Producir y exportar orgánicos es el meganegocio de 2004. La Argentina es el segundo país en superficie para su desarrollo, y ya se venden al exterior los productos más diversos, desde vegetales hasta cosméticos. Todos los secretos de una "oportunidad" de u$s 14.500 millones. Preocupados por el origen y la seguridad de los alimentos, los consumidores de los países centrales se están volcando cada vez más a los productos orgánicos o "ecológicos". Se trata de un nicho que, a pesar de representar sólo el 1% del total del mercado alimentario mundial, es el único que crece en forma sostenida: un 25% en forma acumulativa anual.
El fenómeno obedece, de acuerdo con estudios motivacionales, a varias razones. La más importante es la salud. En este caso de trata de gente preocupada por escándalos alimentarios como el de "la vaca loca", así como por la cantidad de productos químicos que puede contener la comida convencional.
Los motivos medioambientales y sociales también tienen su peso entre estos consumidores sofisticados, a quienes preocupa la preservación de los recursos naturales, al tiempo que desean contribuir, a través de la compra, al mantenimiento de pequeñas comunidades rurales. Por último, también están las razones de carácter religioso o filosófico. Pero cualquiera sea el caso, lo cierto es que los compradores buscan cada vez más información sobre el origen y el proceso de elaboración de los alimentos que llevan a la boca.
Como contrapartida, cuando se le ofrecen garantías de que el producto es seguro, no daña al medioambiente, no posee agroquímicos y conserva el buen sabor, el demandante está dispuesto a pagar un precio más alto.
Se trata, sin dudas, de una muy buena oportunidad de negocio. Y la Argentina tiene muchas ventajas en él. La primera es su carácter de proveedor de alimentos al mundo. La segunda es que posee todos los climas para poder trabajar en contraestación y ofrecer una variedad que va desde la producción de clima tropical (en la Mesopotamia), pasando por climas áridos o de precordillera, hasta la Patagonia, desde donde ya se está exportando cordero y lana.
Otra ventaja es que las extensiones que posee el pequeño o mediano emprendedor agropecuario (que son los que mayores posibilidades tienen de transformarse en productores orgánicos) son grandes, y muchas de ellas se encuentran libres de agroquímicos, que es el requisito fundamental del suelo para hacer la conversión a la producción orgánica.
Ecológico
Para ser considerado ?orgánico?, un alimento debe ser producido de manera sustentable, evitando el uso de agroquímicos y de monocultivos. Pero ante todo debe darle prioridad al sabor sin olvidar la seguridad y trazabilidad (el seguimiento de su proceso de elaboración).
La denominación de orgánico no sólo involucra al producto, sino también a su sistema de producción. "Una de las características diferenciales de la agricultura orgánica, ecológica o biológica es que prohíbe el uso de organismos genéticamente modificados y de insumos químicos (fertilizantes, insecticidas, pesticidas)", explica el ingeniero agrónomo Pedro Gómez, especialista en producción orgánica del INTA. "Este tipo de producción se aplica tanto a fibras como a alimentos de origen vegetal y animal".
Según la Resolución 423/92 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) se define como "orgánico" a "todo sistema de producción sustentable en el tiempo que, mediante el manejo racional de los recursos naturales y sin la utilización de productos de síntesis química, brinde alimentos sanos y abundantes, mantengan o incrementen la fertilidad del suelo y la diversidad biológica, y que, asimismo, permita la identificación clara por parte de los consumidores de las características señaladas a través de un sistema de certificación que lo garantice".
El aumento de la población mundial explica en parte el auge de la agricultura extensiva y la obtención de alimentos abundantes y económicos. Sin embargo, sus efectos resultan atroces: degradación de suelos, salinización de áreas irrigadas, destrucción de la biodiversidad por el uso de variedades genéticamente modificadas, inundaciones.
Frente a estos problemas, la producción orgánica surge como una alternativa sustentable, que según la definición de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) no pretende ser más sana ni segura que la convencional. Su objetivo esencial es, en cambio, la investigación y aplicación de sistemas productivos respetuosos del medio ambiente, protegiendo la salud de los ecosistemas.
