas que llegaron a nuevos mercados casi artesanalmente: por los contactos facilitados por argentinos emigrados o antiguos compañeros de facultad y aprovechando al máximo el atajo virtual y barato que ofrece Internet.
Si bien no se puede hablar estrictamente de una arquitectura con rasgos argentinos, el reconocimiento internacional de profesionales locales como César Pelli y Rafael Viñoly -que aunque nació en Uruguay, se formó y desarrolló en la Argentina-, entre otros, ayuda a ganar espacios. La calidad de la formación y la competitividad de los honorarios completan una fórmula exitosa que está abriendo puertas en el exterior. Entre los grandes estudios que exportan, los más jóvenes son VSV, que acaba de abrir una oficina en China, y BMA, que construyó el aeropuerto de Ereván, capital de Armenia. El más extendido es TSYA, que tiene cuatro representaciones en el exterior (Montevideo, San Pablo, Ciudad de Panamá y San José de Costa Rica). Lier-Tonconogy también está afuera: tiene una sede en Miami, donde levanta su tercer edificio.
VSV es el caso más reciente de desembarco exportador. "Después de la crisis, la oficina definió una estrategia de expansión en el Mercosur. En Chile ganamos un concurso para construir el Centro de Justicia, la obra más grande de la historia del país", relata Marcelo Vila.
En los últimos años, varios estudios locales supieron explotar las oportunidades que surgieron tras la Cordillera. Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Salaberry y Solsona proyectaron la nueva sede de Televisión Nacional de Chile, y PFZ Arquitectos diseñó varios shoppings en Viña del Mar y Calama, entre otras ciudades.
La obra de los tribunales chilenos dio mayor exposición a VSV, que el año pasado fue visitado por delegaciones de municipios chinos interesados en sus trabajos de urbanismo. Al final, Vila viajó a China donde dos desarrolladores le propusieron abrir una sucursal. Así, desde enero último, el estudio trabaja en sus primeros desarrollos asiáticos. "Nosotros ponemos la estructura, el conocimiento y un arquitecto asociado que viaja a definir cada obra. El anteproyecto se termina en Buenos Aires, pero el desarrollo de ingenierías y dibujos se hace con empleados chinos", explicó Vila.
Más allá de estas experiencias están los estudios pequeños y medianos, muchos de los cuales pelean nichos del mercado externo sin salir de su ciudad. "Los arquitectos de universidades argentinas, de buen nivel académico, con mucho uso de Internet y dibujo digital, acostumbrados a reinventarse cada vez que las circunstancias de este país lo demandan, son candidatos ideales para prestar servicios baratos a distancia", explica Angel Seggiaro, del estudio Fundar, de Rosario. Ese panorama se vuelve realidad en experiencias de decenas de profesionales repartidos por toda la Argentina. "El caso de mayor magnitud que se nos presentó fue un proyecto de remodelación de una vieja casona de estilo Art Noveau en Cuba para clientes españoles que planeaban convertirla en hotel. Aunque la obra no prosperó, todas las negociaciones se realizaron mediante la Web", contó Fernando Battista, de BAAB, de La Plata.
Y claro, a veces, tanta intermediación virtual lleva a confusiones. "Un cliente brasileño nos ocultó la verdadera dimensión de su empresa para minimizar nuestro trabajo. Ante la falta de oportunidades aquí, presupuestamos honorarios básicos y a los dos días ya estábamos en Brasil con una mochila, en jeans y zapatillas. En el aeropuerto nos esperaban dos vans, guardaespaldas y arquitectos locales para recorrer varias ciudades en el avión privado de la firma. Para el segundo viaje, llevamos toda la tecnología que habíamos adquirido en los años 90, los sorprendimos con un proyecto a su medida y pudimos multiplicar nuestros honorarios por diez. Además, nos encomendaron otros proyectos importantes", relató Jorge Conticello, de Conticello Arquitectos.
Pero no todo es intangible. Becker, Ferrari y Asoc. concursó -junto con un estudio de San Francisco, Estados Unidos- por la remodelación del centro de Saigón, capital de Vietnam. Hasta allá viajó una maqueta del proyecto de dos metros por uno. "Los inconvenientes con la distancia se solucionan con la organización y previendo los tiempos", contó Daniel Becker.
La globalización y las telecomunicaciones convierten al mundo en un solo gran mercado para este tipo de servicios y las principales barreras están en la identidad cultural de cada país.
Por eso, los especialistas recomiendan empezar por lugares afines. "No lo veo atractivo para los países del Primer Mundo. Tenemos mucho más para ofrecer en naciones de nuestras características y desarrollo económico", opinó Turjanski. "Conviene no olvidar que las regiones son sistemas de ciudades más que de países, allí hay que llegar y buscar nichos específicos", consideró Emilio Rivoira, de Hampton-Rivoira. "Nuestras oportunidades existen principalmente en el mundo de habla hispana, la lengua colabora a la hora de encomendar un proyecto", indicó Juan Pfeifer, de PFZ.
Modelos de negocio hay muchos. Están los que exploraron mercados y nichos y encontraron su lugar en el mundo. Otros, exportaron de la mano de grandes compañías argentinas que para sus emprendimientos en el exterior contratan su arquitectura en el país. Y los más chicos, están llegando gracias a viejos conocidos que sirven de cabecera de playa. La especialización parece clave: "Nosotros nos dedicamos a la arquitectura penitenciaria, tema en el que no existe mucha experiencia en la región por lo que participamos de muchas licitaciones", explicó Federico Aja Espil, de Aja Espil-Cobelo SA.
Los servicios que la Argentina puede exportar no han tenido gran promoción en el exterior ni suficiente planificación. Entre los esfuerzos recientes está la publicación de la Guía de Exportadores que encaró el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) y el gobierno porteño. "La Cancillería debería tener una actitud más agresiva en este tema", reclamó Pfeifer.
Como se ve, en este segmento de la oferta exportable nacional, todavía hay mucho por construir, pero los cimientos ya están consolidados.
Por José Crettaz
Fuente Diario La Nación