Después de "tocar fondo", un tornero y su hijo arquitecto crearon Tensocable, una empresa productora de tensores de cable para panelería, estanterías y protección de barandas. La crisis del tequila dejó sin empleo a Jorge Finkielsztajn y su padre Isidoro. En 1996, el dúo comenzó a investigar sobre tensores y se dieron cuenta de que "no había en el país una empresa que los fabricara y que en el mundo no se los utilizaba como una herramienta de diseño". "Yo había perdido mi trabajo en un estudio de arquitectos y el negocio de mi padre estaba mal. También había tenido problemas con mi familia y llegué a tocar fondo hasta que me di cuenta de que era hora de hacer las dos cosas que siempre había querido hacer: trabajar con mi padre y diseñar", recordó Jorge.
"Entonces empecé a ver el tema de los tensores y nos pusimos a hacer las primeras piezas. Arrancamos en 1997 en la casa de mi abuelo, en donde mi padre tenía su taller. Fue muy difícil salir y recorrer todos los estudios de arquitectos para venderles nuestros productos porque yo no soy vendedor. Pero los conocía y eso me ayudó. No hubo una respuesta inmediata, pero finalmente llegaron los pedidos", añadió.
La empresa fue ganando mercado. Primero lanzó los tensores y luego empezó a armar estantes, paneles, dispositivos para luminaria y protectores de baranda. "Lo que hacemos son estructuras de soporte mediante el tensado de cables de acero. Trabajamos las piezas con o sin cromado y las combinamos con cueros, maderas y vidrio", dijo el arquitecto.
Nuevo local, más ventas
En 2003, Tensocable facturó 264.000 pesos y en lo que va del año lleva facturados 295.000 pesos. Según el empresario, el crecimiento respondió en parte a la inauguración de un show room taller en Villa Crespo. "Habíamos estado siempre en el Bajo Flores en la casa de mi abuelo. La apertura del nuevo local nos facilitó la llegada a potenciales clientes", explicó. Hasta el año último, Tensocable se manejó siempre con arquitectos y empresas como Telecom, Interbaires y Autopistas del Sol. A principios de 2004, la compañía centró su atención en el canal minorista y este factor también impulsó sus ventas.
"Pensamos que podíamos hacer aplicaciones para el usuario común. Así armamos los primeros kits de piezas para cortinas de baño. Son dos tensores con un cable al que se le colocan los ganchos para la cortina. Estas piezas reemplazan la baranda tradicional y logran un espacio más amplio y agradable", agregó.
"Fuimos primero a Morph y el dueño nos ayudó bastante a la hora de armar el packaging -continuó-. Cuando lo pusimos en las tiendas fue un éxito inmediato. A la gente le encantó y a partir de ahí empezamos a armar otros kits. El que le siguió fue paquete para colgar cortinas en ventanas y luego armamos piezas para colgar toallas y apoyar los elementos del baño."
Hicieron sus primeras exportaciones de la mano de la Fundación Exportar: vendieron a Sudáfrica, Uruguay, Guatemala y Chile.
La empresa emplea ocho personas e Isidoro se encarga de capacitar a los jóvenes torneros. Al respecto, el empresario, que se esfuerza por incluir a jóvenes que vivieron en la calle, comentó: "Queremos crecer bien. Queremos seguir desarrollando productos nuevos y originales, pero, más que nada, queremos seguir generando fuentes de trabajo".
Mercedes García Bartelt
Fuente Diario La Nación