Una de las metas de la gran mayoría de los países es el aumento de sus exportaciones. Argentina no es extraña a este desafío, mas aún en la actualidad. El componente básico de nuestras exportaciones proviene del sector agropecuario y particularmente, del crecimiento sostenido, en volumen y precios, de los cereales y oleaginosas.
Desde hace varias décadas y en coincidencia con el despegue industrial de la segunda mitad del siglo pasado, se ha planteado con frecuencia el desarrollo de un "Nuevo perfil exportador de la Argentina".
En otros países esta realidad no ha nacido por un hecho mágico ni por una decisión superior, sino como consecuencia de un enorme esfuerzo planificado que contó con los recursos necesarios para asegurar su éxito. Haremos un suscinto comentario acerca de dos condiciones insoslayables para el logro de este objetivo.
1°) Las exportaciones de productos industriales y de servicios que en general contienen un mayor valor agregado y en su proceso de elaboración ocupan mano de obra intensiva, requieren un significativo esfuerzo en I + D (Investigación y Desarrollo); requisito que resulta indispensable para la generación de productos y servicios que son considerados más sofisticados.
Nuestro país está en deuda mayúscula en la materia: ha invertido en los últimos años en I + D sólo alrededor del 0,40% de su P.B.I., cifra preocupante si se la compara con la de otros países: Japón 2,90%; EE.UU. 2,80%; Alemania 2,30% y aún el promedio de Latinoamérica, algo superior al 0,50%. No cabe ninguna duda de que I + D es el soporte necesario para modernizar la producción y mejorar la competitividad internacional de un país.
Si bien hay mejores planes presupuestarios para este año y se observa una actitud participativa del sector empresario, el camino a recorrer es largo y requiere coherencia y continuidad, atributos no frecuentes en la historia reciente de nuestro país.
2°) La elaboración de productos industriales y de servicios con alto valor agregado capaces de competir en los mercados exigentes no es un hecho aislado.
Los países que lo hacen se fijaron metas para generar con el correr de los años una "cultura industrialista" sostenida en la persistencia de su empresariado, en las ventajas que ofrece la naturaleza, en el perfeccionamiento de sus sistemas de educación y de investigación científica y en la generación de políticas nacionales y locales que tengan continuidad y sean coherentes.
Se trata de la creación y desarrollo de los distritos industriales, los denominados "clusters". En ese ambiente físico y humano apropiado, las empresas se conectan entre si, optimizan el uso de los recursos naturales, aportan fondos para proyectos de investigación y educación de interés común y se asocian para enfrentar con mejores armas el desafío de los mercados mas exigentes.
Por Humberto Gussoni
Vicep. 1° del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires
Fuente Diario La Razón