Apartir del 1 de enero de 2005 los exportadores de productos industrializados, entre ellos el vino, deberán contar con procedimientos de trazabilidad para poder ingresar a la Unión Europea (UE). El reglamento 178/2002 del Parlamento Europeo, que exige la trazabilidad, apunta a solucionar rápida y eficazmente posibles crisis, reduciendo su impacto tanto a nivel operativo como económico; a incrementar la confianza del consumidor sobre la seguridad de los alimentos; a permitir un mayor control interno de los procesos, y a potenciar la colaboración entre todos los interlocutores que participan en la cadena de suministro.
La medida no debería representar un gran problema en el corto plazo para las empresas vitivinícolas, debido a que la mayoría de las que exportan a la UE ya cuentan con sus productos trazados.
El inconveniente podría darse, en términos generales, para los nuevos exportadores o para las firmas que pretenden incursionar en estos mercados.
La trazabilidad o "rastreabilidad" es un conjunto de procedimientos que permiten identificar las diferentes etapas con que se ha elaborado un producto y conocer las características más relevantes del mecanismo de industrialización utilizado.
Así, una vez que el vino -en este caso- está en la mesa del consumidor, pueden detectarse daños que provengan de la distribución, elaboración o de la materia prima. Concretamente, las etiquetas deben tener un código de barras con toda la información o contar directamente con datos como fechas, horas, números de lote, etc., de manera de poder llegar al origen del problema, si existiera alguno.
Los beneficios para las empresas que cuentan con trazabilidad pueden resumirse a través de un ejemplo expuesto por James Harrington en su libro "El costo de la mala calidad": "Los estudios realizados en Hewlett-Packard revelaron que un reóstato defectuoso costaba 2 centavos si se tiraba antes de usarlo, diez dólares si se detectaba en la línea de montaje y cientos de dólares si no se descubría hasta que llegaba al cliente".
Cuando las empresas aplican Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) o Haccp ( análisis de peligros y puntos críticos de control) y conforman la trazabilidadd, "se perciben rápidamente los beneficios: mejor utilización de los recursos, bajo impacto medioambiental, mayor control de los procesos productivos, incremento de las ventajas competitivas en el exterior, ayuda a la apertura de nuevos mercados, orden de los procesos internos de la firma, mejora en la capacitación del personal, además de fortalecer la política interna respecto de la gestión de calidad", explicó Oscar Duarte, representante técnico comercial de IRAM.
Por el lado de las ventajas para los consumidores, puede resaltarse que hoy el comprador de productos alimenticios, en todo el mundo, está muy atento a lo que consume, cuál es su origen, sobre qué bases se elaboró. Esto está estrechamente relacionado con aspectos como los eventuales ataques terroristas o el cuidado de la salud.
Las normas en la provincia
Hoy en Mendoza existen alrededor de 100 bodegas exportadoras, en donde hay una concentración en 10 de ellas. A Europa se venden vinos por 60 millones de dólares al año, volumen de negocios que deberá adaptarse a los nuevos requerimientos.
Al respecto, hay que hacer hincapié en que la mayoría de las firmas que envían productos al bloque europeo ya cuentan con trazabilidad o están en condiciones de certificar el procedimiento de manera inmediata.
No obstante, hay una gran cantidad de empresas vitivinícolas que están exportando, o se preparan para hacerlo en lo inmediato, que deberán organizarse rápidamente para no quedar afuera de un mercado más que seductor, como es el europeo.
Por este motivo, la Secretaría de Agricultura de la Nación (SAGPyA), el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) y la certificadora IRAM firmaron un convenio para realizar un programa específico de trazabilidad para la industria vitivinícola, el que contará con todo el apoyo necesario desde el ámbito público, especialmente para las pequeñas y medianas empresas del sector (ver Capacitación).
"Se va a trabajar en la elaboración de un documento de base de aceptación netamente voluntaria que servirá de guía de aplicación de los requisitos Eurepgap para frutas, hortalizas y viñedos, destinado en un principio a vinificación. Y otra guía para aplicar en bodegas la norma IRAM 14.104, que especifica cómo implementar y gestionar Haccp (puntos críticos). La trazabilidad mencionada en la publicación del INV es requisito de estas dos normas", sostuvo Duarte.
