Argentina, el quinto productor mundial de vinos, alcanzará este año un récord de exportaciones de 200 millones de dólares, contra los 160 millones de dólares del año pasado después de que las bodegas se beneficiaron con la devaluación de la moneda local de 2002, que redujo sus costos. "Esperamos que el boom continúe, pero esta expansión puede tocar su techo si Argentina no logra más acceso al crédito", comentó el jefe del Instituto Nacional del Vino, Enrique Thomas. Pero gran parte de este florecimiento se debe a los 250 millones de dólares invertidos en la década de 1990.
Mientras las compañías extranjeras siguen invirtiendo en el vino argentino, las firmas locales están limitadas por la escasez de crédito a causa de la cesación de pagos de una deuda pública de 88.000 millones de dólares en 2002.
Las exportaciones argentinas de vino del 2003 pueden estar debajo del 2 por ciento de la producción mundial, pero estuvieron un 50 por ciento arriba de las del año previo y alcanzaron sus niveles más altos desde la cosecha récord de 1997.
Argentina está ganando compradores en Europa y Estados Unidos con vinos de alta calidad -especialmente con la especialidad local, el tinto Malbec- para lo que se considera un mercado de nivel medio en el que la botella vale de ocho a 10 dólares.
Pero con respecto a la batalla de los vinos del "Nuevo Mundo", Argentina -cuatro veces más grande en extensión que Francia- todavía se encuentra detrás de su principal competidor regional, Chile, que en el 2003 exportó 671 millones de dólares en vinos.
"Estamos 15 años detrás de Chile. Pero Chile tiene problemas para despojarse de su reputación de tener vinos baratos. Nosotros estamos enfocados en un mercado de nivel medio", explicó Thomas.
Esa estrategia colocará a Argentina en pie de guerra comercial con Chile.
A partir de la idea de que sus vinos están perdiendo lugar en los mercados de alta calidad, los productores chilenos están aumentando las exportaciones de vino premium embotellado.
La mayoría de los viñedos argentinos está concentrada en las provincias andinas de Mendoza y San Juan, en el oeste del país, cerca del límite con Chile.
Tradicionalmente, Argentina -que tiene una larga historia de inflación y caos político- tuvo problemas para desarrollar una estrategia de exportación y se volcó a vinos de mesa más baratos para el consumo local, mientras que Chile, una estrella económica de América Latina, se especializó en la exportación.
Pero en los años 1990, cuando el peso estuvo ligado al dólar, se despertó la confianza inversionista en Argentina. En la última mitad de la década, el área dedicada a los vinos más finos y caros sobrepasaba la mitad de la superficie cultivada.
El conjunto de compañías extranjeras que invirtieron en el negocio del vino local incluye a pesos pesados como la francesa Chandon, unidad de LVMH-Moet Hennessy, Allied Domecq de Gran Bretaña y la chilena Concha y Toro.
En Argentina, los vinos añejos se han convertido en una bebida de moda para las personas adineradas, y una gran cantidad de bares de vinos aparecieron en Buenos Aires en los últimos años.
"Esperamos que el mercado local llegue a ser un soporte principal para nuestra industria. Hay una fuerte relación entre un mercado local fuerte y una industria exportadora exitosa", manifestó Thomas.
El funcionario dijo que una vez que el país reestructure de manera exitosa su deuda pública y si, como parte del bloque comercial del Mercosur, se alcanza un acuerdo con la Unión Europea, las exportaciones podrían continuar en alza.
"Estimamos -en base a conversaciones con compañías vitivinícolas- que las exportaciones podrían alcanzar los 700 millones de dólares en cinco años", expresó Thomas.
"Hay bancos con muchos fondos que les prestarían a empresas de vino si no fuera por el problema de la deuda impaga. Así que si el crédito llega, el sector crecerá", acotó.
Las firmas vitivinícolas se asociaron para crear un impuesto especial para el vino, que se espera que recaude 2,7 millones de dólares este año, para promocionar el vino argentino antes que las firmas individuales, en un modelo similar al chileno.
"Vendemos más en base al nombre del productor de vino que al país. Eso debe cambiar, porque necesitamos desarrollar el nombre de 'vino argentino' en el exterior para que la expansión continúe", finalizó.
Por Alistair Scrutton
Fuente Reuters