El vicecanciller asegura que la Argentina “no debe tener pruritos” para aumentar su presencia en los mercados, y que no le otorga prioridad a uno en detrimento de los otros. Y remarca que el país está en siete negociaciones comerciales simultáneas para bajar barreras arancelarias. El luminoso despacho de Martín Redrado, que se asoma a Buenos Aires desde un ángulo del moderno edificio de la Cancillería, a pasos del tradicional Palacio San Martín, hace juego con su mirada despejada. En el escritorio del vicecanciller y secretario de Relaciones Exteriores y Comercio, flanqueado por un ficcus de dos metros, se alzan diecisiete carpetas como torreones.
Revista Fortuna (RF): Usted es el adalid del modelo exportador. ¿Cómo va a sostenerse en el nuevo escenario mundial que pinta el FMI y quiénes serán nuestros socios?
Martín Redrado (MR): La Argentina desarrolló una nueva política comercial adaptada a esos cambios, pero con una misión permanente y fundamental: aumentar la presencia de producción nacional en el mundo sin pruritos. No priorizamos un mercado en términos del otro. El factor más importante que tenemos en los próximos diez años es Asia Pacífico y en particular China.
RF: ¿Por el tamaño de su mercado?
M.R.: También por otro motivo. Como la India y otras naciones del Asia Pacifico, China responde al concepto central de nuestra política comercial externa: la complementariedad. Esos países importan la que es nuestra oferta exportable. Son y serán la próxima década fuertes demandantes de alimentos y energía. No sólo por su demanda anual de soja, que será durante años de 14 millones de toneladas anuales, sino también por las buenas expectativas de los productos agrícolas procesados. El primer trimestre de este año, la exportación de manufacturas de origen agropecuario creció 24%, Tenemos mucho espacio para ganar en aceites, harinas, dulces, y lácteos, sobre todo leche en polvo.
RF: ¿Ese esquema exportador no se cae si EE.UU. sube las tasas y hay retracción inversora local?
M.R.: La suba de tasa de interés que se proyecta es gradual y no debería generar disrupciones en el mercado financiero, ni cambiar el movimiento de capitales en el mundo. El flujo de capitales, tanto en inversión de portafolio como en inversión extranjera directa es tremendamente selectivo hacia mercados emergentes y en particular hacia América latina. No hay una hiperabundancia de liquidez de fondos hacia esta región, y que con la suba de la tasa vayan a buscar otros resguardos.
RF: ¿Tampoco debería preocuparnos el recalentamiento chino?
M.R.: Ese no es el problema de China. Lo que seguimos de cerca en China es la salud de su sistema financiero; los portafolios de los bancos públicos tienen enormes problemas de incobrabilidad y eso instala sensibilidades en la economía china.
RF: ¿Qué otras perspectivas exportadoras se plantean fuera de soja y manufacturas agropecuarias?
M.R.: La Argentina alienta un nuevo paradigma: inserción productiva en el mundo basada en esa idea central de complementariedad que le señalé. Detectamos 25 mercados y sectores prioritarios; hay demanda de plásticos, químicos, productos vitivinícolas, lácteos, industria gráfica, y las cabeceras son China, la India, Malasia, Tailandia, México, Sudáfrica, el Magreb en el norte de Africa.
RF: En esa geografía no figuran el ALCA o el Mercosur...¿De los dos, cuál?
M.R.: No hay discusión entre ALCA, Mercosur, Unión Europea. La Argentina está en 7 negociaciones comerciales simultáneas para bajar barreras arancelarias. La idea es diversificar las exportaciones para que si algún mercado baja, no nos afecte, como pasó con la brasildependencia. Y la diversificación de nuestros mercados en las últimos doce meses fue la mayor en veinte años por una politica comercial mucho más agresiva. Las exportaciones van a tener este año un récord del 12% de incremento, donde no todo es precio sino también volumen, y donde no todo es soja.
RF: ¿Qué papel tiene la industria en esto? ¿Hay alguna estrategia para impulsarla?
M.R.: Estamos exportando software con producción de contenidos en español a EE.UU., Hispanoamérica y China, biotecnología, hormonas de crecimiento a Sudáfica y la India, hechas con animales clonados aquí. Crecieron 45% las exportaciones a México de automotores y autopartes, vendemos placas de madera que Sudáfrica, materiales para la construcción a Italia. Nuestra filosofía es país por país, producto por producto, y cambiamos la manera de tomar decisiones. El Centro de Economía Internacional de la cancillería hace análisis de impacto y sectoriales. ¿Qué nos pasa si bajamos los aranceles en China, en México? Los negociadores ya no salen a ciegas o a ver “porque me parece”. Además, institucionalizamos el consenso con sectores productivos en el Consejo de Comercio Internacional, donde están 44 cámaras empresariales, y el Consejo de la Sociedad Civil con 140 ONG, que intervienen en la toma de decisiones para negociar en el exterior mejores espacios para su producción.
RF: ¿Y los resultados?
