Las negociaciones comerciales del Mercosur dejaron esta semana al bloque más cerca de un acuerdo con la Unión Europea que con Estados Unidos en el ALCA, pero pusieron de manifiesto que las dos potencias intensificarán sus exigencias al bloque para la apertura de los servicios y las inversiones en el último tramo de las discusiones. Con reparos, la delegación del Mercosur reconoció al término de la XII Ronda de Negociaciones Birregionales con la Unión Europea, que comenzó el lunes y concluyó ayer en Buenos Aires, los esfuerzos del viejo continente para acercarse algo más que Estados Unidos a sus aspiraciones para acceder al mercado agrícola.
El bloque sudamericano no abandonó, desde ya, su cruzada contra la eliminación de los subsidios a la agricultura, principalemente aquellos pagados para sostenter la producción de las grandes potencias, pero vedada esta cuestión para el tratamiento en las negociaciones bilaterales al estar amparada bajo el paraguas de la OMC, abroqueló sus exigencias para una mayor apertura del mercado a través de preferencias arancelarias.
En este aspecto, los europeos pudieron ofrecer más que los norteamericanos, al proponer una posible nueva metodología para contemplar aquellos productos más sensibles del Mercosur.
Sin embargo, quien encabezó la delegación del Mercosur, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Martín Redrado, dijo que la propuesta de la UE "tiene una mejora sustancial en los conceptos", pero que habrá que ver si se traducen en números", cuando el 15 de abril ambas partes intercambien nuevas ofertas.
Por eso, Redrado prefirió hablar de "cauto optimismo" en las negociaciones con la UE, definición adoptada luego por el jefe de la delegación comunitaria, el director de Comercio de la Comisión Europea, Karl Falkenberg.
Por el contrario, Bruselas no trajo respuesta concreta para eliminar sus subsidios a las exportaciones, como sí lo hizo Estados Unidos.
A través del número dos de la Oficina del Representante de Comercio (USTR), Peter Allgeier, que encabezó la delegación estadounidense en la reuniones informales del ALCA, que también esta semana se desarrollaron en Buenos Aires, Washington reiteró su oferta de desmantelar los subsidios a las exportaciones, aunque sin la promesa de no volverlos a reintroducir en un futuro, o de eliminar otros componentes distorsivos de estas subvenciones como créditos y seguros.
"Estados Unidos tiene aranceles más bajos que la Unión Europea, pero sus subsidios directos a la producción son más elevados, así que de poco sirve que desgraven si igual no pueden competir nuestros productos", resumió un negociador argentino cuando promediaba la ronda con los europeos y Allgeier ya estaba volviendo a Washington.
La realización de los dos foros de negociación de manera simultánea, que incluso se realizaron en el mismo edificio, permitió una didáctica apreciación de los ánimos en uno u otro, pero también puso en blanco sobre negro lo que será una difícil discusión interna para el Mercosur antes de cerrar cualquiera de los dos acuerdos.
Tanto los representantes de Bruselas como de Washington pusieron énfasis en las declaraciones a la prensa de que el bloque sudamericano no satisface las condiciones para los inversores en general y para los empresarios de los servicios en particular, dos áreas que también formarán parte de los futuros acuerdos.
Al manifestar sus reparos, el jefe de la delegación comunitaria apuntó en público, durante un seminario que se realizó en paralelo con la ronda de negociaciones, a la falta de integración del Mercosur en cuanto a normas santiarias, certificación de origen, circulación de bienes o compras gubernamentales.
Pero en diálogo informal con periodistas, el alemán admitió que el desvelo de los europeos "tiene que ver más con la falta de reglas y seguridad jurídica para las inversiones y los servicios".
Al día siguiente, una alta fuente del USTR dijo también a la prensa que el Mercosur "no está acostumbrado a negociar reglas de la manera a como estamos en Estados Unidos", es decir, según sus palabras "al más alto nivel".
Así, los dos principales socios comerciales e inversores del Mercosur, que tiene ya aceitada su estrategia en pos de la apertura del mercado agrícola, le dejaron esta semana un nuevo desafío: evitar que Bruselas y Washington desvíen el eje que persiguen los sudamericanos en las negociaciones.
Y una tarea pendiente: el debate interno entre Argentina y Brasil, de cómo ambos darán confianza a las inversiones y cómo el segundo garantizará mayor acceso a su mercado de servicios.
Por Fernanda Arce
Fuente Télam