La cría de guanacos -lama guanicoe- en semicautiverio y silvestres para el aprovechamiento de su fibra, encarada hace algunos años por campesinos de la Región Sur, está generando importantes recursos para la economía zonal y aparece de cara al futuro como la actividad más rentable para diversificar la producción ovina. Comparándola con la de la oveja o la de la cabra, algunos crianceros de guanacos señalan que la rentabilidad de los camélidos es, en proporción, diez veces más alta que la de los ovinos o caprinos.
La evaluación coincide con los dichos del especialista inglés en fibras finas James Sales, quien afirmó en uno de sus viajes a la Argentina -en 1996- que “la fibra de guanaco es el oro de la Patagonia”.
La afirmación coincidió con el inicio de la actividad en la Región Sur y caló muy hondo en un puñado de productores ovinos que buscaban alternativas de producción para diversificar la actividad ovina ante la profunda crisis vivida durante la década pasada.
Lo que comenzó como una “patriada” encarada por cuatro o cinco campesinos de Los Menucos en 1995 poco a poco se fue convirtiendo en una salida muy viable capaz de generar recursos económicos muy importantes.
Hoy, la alta rentabilidad del guanaco está llevando a muchos productores a inclinarse cada vez más por la cría de esta especie silvestre, en la que ven un camino hacia la recuperación definitiva del campo.
En Río Negro suman nueve los productores que trabajan en forma ordenada y están reconocidos por la Dirección de Fauna Silvestre. Algunos tienen manadas de entre 10 y 30 guanacos y otros, incluyendo los criados en semicautiverio y silvestres, suman más de 700. La mayoría de los crianceros se ubica en la zona comprendida entre La Esperanza, Los Menucos y Sierra Colorada, lugar donde existe la mayor población de camélidos, aunque hay productores que se están iniciando en la actividad en la zona de Jacobacci.
Según cuenta Angel Garrido, uno de los pioneros en la cría de guanacos, en 1995 junto con otros productores realizaron una experiencia piloto con la venta de 50 chulengos al criadero San Pedro, de Sierra de la Ventana. El negocio abrió las puertas para encarar la actividad desde una perspectiva más optimista.
“Históricamente -señala- en nuestros campos hubo superpoblación de guanacos. No por casualidad, sino porque se los cuidó por generaciones. Y siempre pensamos que tenía que ser un recurso rentable para seguirlos manteniendo, porque es una competencia directa con la economía madre, que es la cría de ovejas. Entonces le fuimos buscando la vuelta e informándonos, hasta que en 1997 le planteamos nuestra idea al Ente para el Desarrollo de la Región Sur”.
El proyecto fue el puntapié inicial para la formación de la primera comisión del uso sustentable del guanaco, integrada por los productores David y Angel Garrido, Edgardo Lauriente, Rubén Martínez y Alberto Alvarez. El proyecto presentado al ente, en el que se describían el uso y el manejo de la especie, sirvió para destrabar la inhibición que tenía la Argentina de exportar fibra de guanacos.
Poco a poco los crianceros fueron domesticando pequeños grupos de guanacos y dotando de infraestructura necesaria a los campos para la explotación de la especie. En octubre de 1999 lograron un permiso para esquilar los primeros 300 animales criados en semicautiverio. Los 144 kilos de fibra obtenidos en la primera zafra se vendieron a 111 dólares el kilo. El año pasado se juntaron cerca de 500 kilos de fibra, que fueron comercializados a 150 dólares el kilo.
Los altos valores obtenidos por la fibra alentaron a los crianceros para seguir trabajando e hicieron que, con el correr de los años, se sumaran otros nuevos.
El 2002 marcó también un antes y un después en la actividad. En una experiencia única en el mundo, el productor David Garrido, propietario del criadero “El Chacay”, logró encerrar y esquilar unos 500 guanacos silvestres. En medio del campo construyó una gran manga con alambres simulando un embudo y una camilla de esquila. Su eficaz invento fue nuevamente puesto en práctica el pasado 2 de setiembre en el establecimiento “Cabeza de Vaca” -ubicado en la zona de Ramos Mexía- donde, en dos tandas, se encerraron unos 700 animales.
Según información de la Dirección de Fauna, de acuerdo con el diagrama surgido de la última reunión de la Comisión para el Uso Sustentable del Guanaco, entre el 2 de octubre y lo que va de noviembre se llevan esquilados más de 1.700 guanacos, entre ejemplares criados en semicautiverio y silvestres. La zafra termina en enero del 2004 con la esquila de unos 800 ó 1.000 guanacos silvestres en un campo ubicado en las cercanías de Los Menucos. La realidad demuestra que el uso sustentable del guanaco, una especie a la que nunca se la había tenido en cuenta, es una opción que crece cada vez más y se convirtió en un recurso muy viable para la diversificación de las actividades ovina y caprina. “Con la rentabilidad que tiene esta producción me animo a decir que los productores minifundistas vivirían mejor criando 40 ó 60 guanacos que 300 chivas u ovejas”, sentenció Garrido.
Por José Mellado
Crianceros piden más apoyo
La rentabilidad que genera la actividad ha llevado a los crianceros a querer mejorar la producción y sacarle más provecho. Sin embargo, consideran que no cuentan con el acompañamiento necesario por parte del Estado, al afirmar que “pareciera que nosotros vamos en un auto de Fórmula Uno y ellos en una carreta”.
