"Yo suponía que la Argentina tenía potencial para exportar ropa hecha con hilados sofisticados como el de la llama, que no existen en otros países. Hasta ahora esos hilados se usaban sólo en ponchos pero no en prendas adaptadas al uso de hoy. De ahí que decidí hacer mi sastrería en pelo fino de camélidos andinos", dice Normando Martin, creador y dueño de Sastrerías Argentinas. Lo explica sentado a un escritorio ascético en una oficina despojada y con olor a nuevo mientras muestra las fotos de los trajes, sacones y tapados que diseña para hombres y mujeres. Cada tapado con la etiqueta Normando Martin tiene un precio FOB de 700 dólares.
El detalle es que todavía no vendió ninguna prenda. Además, en la empresa trabaja una sola persona: él. Y, para mayor desorientación, la oficina es prestada.
Normando es un incubado. Fue uno de los trece ganadores de la primera edición de IncuBA, un programa del Centro Metropolitano de Diseño (CMD), del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, destinado a emprendedores de las áreas de diseño, turismo y cultura.
El caso de Normando es apenas un botón de muestra de la movida de los emprendedores especializados en el diseño.
Los locales de Palermo Soho y Palermo Hollywood hierven de raros y bellos objetos. Las ferias de la moda, Puro Diseño, Cienporciento Diseño y grupos como 2x4 y Gema (ver recuadros) son sólo algunos de los casos más conocidos de una nueva generación de pequeños empresarios: los emprendeÑadores, cruza de emprendedores con diseñadores.
Y cuidado porque no sólo crean objetos bonitos, prendas exóticas o joyas de líneas audaces. También generan una movida económica.
Sólo en Buenos Aires, "la industria con diseño, como la indumentaria, la gráfica, la marroquinería, el calzado, los muebles y los juguetes, genera el 7 % del PBI de la ciudad", explica Adrián Lebendiker, coordinador general del CMD.
"Si sumamos las industrias culturales, como editoriales y productos audiovisuales, que también tienen diseño, llegamos al 13 % del PBI. Además, representan el 12 % de los puestos de trabajo de la ciudad", agrega.
Acorde con estos números, desde el sector público hay varios planes para impulsar a los diseñadores con vocación emprendedora. El Plan Nacional de Diseño, de la subsecretaría de Industria de la Nación; el CMD, del GCBA, y el Centro de Investigación y Desarrollo Textil del Inti son algunos de ellos.
La gran pregunta es por qué, en este principio de milenio, cientos de jóvenes —y no tanto— encauzan su creatividad en la forma de pequeñas empresas.
"Viene de la mano de la cantidad de gente que estudia carreras vinculadas con el diseño. Pero esto contrasta con el hecho de que históricamente la Argentina no se caracterizó por ser un país con empresas intensivas en diseño.
El sector empresario no vino demandando esto. Por eso gran parte de los recursos humanos con capacidad de aportar diseño no encontró en las empresas existentes un lugar para aplicar sus conocimientos. Entonces ven su oportunidad en la creación de emprendimientos", explica Hugo Kantis, director de la maestría PyMEs de la Universidad General Sarmiento .
"Estudiar moda está de moda", dice Graciela Suen, directora de la carrera de Diseño e Indumentaria Textil. Según su experiencia, muchos de los egresados se largan a crear sus propias empresas porque su profesión los entrena para desarrollar habilidades que sirven a la hora de hacer negocios. "Tienen capacidad de analizar ideas, asimilar información y tomar decisiones flexibles", dice Suen.
Claro que una cosa es iniciar un emprendimiento y otra muy diferente es sostener una empresa en el tiempo. "Los diseñadores son creativos pero les falta calle, no tienen el día a día. Incluso muchos todavía no descubrieron que un estudio de diseño es una empresa. En la facultad no se tocan esos temas", explica Javier Mardaraz, coordinador de IncuBA. Lo dice desde su experiencia de arquitecto con estudio propio y de ex alumno de la Fadu.
Como los pollos
El CMD lanzó hace dos años el programa IncuBA. Allí, los emprendedores dedicados al diseño, el turismo y las industrias culturales que son elegidos después de un concurso pasan a ser incubados.
Durante un año viven en un microclima ideal para que sus emprendimientos arranquen, tomen fuerza y puedan salir solos a pelear en el mercado.
