En la Argentina cada año unos 200.000 caballos se mandan al matadero para exportar su carne, fundamentalmente hacia Europa. En 2003, se obtuvieron así 48,3 millones de dólares. Y se mantuvo un raro privilegio: el país es el mayor exportador mundial de este tipo de carnes.
El año pasado la Argentina vendió 34.266 toneladas de carne equina y cubrió así cerca de 23% de un mercado que, a nivel global, llega a 145.000 toneladas anuales. Con dicho volumen, el país ocupó cómodamente el primer lugar entre los exportadores. Según datos de la FAO (Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación), bastante atrás le siguen Bélgica, Brasil y EE.UU.
Bélgica, enclavada en Europa, el gran mercado para los bifes de caballo, maneja el comercio en la región. Y aunque produce poco exporta mucho y logra un valor mucho mejor por sus ventas. En 2002 exportó por 76 millones de dólares, contra los 48 millones obtenidos por la Argentina.
Pese a que la carne nacional cotiza más barata, el negocio marcha. El año pasado, la Secretaría de Agricultura registró que cada tonelada de carne de caballo se vendió a un promedio de 1.384 dólares. Son cerca de 4 pesos por kilo. Ese precio no quedó muy lejos del de la carne vacuna, que se exportó a un precio promedio de 1.512 dólares.
Una situación que hace más lucrativo el negocio es que en el país no se faenan caballos criados especialmente para ese fin, como los robustos animales de la raza Percherón, que en Europa se utilizan con un "doble propósito", para tiro y para carne. Aquí el negocio es de rezagos. Los intermediarios van por los campos recolectando caballos que han cumplido su vida útil, y los obtienen a bajo precio. En total reúnen 200.000 por año. El rodeo de equinos del país se calcula en 4,5 millones de cabezas.
A nivel industrial, la actividad queda en pocas manos. Existen sólo cuatro frigoríficos habilitados. Uno en Entre Ríos, con 18% de la faena. Otro en Río Cuarto, Córdoba, con el 26%. Y los dos restantes en territorio bonaerense. El primero en Trenque Lauquen maneja el 21% de la torta, y el segundo y más activo de todos está en Mercedes, con el 35%.
Aunque poco conocido, el sector no es nuevo en el país. Se exportan cortes de caballo desde que, durante las grandes guerras mundiales, la hambruna provocó que los europeos no le hicieran asco a nada. Ahora comer carne equina allí se hizo costumbre. Por eso los mejores clientes de la Argentina durante 2003 fueron Holanda, Francia, Rusia e Italia. Luego, como destino novedoso, apareció Japón.
A nivel local las cosas son bien distintas. Durante muchísimo tiempo, la faena de caballos para consumo doméstico directamente estuvo prohibida, por las consideraciones especiales de los argentinos para con dicho animal, un noble compañero para los hombres de campo. En 1998, cuando Carlos Menem habilitó por decreto también el mercado interno, la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (ADDA) le pidió que diera marcha atrás con un singular argumento: "Evitar el padecimiento de animales que han sido parte de nuestra historia".
En el país se producen unas 55.000 toneladas de carne equina y se exportan unas 34.000. El remanente no se utiliza para la elaboración de fiambres y mortadelas, como vulgarmente se cree. La carne de caballo se consume fresca en aquellas zonas donde no abundan las vacas, como el Norte y la Patagonia. Y según quienes saben, su aspecto no tiene nada que envidiarle al de un buen corte vacuno.
Por Matías Longoni
Fuente Diario Clarín