El Chaltén comenzó a venderlas exitosamente en España. Fabrica desde pequeños bungalows hasta unidades de unos 2000 m2. En la familia Arnedo, la pasión por construir cabañas de madera fue pasando por tres generaciones. Con los años, no sólo adquirió la forma de un emprendimiento comercial, sino que además logró asomarse al mercado internacional. El Chaltén, tal como se llama esta pyme familiar, nació en 1978 luego de que Sol Arnedo se nutrió durante años de lagos, cielo y pinos en el Sur y más tarde decidió volver a Buenos Aires para instalarse cerca del mar, en Mar del Plata, para dedicarse a fabricar cabañas de manera artesanal.
Hoy, esta pequeña empresa que está a cargo de su hijo y en la que trabajan también sus nietos, fabrica desde bungalows transportables de 12 metros cuadrados cubiertos hasta cabañas de 1200 a 2000 metros cuadrados que se lucen como confiterías, complejos turísticos o viviendas en Entre Ríos, Santa Cruz (El Calafate y El Chaltén), en la provincia de Buenos Aires (Sierra de la Ventana) y, desde hace menos de un año, también en España.
Los pedidos del exterior interceptaron la rutina de la fábrica casi de improviso, abriendo una nueva dimensión para la empresa. "El hijo de unos amigos de Mar del Plata que está viviendo en España se puso en contacto con nosotros y nos relacionó con una firma que las vende allá. Ya enviamos seis cabañas para un complejo de viviendas de tiempo compartido y en 12 días tenemos que despachar otra más de 85 metros cuadrados con todos sus accesorios hacia Málaga. Allá estamos compitiendo con productos ingleses y alemanes, pero gustan más los nuestros por la calidad de los materiales y la producción artesanal", comentó Rolando Arnedo, director de El Chaltén.
Las cabañas se envían armadas en paños prefabricados de madera maciza, elaborados con medios troncos que son trabajados artesanalmente, lo mismo que las puertas y las aberturas. Se entregan completas hasta la cubierta interior del techo: con pisos tarugados de madera, aberturas, instalaciones y herrajes. Así, todo viaja dentro de un contenedor.
Una vez que la cabaña llega a destino, la firma envía a alguien para asesorar a la gente del lugar en el armado. "Si se trata de un producto de tamaño estándar, se arma en dos días y se empieza a techar. Se tarda aproximadamente 30 días en total para dejarla lista con todos los detalles", explicó Arnedo.
Aun cuando los pedidos del exterior parecen tener un buen futuro, el empresario reconoce que para una pyme comenzar a transitar el camino del comercio internacional no es sencillo."Recién estamos empezando. Y si bien nuestros precios son competitivos afuera, hay muchos otros aspectos que tener en cuenta. Por ejemplo, en el primer embarque que hicimos rumbo al puerto de Algeciras, en España, se habían hecho mal los papeles y casi nos mandan el contenedeor de vuelta", reconoce.
En contraste con sus primeros años, la fábrica tiene hoy 10 empleados e inversiones en maquinarias, lo que le permitió mejorar su ritmo de producción: se construyen alrededor de cinco cabañas por mes. Sin embargo, Arnedo sostiene que todavía falta ajustar varias piezas para sostener la competitividad en el exterior.
Con ese objetivo por delante, la firma está trabajando junto a especialistas del Ministerio de la Producción de Buenos Aires en la mejora del plan comercial y en el acceso a líneas de créditos que le permitan mejorar aún más su sistema productivo.
"Con los años fuimos superando la calidad y la forma de construcción. Tratamos de que todos nuestros productos sean íntegramente nacionales; por eso, desde la madera que compramos en Entre Ríos o Misiones, hasta la grifería y los herrajes que utilizamos son de aquí", aseguró.
Por Sandra Califano
Fuente Diario La Nación