Si bien la ampliación hacia países del este le posibilitó incrementar su autoabastecimiento, la Unión Europea sigue demandando alimentos para un mercado de 450 millones de consumidores. Y las posibilidades están concentradas en frutas, hortalizas y productos orgánicos. “Los alimentos argentinos tienen buena reputación por su calidad y el consumo en Europa crece año a año”, aseguró Martina Ziebel, especialista alemana en vínculos comerciales entre la Unión Europea y países extracomunitarios, quien disertó en el marco de un workshop organizado por la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba.
El taller, que se repitió en Santa Fe y Entre Ríos, también contó con la participación de Jutta Krawinkel y Peter Loosen, quienes expusieron sobre productos orgánicos y aspectos legales, respectivamente.
Integrada por 25 estados miembros, la Unión Europea concentra alrededor del 20 por ciento del comercio mundial, escenario en el que Alemania es uno de los principales protagonistas.
En 2003, ese país importó alimentos por 532.000 millones de euros, universo en el que Argentina obtuvo apenas una tajada del 0,16 por ciento, según datos de Global Project Partners, organismo alemán que promueve la promoción y el desarrollo de las exportaciones y asiste a empresas extranjeras no comunitarias para llegar con sus productos al Viejo Mundo.
Modelo alemán
Alemania es el importador más grande de la Unión Europea, seguido por Gran Bretaña, Francia, Italia y Holanda. Durante 2002, sus habitantes destinaron 180 mil millones de euros en comida y bebida. “El consumo de frutas fue de 118,2 kilos per cápita”, indicó Ziebel, quien aseguró que los productos con mayor potencial son las frutas y hortalizas, particularmente las que son “exóticas” para Europa, además de alimentos procesados en base a ciertos vegetales.
También mencionó los productos dietéticos y la miel, aunque esta última está en retroceso por la crisis de los nitrofuranos. Los alemanes consumen 1,5 kilo de miel por año, pero el 50 por ciento de las partidas que llegan del exterior han sido calificadas como de baja calidad. La principal preocupación está en la presencia de residuos de pesticidas y antibióticos.
“Argentina perdió su lugar en la miel, que fue ocupado en gran medida por India y China. Esta última había sido vetada en 2002, pero aprendió la lección, cambió rápidamente y recuperó mercado con buenos precios”, afirmó Ziebel. En cuanto a los productos orgánicos o ecológicos (sin agroquímicos, abonos nitrogenados ni modificaciones genéticas), Alemania se encuentra dentro del grupo de los países con un mercado maduro, que crece entre 5 y 10 por ciento cada año.
“El Gobierno está por lanzar una campaña promoviendo el consumo de orgánicos”, reveló Jutta Krawinkel, quien aseguró que, ante la posibilidad de elegir, los alemanes evitan consumir alimentos transgénicos. El 38 por ciento de los productos ecológicos se importan, y se estima que en 2005 moverán 3,7 millones de euros en ese país.
Las exportaciones argentinas de frutas orgánicas a Alemania crecieron en el último año, especialmente en peras y manzanas y, en legumbres, también hay interés en ajo, cebolla, zapallo y zapallito, señaló Krawinkel, que colabora con el Movimiento Argentino para Producción Orgánica (Mapo). Los orgánicos deben estar certificados y la normativa nacional allana el camino, ya que es equivalente a las regulaciones europeas.
Fuente Diario La Voz del Interior