"El tema trazabilidad es uno de los programas prioritarios en el INV, porque nos ayudará a ganar competitividad para las pymes vitivinícolas del país. Hay que tener en cuenta que las grandes empresas, en su gran mayoría, ya tienen los procesos implementados. Entonces, el gran desafío es "democratizar" estas técnicas o procesos, para que la mayor cantidad de firmas del sector vitivinícola puedan tener acceso a la certificación", explicó Enrique Thomas, director del INV.
El beneficio de contar con productos trazados también permitirá agrandar el abanico de mercados a los que pueden ingresar los vinos argentinos, como puede ser Europa del Este, Sudeste Asiático, países nórdicos, Estados Unidos o Canadá, regiones que también exigen normas de calidad internacionales.
"Estamos entrando en un mundo en donde vamos a recibir muchos pedidos de normas de calidad, lo que creo que es muy bueno", opinó Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina (BA), quien agregó: "Respecto a la trazabilidad, no debería representar un problema para la industria vitivinícola, porque nosotros ya tenemos operativos una gran cantidad de sistemas de control interno, lo que ayudará a la hora de certificar el procedimiento".
Gran desafío y oportunidad
Como hace unos meses fue la Ley de Bioterrorismo que exige Estados Unidos para el ingreso de alimentos a su territorio, ahora la trazabilidad solicitada por la Unión Europea es vista en la industria vitivinícola local como un gran desafío, el que se suma a la recategorización de los vinos y las negociaciones con grandes bloques mundiales (Nafta, UE y Mercosur). Y el interés es más que lógico, ya que de nada servirá, por ejemplo, hacer esfuerzos para penetrar mercados como Europa, si cuando abran las puertas muchos exportadores no contarán con los procesos de aseguramiento de calidad exigidos por ese mercado.
A título de ejemplo puede mencionarse -apartándose por un momento de las exigencias puntuales de trazabilidad- el protocolo British Retail Consortium (BRC), que es exigido por los mercados europeos, Inglaterra y Estados Unidos, y tiene por objeto proveer un criterio común mínimo de calidad para productos alimenticios. El estándar, según explica un artículo publicado por la revista especializada Estrategias & Mercados, requiere la adopción del sistema Haccp, mantener un sistema documentado de Calidad de Gestión, implementar Buenas Prácticas de Manufacturas (BPM) y contar con un mecanismo de control de producto, proceso y personal.
Por otra parte, entre las prioridades del Plan Estratégico Vitivinícola Argentino (PEVI), con el que se prevé exportar 2.000 millones de dólares y participar con el 10% del volumen de las exportaciones mundiales en el año 2020, figura la "adaptación masiva de las certificaciones de calidad y procesos de control de puntos críticos", con lo que queda más que clara la importancia de certificar normas de calidad como las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y Buenas Prácticas de Manufacturas (BPM) (base de la trazabilidad) para la estrategia de largo plazo que el sector se plantea, más allá de las exigencias puntuales del bloque europeo.
Además, "la trazabilidad es fundamental en el marco de la nueva Ley de Origen, para la cual es necesario tener los productos trazados y saber de qué viñedo viene cada vino", agregó Thomas.
"Adoptar estos sistemas de calidad implica un cambio relacionado con aceptar e incorporar registros de identificación y procedencia del producto y retroceder en su historial hasta llegar a la materia prima. Esto requiere un alto nivel de compromiso cultural y gerencial en relación a los procesos de elaboración, transporte, empaque , etc", advirtió Duarte.
"Uno de los puntos principales es la concientización. Hay que hacer un gran trabajo de docencia, en donde ya hubo avances con la descategorización", dijo Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
En este escenario, la industria vitivinícola está ante un nuevo desafío: la trazabilidad, conjunto de procedimientos que sin dudas ayudará al trabajo de posicionamiento y diferenciación que viene realizando la actividad en el mundo.
Por Germán Sala
Fuente Diario Los Andes