Alta demanda
Los productos orgánicos tienen una altísima demanda en el mundo, al punto de que hay mercados deficitarios en cuanto a la oferta, como Estados Unidos, Dinamarca, Francia e Italia. Y esto se debe a un cambio de hábitos en los consumidores (del primer mundo, valga la aclaración).
Las personas que tienen sus necesidades básicas cubiertas, empiezan a buscar alimentos de calidad y que le den la gratificación de poder sentir otra vez el "sabor original". Las generaciones jóvenes han perdido esa capacidad de sentir el gusto y el perfume genuino de los alimentos. Hoy, las verduras no llegan al paladar de la misma forma en que llegaban hace 30 años, y esto es porque se les dio prioridad a las especies en función de su durabilidad y no de su sabor.
Normas y Acreditación
La preferencia por los productos orgánicos se sustenta en la credibilidad de que cumplen con ciertas condiciones y estándares de calidad y seguridad. Estas normas son establecidas por organizaciones no gubernamentales, como es el caso de Argencert en Argentina o de IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica, en su versión en castellano), en el orden internacional. Existen también regulaciones gubernamentales y leyes como en el caso de la Unión Europea, que son obligatorias y se aplican a todo producto calificado de orgánico, ecológico o biológico a ser importado por cualquier país miembro.
Pero tanto sea un organismo gubernamental como no gubernamental, el proceso por el cual se da fe que se han cumplido todos los estándares, se denomina certificación (ver columna "Certificado de confianza").
Los atributos de calidad más buscados, según la experiencia europea, son: Denominación de origen; Especialidad tradicional garantizada y Producción orgánica.
La acreditación, a su vez, es el procedimiento por el cual se reconoce la capacidad de un cierto organismo para certificar. En la Argentina la capacidad de acreditación la conserva el SENASA. Actualmente existen 13 agencias con capacidad de certificación para el mercado interno. Algunas de ellas están autorizadas a certificar productos agrarios y otras productos animales y, en algunos casos, ambos. Sólo muy pocas están autorizadas para certificar exportaciones a la Unión Europea y solamente dos están acreditadas por IFOAM.
Mercado Internacional
De acuerdo con el informe "The World of Organic Agriculture - Statistic and Future Prospects - 2003" la agricultura orgánica es practicada en alrededor de 100 países, y la superficie dedicada a este tipo de explotación se calcula actualmente en 23 millones de hectáreas.
El continente europeo es uno de los mercados más desarrollados para este tipo de productos, con diferencias entre los distintos países. En tanto se observa un cierto estancamiento en Dinamarca y Alemania, en este último caso asociado a algunos escándalos alimentarios que alcanzaron a los pollos y huevos orgánicos. En otros, como el Reino Unido, los Países Bajos y Suiza, las tasas de crecimiento anual superan el 15%.
En tanto, las ventas en Italia, Francia, Suecia, Austria, Noruega, Finlandia e Irlanda también crecieron entre 2001 y 2002, si bien a tasas menores. Se estima que las ventas minoristas totales de los países europeos se ubicarían entre los u$s 10 mil y 11 mil millones en 2003.
Estados Unidos constituye el mercado individual más importante para los productos orgánicos, con ventas minoristas que alcanzaron los u$s 9.500 millones en el 2001. Este país ofrece oportunidades interesantes para las exportaciones del resto del mundo, en especial en productos provenientes de zonas tropicales, frutas frescas de contraestación y algunos alimentos étnicos. Las tasas anuales de crecimiento de las ventas se ubican entre el 15 y el 20%, lo que lo transforma en el mercado de productos orgánicos más vigoroso.
Canadá también se ha transformado en un importante destino, con ventas minoristas estimadas en los 650 millones de dólares en el 2001. La tasa de crecimiento de este mercado se ubicará entre el 10 y el 20% anual durante el próximo quinquenio.
