El sector apícola tiene muchos desafíos por delante luego de que la Unión Europea autorizó el reingreso de los productos de origen animal (entre los que se incluye la miel y la jalea real) procedentes de China, a fines de agosto pasado. Vale recordar que la Argentina pasó al primer lugar como exportadora de miel en 1998, y que afirmó su posición a partir de la crisis sanitaria por la cual el Viejo Continente le cerró sus puertas a la miel china (el gigante asiático vendía a la UE unas 35.000 toneladas).
Además, la detección de restos de nitrofuranos (un antibiótico de uso veterinario que podría provocar cáncer) en muestras de miel argentinas, enviadas a Inglaterra en agosto de 2003, provocó una caída importante de las ventas al exterior: entre enero y septiembre de este año, el sector exportó 47.000 toneladas de miel, por un valor superior a los 98 millones de dólares, lo que significa una disminución del 27% en el volumen y del 33% en el valor comercializado respecto de 2003.
Según la ingeniera agrónoma Mercedes Nimo, de la Dirección Nacional de Alimentos, ya que el sector destina al mercado internacional el 95% de lo que produce, deberá agilizar la búsqueda de otros destinos y avanzar en la adopción de sistemas de trazabilidad, exigencia que en los próximos años será imprescindible para comercializar alimentos en todo el mundo.
En su opinión, la diferenciación de la calidad de las mieles argentinas será la principal herramienta para que los consumidores distingan el potencial del país como productor de alimentos premiun. "Hay que promocionar las mieles por su origen, pero no con los importadores sino con los consumidores, y para esto hay que mostrar una imagen homogénea de la miel argentina en las ferias internacionales", expresó Nimo.
Debido a que no se trata de un producto de primera necesidad, en opinión de Jaime Feeney, propietario de Alimentos Naturales, compañía que logró posicionarse como la primera exportadora de miel fraccionada y que, además, lidera las ventas en el mercado interno, con el 40 por ciento del volumen comercializado en supermercados, "habrá que promover el consumo y el producto tanto en el mercado interno como entre los potenciales compradores".
En la Argentina, la demanda de miel apenas alcanza los 200 gramos por habitante por año, bastante lejos de mercados como Alemania, donde el consumo supera el kilo per cápita.
Diferenciación
Sólo el 2% de la miel exportada se vende fraccionada y es en esta pequeña franja donde empieza a notarse la recuperación del sector. En los primeros siete meses de 2004 las ventas de miel fraccionada aumentaron un 197% en volumen y un 260% en valor respecto de igual período de 2003. En ese lapso las exportaciones alcanzaron las 271 toneladas, por un monto de 811.000 dólares. Entre los principales destinos de este producto se cuentan los Países Bajos, Italia, Brasil, Australia, Bolivia, Noruega, los Emiratos Arabes, Alemania y Canadá.
La creciente demanda de las mieles fraccionadas responde a la necesidad del consumidor de contar con información exhaustiva sobre la sanidad y la calidad del producto. En esto invierten quienes diferencian sus mieles con sistemas de trazabilidad, certificaciones de calidad y selección por su origen botánico.
El caso de las mieles Aleluya refleja esa tendencia. La compañía especializada en el procesamiento de miel creció un 114% en el primer semestre del año respecto de igual período del año anterior. Según Feeney, este incremento se debe a la valoración de la identidad del producto.
La empresa administra unos 550.000 kilos de miel y exporta el 75 por ciento de ese volumen a 18 países.
"Los problemas sanitarios nos encontraron bien posicionados", señaló Feeney, que explicó que mucho antes había acordado con sus proveedores mínimos requisitos de manipuleo de la miel. El empresario insiste en que hay que exportar valor agregado, y que debe lograrse con las mieles argentinas la diferenciación que Chile alcanzó con sus vinos.
Por Analía H. Testa
Fuente: Diario La Nación