M.R.: En el sector automotriz hicimos acuerdos con México y Chile, hoy producimos para toda América latina, y el 70% de la producción automotriz se está exportando, gracias a que bajamos aranceles y hay complementación. Las terminales de Estados Unidos o Europa, cuando miran a América latina, miran a México, Brasil y la Argentina para producir autos para toda la región. Con eso se llega a un patrón de especialización y complementación productiva.
RF: Sería vender la Argentina en el mundo...
M.R.: No, no salimos a vender la Argentina; salimos a negociar mejor. Primero acordamos el acceso en condiciones competitivas para los productos y después se ocupan esos espacios. Creamos las condiciones para el sector privado en esos mercados mediante aranceles, normas de salvaguardia, etc., que mal negociadas nos pueden quitar mercados.
RF: Volviendo al ALCA...
M.R.: Vea, hoy por hoy, el ALCA y la UE son escenarios altamente privilegiados como socios comerciales de la Argentina, y también el Mercosur, pero la mayor ganancia la tenemos en China y la India. La Argentina y el Mercosur están buscando en el ALCA bajar aranceles y eliminar barreras no arancelarias. En EE.UU. quieren tener más normativas, más protección de inversiones, acceso a empresas norteamericanas en servicios, telecomunicaciones y bancos, propiedad intelectual, los “nuevos temas del comercio”. Y nosotros les decimos “primero solucionemos los viejos temas, el acceso al mercado, y después negociemos lo nuevo”
RF: ¿Un diálogo de sordos? Porque la reducción de subsidios parece lejana.
M.R.: Ah, no. Es un difícil balance entre los intereses de EE.UU. en entrar en esos sectores y nuestro interés en bajar aranceles en los productos donde el Mercosur y la Argentina son más competitivos. Los lácteos tienen u$s 3.000 millones de subsidios en EE.UU. y cuando nosotros pedimos que tengan acceso inmediato, estamos pidiendo arancel cero inmediato. A veces se simplifica diciendo que peleamos por los subsidios agrícolas. Pero no podemos pedirle a EE.UU que los baje cuando la UE no los baja, y eso se negocia en la Organización Mundial de Comercio. Pero lo que sí le decimos es “señores, neutralicemos, nivelemos el campo de juego”, que los productos subisidiados en EE.UU. tengan un arancel diferencial, más favorable para nuestro ingreso a esos mercados.
RF: ¿Y existe la llave para abrir esa puerta?
M.R.: Sí. Estamos en siete negociaciones porque una negociación se apalanca sobre la otra. Avanzamos más en Europa, pero ni ellos ni EE.UU.pueden darse el lujo de que uno tenga más ventaja que el otro. Cuanto más avancemos en la UE, más dinámica van a ponerle a la negociación los estadounidenses. Allá es un año electoral con una campaña que será reñida, los espacios para acuerdos comerciales son estrictos: no pueden poner mucho sobre la mesa. Pero habrá una mayor dinámica en el primer semestre del año próximo.
RF: ¿No es demasiada seguridad la suya?
M.R.: Los estadounidenses no quieren quedarse afuera si la UE cierra con el Mercosur. Esta semana viajo a EE.UU. y pienso que vamos a destrabar la impasse que hay en el ALCA con flexibilidades que nos permitan mostrar las cartas.
RF: ¿Eso dejaría al Mercosur en segundo plano?
M.R.: La Argentina entrará al ALCA “con” el Mercosur. Es el eje de nuestra inserción en política internacional y en las negociaciones externas con los grandes bloques del mundo. Todavía estamos discutiendo cómo vamos a presentar las ofertas en cada una de las áreas de negociación, cuan rápido se desgravará el universo arancelario, qué tratado de protección o no habrá en el hemisferio, qué acceso habrá para los servicios y con qué reglas, las normas antidumping, propiedad intelectual...Lo importante es llegar a poner ofertas sobre la mesa; por ejemplo, ver qué producto nos desgravan más rápido, y al mismo tiempo ver qué acceso tienen los sectores bancarios y de telecomunicaciones de EE.UU. Brasil tiene mucho más para poner sobre la mesa, porque no consolidó la apertura multilateral de esos sectores
RF: ¿Pueden favorecernos la participación en el G20?
M.R.: Dentro del G20 tenemos el liderazgo conceptual junto a Brasil, Sudafrica, la India y China; es una especie de G5 del G20 que hace propuestas. Generamos un balance. Antes se reunían EE.UU. y la UE y acordaban el futuro del comercio mundial. Ahora, el G20 interviene en temas clave. La Argentina fue quien más trabajos técnicos realizó sustentando las posiciones políticas, y unió al bloque en febrero, en Costa Rica, con el grupo Cairns. Estamos en la mesa chica de 20 o 25 ministros de comercio sobre 145, y recuperamos el lugar que perdimos en 2001, cuando no fuimos a Doha, en los green rooms donde se toman decisiones. Tenemos que generar un modelo exportador de integración productiva con el mundo, y con los grandes bloque del mundo, negociamos en bloque.
Por Miguel Angel Espiña
Revista Fortuna