La vieja fábrica, oculta en la tupida selva misionera, vuelve a calentar motores. Es la única de su tipo que queda en el país, pero no se siente parte de una raza en extinción. Todo lo contrario. Produce aceite de tung y tiene demanda segura. Por eso, sus dueños renovarán la apuesta por el cultivo, del que la Argentina es el tercer mayor productor mundial. Los dueños de la fábrica son 4.700 pequeños productores de la Cooperativa Agrícola Picada Libertad, de Leandro N. Alem, Misiones. Están lanzados en un plan para recuperar la producción de tung, una nuez originaria del Asia que hace mucho prendió bien en las rojas tierras guaraníes, tanto en la Argentina como en Paraguay. En algún momento, aquí hubo 8 fábricas que extraían su aceite. Y se llegó a cosechar 60.000 toneladas.
En Misiones la cosecha de tung comenzó hace dos semanas. El año pasado, la cooperativa logró juntar 10.000 toneladas. Produjo con ellas 1.500 toneladas de aceite, que vendió en EE.UU. y Europa. Obtuvo cerca de US$ 1,5 millones. Fue aire fresco para los minifundistas, que subsisten con pequeños lotes de té, yerba o tabaco. Y de tung, nuevamente.
Este año, por problemas climáticos, los colonos esperan una caída de la producción, hasta 6.000 toneladas. Es una cosecha particular, porque no hay nada que cortar. Las nueces se recogen del suelo, ya secas. Cuidado con comerlas porque son venenosas. Su aceite tampoco es comestible: se usa para pinturas y barnices, sobre todo en la industria naval.
"Lamentablemente va a caer la producción. Por eso estamos incentivando nuevas plantaciones", contó el titular de la cooperativa, Roberto Swier. De entrada, este año duplicaron el precio al productor, de 140 a 250 pesos por tonelada. Afuera hay mercado y el precio del aceite está en franca recuperación. En 2001 tocó un piso de 470 dólares la tonelada. Hoy supera los 1.000 dólares. Y en el medio hubo una devaluación, cada dólar vale más.
Como muchos otros cultivos regionales, el tung comenzó a perder fuerza a principios de los noventa. Ahora que vuelve a ofrecer un margen, Picada Libertad trata de recuperar las viejas plantaciones, distribuye semillas y está en busca de apoyo económico para ampliar la superficie. Financiamiento se necesita, porque el árbol recién comienza a dar nueces después de 3 años.
Pese a la debacle, la Argentina sigue siendo tercer productor mundial de este singular fruto, detrás de China y Paraguay. Pero el país asiático les saca a los latinoamericanos una ventaja enorme. Los precios justamente están subiendo porque China "que no para de crecer" cada vez consume más de su producción, reduciendo sus saldos exportables.
Swier estima que hay mercado para rato y por eso también proyecta construir una planta aledaña que elabore el barniz, para agregar valor al aceite. La vieja fábrica, de 1957, está trabajando todavía al 10% de su capacidad. Pero sobreviviente al fin, ahora quiere tener descendencia.
Por Matías Longoni
Fuente Diario Clarín