Miguel Sampedro, un ingeniero de 28 años, encontró la forma de procesar la rosa mosqueta sin originar desperdicios y creó el año pasado Patagonia Natural Products, una empresa que desde Chubut comercializa los derivados de este fruto en el exterior.
Sampedro tenía un buen trabajo en una multinacional, pero quería tener un proyecto propio y dejó la empresa.
Luego de un año sabático, visitó el campo de su novia en la Patagonia y descubrió la abundancia de rosa mosqueta en la región. Allí le comentaron los usos medicinales de la planta. El ingeniero empezó a investigar el tema.
"En Buenos Aires me puse a estudiar la mosqueta día y noche. En ese momento, conseguí una beca en el centro de emprendedores del ITBA y ahí fue cuando el proyecto empezó a tomar forma", relató.
El emprendedor diseñó una planta procesadora y con un plan de negocios fue en busca de inversores. Consiguió tres socios capitalistas, que colocaron US$ 400.000. Con ese dinero construyó la primera fábrica que se especializa en el procesamiento de la mosqueta de Trevelin.
"En la planta limpiamos, secamos y procesamos el fruto. Por un lado, se obtiene la cascarilla, que la vendemos a las firmas de tes. Por el otro, se consiguen las semillas, que se prensan para obtener el aceite para la industria cosmética. Lo que queda luego es la pelusa que rodea a la semilla", explicó Sampedro. "Pero no la tiramos -continuó-. Se la damos a la gente de la comunidad que la usa para lograr un mejor fuego en las chimeneas. En otras palabras, no tenemos desperdicios y todo tiene utilidad."
El ingeniero explica que la abundancia de la planta es tal que no resulta rentable sembrarla. La mosqueta tiene una vida útil de 60 años y ahora Sampedro está delineando un desarrollo de cultivo intensivo para no depender tanto de los recolectores. Desde un principio, el emprendedor dirigió sus productos al exterior. Según señala, Europa es el principal importador de este producto y por eso partió rumbo a Alemania para promocionar la empresa en una feria de alimentos. "Fue difícil porque apenas decía de donde venía me cerraban las puertas. Los importadores me respondían que sólo le compraban a Chile, que es el mayor productor. Pero finalmente conseguí a los primeros clientes que compraron las cascarillas para hacer té", señaló.
Así, Patagonia Natural Products embarcó tres grandes contenedores para Alemania por US$ 180.000. Ahora, su representante comercial en Europa está negociando más exportaciones a ese país y a España. Según Sampedro, la oferta del aceite esencial todavía está desarrollándose. Recientemente, compró prensas modernas para acelerar el proceso y conseguir clientes de la industria cosmética. "El aceite de mosqueta -dice- tiene un alto contenido de retinol, un ácido muy utilizado por los laboratorios, que mejora la calidad de la piel. La idea es dirigir el producto a las firmas locales y extranjeras."
Valor agregado
Al tiempo de haber iniciado la producción de derivados de mosqueta, Sampedro comenzó a estudiar los hongos morilla que se dan en la zona. Se trata de una variedad que no es cultivable y su precio es tan alto como el de las trufas (por 100 gramos el público europeo paga unos 45 euros).
Al reconocer un nuevo negocio, Sampedro adaptó la tecnología de la planta para secar y limpiar las morillas y recientemente concretó su primera exportación a Francia por un valor de US$ 20.000. "Los hongos no abundan como la mosqueta y no podemos comprometer grandes envíos. Por eso, los estamos dirigiendo a los restaurantes y negocios gourmet -explica-. Dentro de poco vamos a tener una novedad para el mercado: estamos armando un desarrollo para darles valor agregado."
Actualmente, el ingeniero está trabajando con el INTA en un proceso que le permitirá utilizar las semillas como alimento balanceado. En su empresa ya trabajan 10 personas.
Por Mercedes García Bartelt
Fuente Diario La Nación