Exporta muebles y accesorios a Valencia, Barcelona, Milán y Londres. Fue premiada en una feria en Holanda por ser la que mejor representaba la cultura latinoamericana. La historia de César y María Celia, un matrimonio de La Pampa que logró fundar una pyme exportadora combinando el pasado y el presente en objetos decorativos, es como un himno a la perseverancia. La inversión inicial fue cero: un mueble viejo y unos rollos de papel madera. Hoy, Arte y Diseño La Pampa exporta a más de siete ciudades del mundo e impuso una tendencia en el país que plasma lo étnico, en objetos contemporáneos de uso cotidiano.
La idea surgió como un plan B, seis años atrás. César era arquitecto, y su esposa, María Celia, egresada de Bellas Artes. Su situación económica se desmoronaba; ya no podían vivir sólo de la arquitectura. Entonces empezaron empapelando muebles en el living de su casa. "Hicimos uno y nos encantó. Después probamos pegarles guardas; yo recortaba colores étnicos de las revistas y seguíamos creando otros productos", explicó María Celia Verlini.
Pero quedaron en la calle por no poder afrontar el crédito de su casa. Con el ánimo por el suelo, hacían las valijas para irse, cuando desde el teléfono volvió la esperanza: el concesionario de los free shops del aeropuerto de Ezeiza, Interbaires, aceptaba finalmente que Arte y Diseño La Pampa ingresara en sus boutiques.
Crecimiento sostenido
Rápidamente el microemprendimiento empezó a funcionar, el dólar rondaba los 4 pesos. De la nada saltaron a un pequeño taller, y del microemprendimiento, a una pyme de doce empleados. Hace casi tres años que venden, con un crecimiento sostenido aquí y en el mundo, espejos, portarretratos, tapices de papel, mesas ratonas, biombos, cajas y demás objetos decorativos. Todo hecho a mano, y con un espíritu indígena.
Su local en San Telmo y el de Puro Diseño, donde también exponen sus productos, fueron las vidrieras que tentaron a los importadores extranjeros.
El primer cliente, de San Diego, les compra desde hace cuatro años desde espejos hasta muebles, que embarcan en un contenedor de 20 pies cada 75 días. El caso se fue repitiendo con empresarios de Lausana (Suiza), Valencia, Barcelona, Siena, Milán y Londres, entre otros destinos. Recientemente enviaron un muestrario para Francia, y en ese momento recibían la confirmación de que eran aceptados en la feria Intergift de Madrid, que se realizará en septiembre.
El año pasado, un comité europeo de selección escogió sus productos para participar en la Feria de Diseño Latinoamericano que se celebró en Holanda, donde participaron 100 empresas, siete de las cuales eran argentinas. Allí, la pyme ganó el galardón de la exposición, con una mesa y un biombo, por ser la que mejor representaba, en objetos de uso cotidiano, la identidad latinoamericana.
"Creo que hemos logrado hacer objetos únicos manteniendo la esencia del valor artesanal, y recuperamos el oficio de lo hecho a mano, que era algo perdido. Pero, sobre todo, desempolvamos un legado cultural del cual nos sentimos orgullosos y a su vez creamos cosas nuevas para aportar a las generaciones siguientes", confiesa César Kazanietz.
La receta es simple: buscan gente que tenga deseos de superarse. La contratan y le enseñan, durante el tiempo que necesiten, un oficio. "Casi en simultáneo, si vemos que tiene pasta, la vamos interiorizando en nuestra historia y nuestra cultura, para que aprendan también a diseñar dentro de nuestro concepto", explicó María Celia.
A medida que fue creciendo el mercado exterior, empezó a "nacer" un consumidor argentino. Cuando se lanzaron al mercado les costó mucho imponer los productos en el país. Los argentinos decían: "¡Qué lindo! Es hermoso, pero no lo pondría en mi casa", mientras el extranjero exclamaba: "¡Qué maravilla! ¡Yo me tengo que llevar esto a mi casa!". Sutil diferencia.
Con un horizonte despejado, ahora el matrimonio anima y trabaja con otros emprendedores pampeanos para encontrar desde lo artístico un modo de expresión diferenciado. Desde el punto de vista comercial aconsejan tener un proyecto, identificar para qué mercado es y organizar la producción para abastecerlo. "Si te equivocás en alguno de esos eslabones, lo podés pagar muy caro. Se necesitan cinco años como mínimo para corroborar que el producto funciona", enfatizan.
Por Lucila Marti Garro
Fuente Diario La Nación