La Argentina asume la presidencia pro témpore del Mercosur. La buena noticia es además que en los próximos cuatro semestres (2004-2005) tal cargo -importante para el necesario impulso político- estará en manos de presidentes nuevos que tendrán así la posibilidad de marcar con sus iniciativas y estilo la evolución del bloque. Ello ocurre en un momento propicio, por varios motivos. Uno de ellos es que la voluntad política de construir el Mercosur ha sido nítidamente reafirmada al más alto nivel político. A su vez, las encuestas conocidas demuestran que es una idea estratégica que sigue siendo valorada por las respectivas ciudadanías, más allá del necesario debate sobre cómo y a qué ritmo instrumentarla.
Y, además, se prevé un 2004 con crecimiento económico en la Argentina y en Brasil, con un probable aumento significativo del comercio recíproco. Ello debería tener un impacto en las decisiones estratégicas y de inversión de las empresas, y por consiguiente, en la generación de empleo. Asimismo, debería facilitar el impulso a los foros de competitividad, los que podrán ser uno de los ámbitos apropiados para mejorar la proyección al mundo de cadenas de valor del Mercosur.
Bien instrumentados, ellos pueden transformarse en ejes vertebrales de la estrategia de preparación de los países socios para los escenarios de competitividad que resulten de las negociaciones comerciales en curso. También pueden ser uno de los ejes del apoyo a Paraguay y Uruguay, a fin de facilitar su pleno aprovechamiento de las ventajas de los mercados ampliados por el Mercosur y por sus acuerdos con terceros países.
En tal contexto favorable, tres factores pueden contribuir a una gestión exitosa de la presidencia argentina en este próximo semestre. El primero es la aprobación por los cuatro socios de una "hoja de ruta" conteniendo las prioridades de acción para el período 2004-2006.
El segundo son los desafíos que plantean las negociaciones comerciales en curso en la OMC, el ALCA y con la UE. Ellas requerirán un gran esfuerzo de concertación de intereses nacionales y de coordinación operativa entre los cuatro gobiernos y entre sus sectores empresariales.
El tercer factor es que el Mercosur está efectuando progresos institucionales significativos, que aún no han sido plenamente desarrollados ni completados, pues se anticipan innovaciones en las modalidades de la representación parlamentaria, incluyendo la anunciada creación de un Parlamento común, y en la intensidad de la participación de la sociedad civil en la adopción de las decisiones.
Tales progresos institucionales se observan principalmente en tres planos. El primero es el de la dimensión técnica de la gestión del Mercosur, con el nombramiento del secretario técnico y de su equipo de colaboradores, seleccionados por concurso público. El segundo es el del impulso político, con la institucionalización de los representantes permanentes y la designación de su presidente. Y el tercer plano es el del control jurisdiccional, con la entrada en vigor del Protocolo de Olivos y la constitución de un órgano permanente de revisión.
En los tres planos se requerirá, a la vez, creatividad y prudencia, a fin de que con profesionalismo y sentido político se alcancen niveles razonables de eficacia y, por consiguiente, la necesaria legitimidad social de las nuevas instituciones.
Por Félix Peña
Fuente Diario La Nación