Lo primero que le dijo ayer en Buenos Aires el Ministro Roberto Lavagna, al Comisionado de Agricultura de la UE Franz Fischler, fue que la UE, con la que el Mercosur negocia un acuerdo comercial de vasto alcance, debe mejorar su oferta incluyendo ventajas no sólo para productos primarios, sino y sobre todo para los que sean industrializados. Algo así como "no queremos vender fácilmente trigo sino harina, fideos y galletitas".
Según Fischler, la oferta que hará la UE sorprenderá por "ambiciosa", pero espera contraprestaciones del Mercosur. Se sabe que Bruselas quiere concesiones en servicios y compras gubernamentales, algo en lo que hay resistencias, sobre todo de Brasil, que ve en las licitaciones públicas un bastión de su política industrial.
"Haremos - dijo el hombre de Bruselas - una oferta ambiciosa para cumplir con lo que pide el Mercosur. Pero debe ser con equilibrio. Y si no nos entendemos antes de octubre, se perderá el año."
Como aún no se oficializaron las listas a intercambiar en esta etapa (la semana próxima habrá una reunión técnica en Bélgica para avanzar), todos se guardan ases en la manga y presionan. Economía dice que para el Mercosur aún es "claramente insuficiente" la propuesta rural de la UE. Y que el Mercosur sólo firmará si hay un acceso sustancial para productos primarios y agroindustriales en Europa.
Del otro lado responden. Para Fischler, "la pelota la tiene el Mercosur. La UE abarcará todas las áreas de productos, en volumen comercial duplicamos la oferta anterior , y habrá arancel 0 para un grupo, baja sustancial para otro e inclusive cantidades o cupos para productos cuyo ingreso al mercado europeo es sensible, como carne vacuna".
Pero Fischler rechazó que eso sea para "compensar" los daños que a los exportadores del Sur hacen los cuantiosos subsidios que la UE (como EE.UU. y Japón) otorga a su campo. "Ello distorsionó en el pasado, pero ahora reformulamos nuestra política rural integralmente y ya no hacen falta 'compensaciones' de cara al futuro", afirma. Como Argentina y otros países se cansaron de repudiar los subsidios (aunque siguen peleándola en la Organización Mundial del Comercio), quieren sucedáneos en un mayor "acceso a mercado", o sea, menos aranceles.
Clarín le preguntó también sobre el impacto para el Mercosur de la expansión de la UE a otros 10 países, algunos de ellos productores agropecuarios, y sobre la decisión de un panel de la OMC de cuestionar el apoyo de EE.UU. a la exportación de algodón. Sobre lo primero, dijo que Argentina mantendrá las ventajas que ya tiene en los nuevos socios europeos, y que un mayor crecimiento de la UE por el ensanchamiento significará "más demanda". Y sobre la OMC, dijo que la UE no puede ser cuestionada, por caso en lácteos, pues ya no subsidia en base a productos sino a "políticas ambientales y servicio público". Y se le escapó un concepto para varias lecturas. La OMC, dijo, ya no necesita más cumbres, dados los últimos fracasos. En cambio, debe apuntar a "reuniones puntuales y más directas". El G-20, donde militan Argentina, Brasil, China e India y que ha desafiado el poder de los grandes en la OMC, debería interpretarlo.
Por Matías Longoni
Fuente Diario Clarín