Mañana comenzará a definirse la suerte del acuerdo Mercosur-Unión Europea, cuando se conozcan las concesiones que cada bloque está dispuesto a hacerle al otro. El intercambio de documentos tendrá lugar en Bruselas, y será, si no el último, el punto más alto de un largo proceso de negociaciones. Perforar las barreras que la UE mantiene para los productos agropecuarios, es uno de los objetivos centrales del Mercosur. Los europeos llaman "gran oferta" a su disposición a ampliar los cupos para el ingreso de carne vacuna, pollos, arroz, trigo, bananas, ajo y maíz, entre otros productos. Según los gobiernos del Mercado Común del Sur ?Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay? resulta, con todo, insuficiente: en carnes vacunas, por ejemplo, la UE propone subir la actual cuota de 42.000 toneladas a 100.000; el Mercosur, quizás en una aspiración de máxima, quiere que salte a 315.000 toneladas.
Para otra serie de bienes, la UE ofrece bajar ya sus aranceles a la mitad o ir reduciéndolos gradualmente hasta llegar a cero en diez años. Para tener una idea de lo que está en discusión, valen dos datos: el universo de productos del Mercosur involucrado en el acuerdo llegaría al 83% de lo que se comercia con la UE, y el texto del protocolo con todos los detalles llenaría unas 600 páginas.
En el juego de toreos habitual en cualquier negociación, más cuando se aproximan instancias decisivas, el comisario de Agricultura de la UE, Franz Fischler, acaba de disparar: "Los países del Mercosur tienen una propuesta muy pobre". Además de la disputa sobre el intercambio comercial, hay tres temas cruciales para los europeos: lo que se llama "compras gubernamentales", las inversiones y la apertura a los servicios, fundamentalmente, los financieros y las telecomunicaciones.
Las "compras gubernamentales" significan que las empresas europeas puedan competir, en pie de igualdad o casi, con las nacionales en las licitaciones de los estados del Mercosur. Las inversiones, que las legislaciones ?seguridad jurídica, que le dicen? también contemplen un trato igualitario para con las europeas. Y la apertura en servicios, que se les facilite el ingreso a sus bancos y compañías de telecomunicaciones.
Buena parte de estas demandas de hecho ya han sido satisfechas por la Argentina, por imperio de las políticas "liberalizadoras" - del mercado local - aplicadas por Carlos Menem. El problema es Brasil, que no está dispuesto a realizar concesiones que puedan arriesgar a sus empresas a una competencia desigual con los colosos europeos.
Pero como se trata de una negociación, con costos y beneficios relativos, aún no está dicha la última palabra. Es que así como está en juego la apertura de los mercados propios, también lo está la del gigantesco mercado europeo. Son, finalmente, desiciones estratégicas de un lado y del otro, que implican negocios, fuentes de trabajo y algo más, igualmente importante para la Unión Europea: la posibilidad de ocupar posiciones justo en el momento en que están estancadas las conversaciones del Mercosur con Estados Unidos por el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Y así como el intercambio de ofertas de mañana en Bruselas contiene la miga de la negociación, el verdadero condimento aparecerá entre el 28 y el 29 de este mes en Guadalajara, México. Allí tendrá lugar la cumbre del Mercosur-Unión Europea, en la que se encontrarán jefes de Estado y ministros de ambos bloques. Y se supone que mandará la política.
Por Alcadio Oña
Fuente Diario Clarín