Entre el 85 y el 90% de esas ventas recaen en productos importados, la mayoría desde Estados Unidos. Gran parte de estas exportaciones norteamericanas, sin embargo, son a su vez importaciones de otros mercados, como productos frescos de América latina o comida envasada de Europa.
En cuanto a Japón, no es sencillo estimar el tamaño de su mercado de orgánicos, dado que se los incluye dentro de la categoría más amplia de "green products" (elaborados con uso restringido de pesticidas y fertilizantes).
Esta agregación permitía calcular un mercado de ventas minoristas de entre u$s 2.000 y 2.500 millones. Pero a partir del 1º de abril de 2001, el Ministerio de Agricultura japonés estableció nuevos estándares para los productos orgánicos, y se estiman para este mercado reducido ventas minoristas del orden de los u$s 400 millones para 2003.
Por último, Australia, país que posee la más extensa superficie certificada para la producción de orgánicos (principalmente dedicada a la producción animal) mantiene un mercado interno relativamente pequeño. La mayor parte de su producción (fundamentalmente carnes) es exportada. También son importantes las exportaciones de frutas frescas al igual que en Nueva Zelanda. Este país exporta cantidades significativas de vegetales frescos y congelados, miel y algunos productos cárneos. Tanto en Australia como en Nueva Zelanda las importaciones son relativamente pequeñas y focalizadas en aquellos productos que no se producen internamente. Se pronostica en ambos casos rápidos crecimientos de sus mercados internos.
Made in Argentina.
De acuerdo a un estudio publicado por SENASA en 2003, de las aproximadamente 3 millones de hectáreas bajo seguimiento en el 2002, la mayor parte está dedicada a la producción ganadera y sólo algo más de 215 mil hectáreas correspondieron a agricultura orgánica.
Respecto a 2001 se observó una reducción de la superficie total, acompañada de un crecimiento del 7% en la cantidad de explotaciones agropecuarias bajo seguimiento. De estas, el mayor porcentaje se encuentra en la provincia de Misiones, debido a que existe un importante número de pequeños productores reunidos en cooperativas (ver gráfico).
Las provincias Patagónicas, en cambio, poseen grandes explotaciones dedicadas a la ganadería ovina orgánica, y suma el 74% de la superficie ecológica nacional con sólo el 5% de las explotaciones del país. La superficie promedio de estas explotaciones supera las 43.000 hectáreas en Santa Cruz, alcanza las 38.500 hectáreas en Tierra del Fuego y algo más de las 17.000 hectáreas en Chubut. Vale el ejemplo del empresario Luciano Benetton, que compró y certificó 600.000 hectáreas para la producción de carne ovina y lana orgánicas.
Con respecto a la superficie destinada a agricultura, predomina la provincia de Buenos Aires con el 24%, seguida por las provincias de Mendoza, 12%, San Luis, 11%, y Salta 9%. La importancia de estas provincias se relaciona con las exportaciones de cereales y oleaginosas, y productos derivados de la vid como vinos y mosto de uva.
Como síntesis de las perspectivas de la producción orgánica argentina, se destacan los siguientes aspectos:
1) Predominan los mercados externos sobre el interno como destino de la producción nacional de orgánicos.
2) La Unión Europea constituye el principal destino de estas exportaciones.
3) Los productos que presentan mayor tasa de crecimiento en las exportaciones son limones, trigo y miel.
4) De 2001 a 2002 se verificó una disminución en la superficie cosechada y en la dedicada a la actividad ganadera.
5) Aumentó el número de productos industrializados orgánicos ofrecidos.
6) Se verificó un significativo incremento en la producción y exportación de azúcar, jugos y pulpas de frutas.
La Argentina tiene ventajas comparativas y competitivas reconocidas internacionalmente para la producción de alimentos, lo que facilita su incorporación al mercado de orgánicos. Esta actividad, a diferencia de la agricultura y la ganadería extensivas, crea más puestos de trabajo y no daña el medio ambiente.
Por Alfonso Ensinck y Gabriela Ensinck
Fuente Revista Fortuna