Muerta la convertibilidad, viva la devaluación. Con el nuevo modelo económico, el país y la clase dirigente (empresarios y políticos) deben sentarse a trabajar para lograr el milagro de un país exportador. Es hora de crear leyes e incentivos económicos pensando en los mercados extranjeros. Japón y Alemania devastados por la Segunda Guerra Mundial lo lograron en 20 años. Singapur, Corea y el resto de los tigres asiáticos comenzaron a trabajar en la década de los 60, y 20 años después eran importantes jugadores exportadores.
Estos países lograron convertirse en potencias industriales jugando con una moneda débil, como la que hoy tenemos luego de una década de 1 a 1. Pero no fue sólo una moneda débil la clave para las exportaciones. Estos países invirtieron mucho dinero y esfuerzo en educación, innovación, tecnología y ciencia. Hace 40 años Corea exportaba zapatillas. Hoy sus costos crecieron y ya no es capaz de competir contra China o Thailandia. Sin embargo, Corea se reconvirtió y exporta autos y barcos.
Hace 35 años en Singapur no existía casi nada, Lee Kuan Yew utilizó la industrialización, el comercio y el turismo para crear una sociedad moderna y muy educada. Hoy Singapur se esfuerza por tener una sociedad abierta que empuje a sus trabajadores hacia arriba en la cadena de valor. Singapur quiere ser el centro de servicios de Asia.
Esfuerzos similares se producen en Brasil. En los últimos 10 años el vecino invirtió en educación, ciencia y tecnología. Creó múltiples fondos para invertir en investigación y desarrollo, financiado por las empresas a instancias del gobierno para que trabajen en conjunto con las universidades y laboratorios. Resultados: en 2003 Brasil aumentó sus exportaciones un 30%, y es el motor de Sudamérica. Días atrás 35 de los más importantes empresarios se reunieron para hacer lobby por una mejor educación para los brasileños. ¿El motivo? Los trabajadores salen de las escuelas sin las capacidades mínimas para trabajar en las fábricas, lo que le quita competitividad a ese país.
La otra cara
Mientras tanto, en nuestro país seguimos viviendo de las exportaciones agropecuarias y petroleras, que componen 2/3 de nuestros envíos al exterior.
La devaluación solo permitió sustituir un 10% de las importaciones, las retenciones a las exportaciones no crean incentivos suficientes para lanzarse al exterior, y una empresa requiere invertir de 3 a 5 años para entrar en los mercados externos.
El panorama no es promisorio para crear un boom exportador. La mitad de la población vive en la pobreza y su educación es precaria. No existen incentivos para crear empresas de tecnología. No hay créditos a largo plazo para invertir y la gran mayoría de las empresas se modernizan por reinversiones. Un nuevo modelo exportador requeriría de un gobierno que empuje a las PyME al exterior, abriendo mercados y guiándolas, como hicieron Japón, Corea y Singapur, hasta que pueden caminar solas.
Es hora de diversificar nuestra producción, y no tratar solamente de vender carne y cereales a EEUU y Europa. Porque esos mercados ya producen estos productos. Más inteligente sería vender lo que estos países sí importan. Mientras nosotros pensamos en esto, del otro lado del mundo hace rato que están trabajando.
Por Santiago Daniel Peixoto
Fuente Diario La Gaceta