Entonados por los precios de la fibra y en el marco del alineamiento detrás de una estrategia comercial dedicada casi con exclusividad a los guanacos silvestres, los crianceros han realizado grandes inversiones en la construcción de instalaciones adecuadas para su captura. “Esto es algo nuevo, y como toda innovación es muy dinámico, todos los días se aprende algo. Pensamos que las decisiones políticas no han sido las adecuadas en cuanto a darles el espacio que necesitan el productor y la actividad.
En algunos casos, los productores han hecho un esfuerzo humano y económico muy importante, pero siempre encuentran un techo, un freno. Los productores andamos en un Fórmula Uno y el Estado en carreta, y no logramos armonizar la velocidad en cuanto a las expectativas que tenemos”, sostiene Garrido.
Además de la fibra, para los crianceros es muy importante que se les permita comercializar la carne de guanaco. En el marco del uso y manejo de la especie, piden poder faenar los animales seniles o improductivos para poder controlar la población. Actualmente la carne de guanaco tiene una gran demanda y en el mercado se comercializa en forma ilegal.
En este sentido, la resolución 82/03, que reemplaza a la 220/098, y el decreto 1.270/94, relacionado con criaderos de especies de la fauna silvestre, prohíben la exportación y comercialización en jurisdicción federal y el tránsito interprovincial de animales vivos, productos y subproductos de la especie.
Sólo se permite la esquila de animales vivos y la comercialización de la fibra. “No podemos realizar ni permitir nada fuera de lo establecido por las leyes”, sostuvo el titular de la Dirección de Fauna.
País productor por excelencia
La Argentina es un país productor de guanacos por excelencia. Se estima que solamente en la Patagonia existe una población que supera los 500.000 animales.
Por años, la mayoría de los productores ovinos intentó exterminar a este camélido. Además de ser una competencia directa para la oveja, no le encontraban ninguna otra utilidad que el aprovechamiento de su carne para consumo doméstico o para alimentar a otros animales.
Por otro lado, estaban convencidos de que era el factor principal de transmisión de la sarna. Sin embargo, estudios demostraron que el ácaro de la sarna de los camélidos no vive en ovinos, motivo por el cual este problema quedó descartado.
Las primeras experiencias con guanacos en la Argentina se realizaron, con poco éxito, en 1972.
Los malos manejos de la especie y la pésima calidad del producto llevaron en 1992 a que nuestro país quedara imposibilitado de exportar fibra de guanaco hacia Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea.
Sin embargo, en abril de 1999 la Dirección de Fauna Silvestre de la Nación y la Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Flora y Fauna Silvestre (CITES) aprobaron el proyecto presentado oportunamente por los productores de la Región Sur rionegrina para el manejo y uso sustentable de esta especie. Esto permitió que se ofertara públicamente la fibra de estos animales.
En 1999 los productores se asociaron y lograron vender unos 144 kilos a 111 dólares por kilo. En el 2000 se vendieron en forma independiente 350 kilos a un precio similar y en el 2002, más de 500 kilos se pagaron a 150 dólares el kilo.
Este año se calcula que la producción de fibra superará los 1.300 kilos, aunque las dos firmas compradoras -Leers y Schanider- no han realizado ofertas concretas de precios, según indicaron los crianceros. (AJ)
Alta costura
Con el paso de los años, los ingleses encontraron en la fibra de guanaco (también denominada DOWN) una similitud con la que produce la cabra de Cashemira (región de la India).
Igual que la vicuña, ambas especies producen una fibra muy fina -incluso de menor grosor que la obtenida de la oveja Merino- con la que se confeccionan tejidos de excelente calidad.
Estas fibras oscilan entre los 7 y los 15 micrones, mientras que la finura de la lana de la oveja Merino se sitúa desde los 17/18 micrones en adelante. Este menor grosor de la fibra de guanaco es un detalle muy apreciado en los mercados internacionales.
En comparación, una oveja produce anualmente entre 4,5 y 5 kilos de lana y un guanaco adulto, entre 400 y 600 gramos (descerdada queda el 50%). Sin embargo, el kilo de fibra de los camélidos gira en torno de los 150 dólares, mientras que un kilo de lana ovina hoy se cotiza entre dos y tres dólares. (AJ)
Crianza y esquila
Si bien los silvestres conviven en el campo con las ovejas y el resto de los animales, la cría de guanacos en semicautiverio requiere instalaciones especiales. Se selecciona un potrero exclusivo del campo y se delimita con un alambrado de diez hilos -es decir, de casi dos metros de altura- para evitar que los animales se escapen.
Con el correr del tiempo y el trato frecuente del hombre, los animales se van domesticando. “Yo empiezo a hacer ruido con el tarro de la comida y comienzan a acercarse. Se amansan fácilmente y se vuelven muy dóciles”, sostiene Eduardo Railef, un peón rural encargado de la crianza de guanacos en la estancia Loma Blanca. Allí, el pasado 18 de octubre se esquilaron más de cien animales. Máquina en mano, el esquilador demoró entre tres y cuatro minutos para obtener los 500 gramos de fibra promedio de cada animal. Bajo la minuciosa inspección del Director de Fauna Silvestre, la fibra se clasificó en vellón, pedazos, cola y barriga. (AJ)
Fuente Diario Rio Negro