Un científico argentino logró convencer a Pride International, con sede en Texas, para que invierta en un centro de investigación y desarrollo en la Argentina. Y esta especie de polo tecnológico, que cobija a 80 profesionales, ya corre en fórmula uno: desde Neuquén exporta tecnología al mismo EE.UU. y a otros países. Gustavo Bianchi cuenta que a fines de 2001 la petrolera Pride lo contactó para comandar a un grupo de científicos en Houston, mientras le extendían un cheque de 30 millones de dólares como presupuesto de la iniciativa. Bianchi los sorprendió: les propuso desarrollar el mismo centro en Neuquén, pero por el 10 por ciento de aquella cifra.
Armó alianzas estratégicas con el INVAP, el CONICET, distintas universidades y otros grupos de tecnología como MR Technologies y Softlab. En el área de Investigación y Desarrollo ya suman 80 personas. Allí conviven ingenieros en petróleo, químicos, físicos, bioquímicos, biólogos, matemáticos, ingenieros nucleares e hidráulicos.
Bianchi se formó en la Comisión Nacional de Energía Atómica y realizó un posdoctorado en la Universidad de Texas. Y se dice que es un experto en inventar nuevas tecnologías para la industria petrolera.
Pride es la segunda compañía de perforación petrolera más grande del mundo. Desembarcó en la Argentina con la compra de San Antonio, una firma de servicios petroleros que pertenecía al grupo Perez Companc. Y con el polo tecnológico se preparó para competir con los pesos pesados del rubro a nivel internacional como Baker, Schlumberger y Halliburton.
Lo cierto es que San Antonio facturaba US$ 60 millones anuales y saltó a 120 millones gracias a productos de alta tecnología.
-¿Cómo lo hicieron?
— Primero nos planteamos hacer productos excelentes y nos dimos una política para ganar mercado.
Al principio hubo más espinas que rosas. Los científicos tardaron seis meses en tener un lenguaje en común, en adaptarse, en comprender los diferentes códigos que usan las distintas profesiones. Pero ya construyeron 27 equipos pesados automatizados para la industria petrolera que antes la Argentina importaba de EE.UU. o Canada por 15 millones de dólares. Registraron 5 patentes internacionales. Construyeron una planta de mezclado y síntesis de productos químicos para exportar a todo el mundo. Y ganaron una licitación en Repsol-YPF por US$ 13 millones.
Además desarrollaron herramientas especiales y sofisticadas que antes se fabricaban exclusivamente en Canadá, EE.UU., Francia, Inglaterrra y Alemania. Con esto Argentina ingresa en un club selecto. Hoy venden a todas las grandes petroleras, desde Petrobras, Chevron, Plus Petrol, hasta la venezolana PDVSA.
Lo curioso es que las firmas que venden servicios de petróleo y gas, como Schlumberger, Halliburton y Baker gastan unos 30 millones de dólares anuales en desarrollo de tecnología. Estas empresas poseen sus centros de tecnología en los países centrales. ¿Con el polo de Neuquén, habrá llegado la hora de que miren a la Argentina? Si se logra, el país podría evitar el éxodo que le cuesta mucho más que los 200.000 dólares invertidos en la formación de cada científico que termina yéndose del país.
Fuente Diario Clarín