"En el start up de cualquier empresa hay una alta tasa de mortalidad. Para evitarlo, se genera un ámbito protegido", explica Mardaraz.
Los primeros trece incubados, que compitieron con otros 146 proyectos, se instalaron en agosto de 2003 en el ex Mercado del Pescado, a dos cuadras del Riachuelo. Allí funciona el CMD, un lugar más limpio que un gallinero y más acogedor que una nursery de pollos.
Entre amarillos, rojos y azules brillantes —los colores que predominan en las sillas, las tuberías y las puertas—, con grandes ventanales y puentes de madera que unen las distintas zonas, los diseñadores dan sus primeros pasos de empresarios.
Allí traza sus moldes Normando Martin. Cerca de él los chicos de Animat Inc trabajan casi sin dormir desde hace quince días. En las pantallas de sus PC se ve un spot publicitario de Knorr que todavía no salió al aire.
La película está dibujada. La agencia de publicidad mostrará este borrador animado a grupos de consumidores para oír sus opiniones. Si el público da el okay, el comercial se filmará con gente de verdad.
En las últimas dos semanas, Animat Inc entregó nueve películas de este tipo. Por eso lucen agotados los muchachos, dueños de la única productora del país con esta especialidad.
Exportar diseño
Tanta efervescencia diseñadora no tiene su correlato en las exportaciones. "Los precios le dan al país una posibilidad que todavía es más una proyección que una realidad. Hay un potencial exportador pero no es la tendencia general sino que son casos aislados", opina Kantis.
Uno de esos casos es el de Zum Disegno. Desde sus oficinas en Palermo Hollywood el estudio de Pablo La Gattina (30), Facundo Spataro (30) y Mercedes Ceciaga (31) ya se asoma a la exportación.
Con la marca Guapo van a vender tablas de madera viraró, fruteras de pasta de mármol y paneras de cuero, productos "que buscan transmitir un nuevo espíritu argentino tanto en sus formas como en sus materiales", dice La Gattina.
Ya hicieron pruebas en Bélgica, Holanda e Italia, donde no sólo tuvieron muy buena aceptación sino que incluso los focus groups revelaron que la gente está dispuesta a pagar por las tablas hasta un 30 % más que los 65 euros fijados.
En algunos meses comienzan a exportar a Bélgica pero para eso tienen que cumplir unos cuantos pasos. Deben abrir una empresa pero para poder hacerlo primero el responsable tiene que hacer un curso de management que dura seis meses. "Es una exigencia del gobierno. Por ahora seguimos mandando pequeñas cantidades por Federal Express pero en marzo empezamos a vender a través de nuestra empresa de allá", cuenta La Gattina.
Y agrega que están en conversaciones con empresarios de los Estados Unidos para exportar una línea de muebles. Pero todo va lento porque vender al exterior no es ninguna pavada. Queremos hacer las cosas bien; si no, exportás una vez y después olvidáte".
Uno de los secretos para colocar el diseño argentino en el exterior es apuntar a las economías de gama: "Buenos Aires no tiene posiblidad de desarrollar producción de escala masiva ni ser competitiva con Brasil pero sí puede ofrecer menos productos con más diseño", apunta Lebendiker.
Para conseguir este objetivo, el CMD organizó la Operación Eucalis. Por un lado es sabido que gracias a la cultura ecológica los europeos cambiaron sus hábitos de consumo y a la hora de comprar muebles eligen los de maderas cultivadas. Por el otro, en la Argentina hay bosques cultivados de eucaliptus pero esa madera se está exportando con poco valor agregado, como madera sola o como cajones de frutas.
"Trabajamos con las asociaciones forestales, convocamos a fabricantes de muebles, a diseñadores, al Inti, al Inta y a Easy, que vende el 18 por ciento de los muebles del país".
Zum Disegno fue uno de los finalistas del proyecto. Con la marca Apicce Básicos fabrican mesas, sillas y reposeras de eucaliptus que se venden en Easy a precios que van desde los 98 hasta los 180 pesos.
El CMD también lanzó la operación Salix para producir muebles de madera de sauce. La idea es diseñar políticas que fomenten, precisamente, el diseño.
Por Cecilia de Castro
Fuente Diario Clarín