La reciente apertura de China a las carnes argentinas vino con sorpresa: el gigante asiático también habilitó el ingreso de vísceras y menudencias vacunas. Fue una señal largamente esperada por un negocio que, pese a su bajo perfil, no es de poca envergadura. En rigor, la Argentina exporta casi 40% de los "despojos" bovinos que produce. Los envíos, hasta octubre pasado, sumaban 68 millones de dólares. Y ya habían superado en 20% los de todo el 2003.
De cada vaca que ingresa al matadero —unos 13 millones por año— quedan muchos kilos de carne, el cotizado cuero y cerca de 20 kilogramos de menudencias y vísceras. En ese paquete viene de todo, y poco es lo que los argentinos se quedan aquí, como parte indispensable de una buena parrillada: básicamente las mollejas, el riñon, los chinchulines y algo de ubre y tripa gorda. Buena parte del resto se envía al exterior: "Es como revalorizar productos que acá no tienen tradición", relató Gustavo Balsangiácomo, titular de la Unión de la Industria Cárnica (UNICA) y empresario del ramo.
Vaya si lo es. Por cada tonelada de menudencias vendida entre enero y octubre, la Argentina obtuvo un promedio de 890 dólares (unos 2,70 pesos por kilo). No es poco teniendo en cuenta que lo que se vende es mondongo, hígado, librillo (uno de los estómagos de los vacunos), rabo, tendones, corazón, lengua, pulmón y hasta el pene. ¿Para qué? En todos los casos para comer. Para algunos clientes argentinos —por tradición culinaria o debido a su pobreza— algunos de estos productos resultan manjares.
Hong Kong es por lejos el principal destino de las menudencias argentinas (con 38% de las compras) y forma parte del primer grupo: compra un poco de cada cosa, porque allí la ingesta de estas menudencias no es producto de la necesidad sino cuestión de gusto. En total, la Argentina envió este año sus despojos bovinos a casi 50 países. De esa lista surgen algunas curiosidades: Italia compra sólo el mondongo y Canadá se lleva casi en exclusiva el órgano genital de los toros.
Pero existe todavía mucho margen para crecer si la Argentina logra de una vez por todas salir del circuito de países considerados aftósicos. Enrique de León Belloq, vicepresidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), relató que Chile está vendiendo la lengua de sus bovinos a Japón a unos 10.000 dólares por tonelada, es decir más cara de lo que la Argentina logra colocar sus lomos en la Unión Europea. "Si se abren los mercados de mayor valor para las carnes también aumenta el valor de las menudencias", explicó.
Aquí entra a jugar China, que hasta ahora exigía "riesgo cero" en materia de fiebre aftosa a sus proveedores. "Es un mercado muy importante, al que todavía no podemos dimensionar. Tiene 300 millones de personas de clase media y son los únicos consumidores de algunos productos, como las aortas y las membranas. Para ellos, todo es comestible", dijo Balsangiácomo.
En realidad, China ya venía consumiendo menudencias vacunas de origen argentino, pero a través de la triangulación vía Hong Kong. La apertura formal de ese mercado, según diversas fuentes, permitirá eliminar los elevados costos de esa intermediación y ampliar los negocios.
Por Matías Longoni
Fuente Diario Clarín