Por el Dr. Rafael Bielsa.
La diversificación de nuestras exportaciones y la reciprocidad comercial son la base para participar en el acuerdo hemisférico y promover una verdadera inserción productiva de nuestro país en los mercados internacionales.
Hoy, hablar de negociaciones económicas internacionales es dar por descontado su dinamismo. La norma es buscar equilibrios y ventajas entre la agilidad exigida y la superación de obstáculos habituales de naturaleza comercial. En este contexto, es contraindicado el recurso a posiciones irreductibles, y aconsejable concentrarse en el objetivo que se persigue.
En todos los escenarios de negociación por los que Argentina transita —Mercosur, ALCA, Unión Europea, Estados Unidos, México, Chile, Sudáfrica, India y China, entre otros— perseguimos la reducción de aranceles o la eliminación de barreras arancelarias así como no arancelarias, a fin de lograr un mayor acceso para los productos nacionales a los mercados internacionales.
Se trata de un esquema de inserción económica que parte del concepto de integración productiva con el mundo, y que busca acuerdos que, basados en la reciprocidad comercial, den lugar a una diversificación de nuestras exportaciones, tanto en términos geográficos como sectoriales. Ese es el objetivo, lo que equivale a decir tanto como generar y colocar riqueza de y en fuentes y destinos variados.
En la negociación en el ALCA, trabajamos tras dicho objetivo planteando avances en la liberalización comercial mediante un acuerdo equilibrado, buscando un comercio sin distorsiones, donde la herramienta de distinción sea nuestra competitividad.
Para llegar a ello debemos tener en claro el contenido de esta negociación, dividido en nueve áreas: acceso a los mercados para productos agrícolas e industriales; inversiones; servicios; compras gubernamentales; defensa comercial (derechos antidúmping y compensatorios); propiedad intelectual; política de competencia, y un mecanismo regional para la solución de controversias.
Sobre este aspecto quiero dar certeza a quienes no sigan los documentos de negociación. Las cuestiones laborales y ambientales no están incluidas en el ALCA, debido a la oposición de la mayoría de sus miembros.
Ahora bien, definido limpiamente el marco de la negociación, deben identificarse los medios parar alcanzar el objetivo.
No alcanza con el mero desmantelamiento de los aranceles, sino que se habrá de apuntar a dar solución a las distorsiones adicionales existentes en el comercio, como por ejemplo cuestionar los subsidios a la producción interna, o poner limitaciones a la aplicación discrecional de los mecanismos de defensa comercial concebidos como incentivos inversos a la competencia externa.
Permítaseme detenerme en un aspecto del debate. Con frecuencia se afirma que los aranceles de Estados Unidos son bajos. Si bien es cierto que los aranceles de este país son relativamente bajos en el sector industrial, en materia agrícola existen picos arancelarios y aranceles estacionales.
Por ello es que en este sector estamos trabajando para lograr eliminaciones tarifarias para todo el universo arancelario con cuatro "tiempos" de desgravación (inmediata, a 5, a 10 y a 15 años), y también para acordar disciplinas sobre medidas sanitarias y fitosanitarias, eliminar los subsidios a las exportaciones agrícolas —eliminación aceptada por todos los países en el contexto hemisférico, incluyendo Estados Unidos— y otras cuestiones.
Por otra parte, se debe tener en claro que la discusión en el seno del ALCA no se agota en la cuestión arancelaria, sino que tiene por meta atacar todas las prácticas que impiden un acceso efectivo de los productos nacionales a los mercados externos —barreras no arancelarias, normas técnicas, medidas sanitarias, reglas de origen y procedimientos aduaneros, entre otras.
"Equilibrar la mesa"
En pocas palabras, dirigimos nuestros esfuerzos hacia alcanzar un acuerdo que fomente el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, el desarrollo sostenido y la integración.
Nuestra meta es "equilibrar la mesa" y en ese escenario lograr el libre comercio en el hemisferio, meta inversa a la idea de insertar a la Argentina en un "sistema hegemónico".
A partir de la última reunión ministerial de noviembre, incorporamos a la negociación el concepto de "flexibilidad", que permite tomar en cuenta las particularidades de todos los países del continente; así, se prevé la posibilidad de que los países asuman diferentes niveles de compromiso, con un tratamiento que respete las asimetrías en los niveles de desarrollo y en el tamaño de las economías.
Si queremos un ALCA que contemple nuestros intereses, tenemos que estar en el juego, involucrarnos de manera sensata y hacer valer nuestras condiciones.
Creo que al hablar del diseño y la ejecución de la política comercial externa, tenemos que ver al mismo tiempo el árbol y el bosque. Para llevar adelante un debate fructífero, propongo mirar "el cuadro completo", y no sólo la manzana o la botella de la naturaleza muerta.
Como ejemplo, la reciente misión comercial al Lejano Oriente ya produjo resultados de negocios concretos. Basta citar el convenio de intercambio automotor que permitirá a productores argentinos exportar vehículos utilitarios, o la sociedad entre laboratorios de Argentina y China para la producción de medicamentos, entre otros.
Todos quienes conformamos la sociedad argentina —circunstanciales funcionarios, empresarios, productores, líderes políticos, académicos, organizaciones no gubernamentales— somos protagonistas de la definición de la inserción internacional de nuestro país, sustentada, en materia comercial en la capacidad de colocar nuestros bienes y servicios en el mundo. Creo que tenemos una oportunidad cierta, y es responsabilidad colectiva expresarnos y escucharnos.
Autor: Dr. Rafael Bielsa
Ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina
Fuente Diario Clarín