La CEO de Chandon, Margareth Henríquez, sostiene que ganar mercados externos por los bajos costos es algo sólo coyuntural, y que hay que trabajar para conseguir un real valor agregado en los productos buscando imponer la marca “Argentina”. Venezolana de nacimiento, era presidente de Nabisco (una de las empresas del ramo alimenticio más importantes del mundo, con sede en México) cuando fue convocada por Chandon en la Argentina. Aceptó el desafío y ahora se considera “una argentina más” que trabaja con “entusiasmo” en esta nueva etapa.
-Como dirigente de empresa, ¿cómo ve la situación del país?
-La situación actual la vengo viendo desde el año pasado. Es un proceso lento porque no tenemos crédito y al estar en default la financiación es poca y lenta. Pero lo que a mí me gusta, es que realmente cuando uno recorre el interior puede observar que el país está comenzando una etapa donde la riqueza está basada en el trabajo. Uno ve los campos activos y siento que hay un proceso de recuperación sobre una base del trabajo, que es una base real. Lo importante es tratar de resolver nuestro problema de default, porque el crédito es fundamental. Es importante conseguir financiamiento para los nuevos desarrollos, porque de lo contrario es como si el auto no tuviera gasolina. Lo que es importante es definir un proyecto a largo plazo y cómo se le da un mensaje al mundo de que hay seguridad jurídica. Esa es la clave para los años que siguen.
-¿Cómo ve la situación de la vitivinicultura argentina?
-La veo bien, promisoria. Tengo un poco de temor por la cantidad de proyectos que han surgido, donde no sé si hay todo el respaldo financiero para poder responder con la consistencia y la consecuencia que requiere este negocio en el tiempo. El temor es que al final tengamos que responder todos como industria. Es fundamental que la Argentina siga dando señales de calidad, consistencia y compromiso con el desarrollo de la vitivinicultura. Veo que todo está caminando para bien, pero hay cierto temor en esas atomizaciones, de no tener el verdadero respaldo y eso después pueda traducirse en problemas de calidad.
-¿Qué opina de la ley de bioterrorismo que aplicará Estados Unidos?
-Es parte o se suma a la cantidad de actividades que multiplican la neurosis de los norteamericanos. No sé si está bien o mal porque no tengo autoridad o el conocimiento. Pero es un problema complicadísimo que agrega complejidad a la exportación. Los manejos de tiempos para la exportación se van a complicar, con lo cual el manejo de inventario será mayor. La pregunta que tenemos que hacernos es si en realidad Estados Unidos está tratando de fortalecer su producción y este tipo de programas adicionales buscan fortalecer la producción interna. No me extraña entonces que esto tenga una segunda razón.
-¿Pueden aumentar las exportaciones argentinas? ¿Y qué hay que hacer para ampliarlas?
-Lo importante es que la Argentina pueda salir de ese esquema en que hay un buen año en función de una buena cosecha. Sí, se puede aumentar la exportación con mayor valor agregado y debemos dejar de pensar que con bajos precios podemos hacer grandes cosas, porque lo que haríamos sería llenar los mercados de inventarios. Y si estos se dañan después se revierte en contra nuestra. Lo ideal y lo que han hecho los países inteligentes para desarrollar su economía es agregar valor. Tenemos que pensar en que hay que hacer proyectos de conjunto y el Gobierno tiene que enfocarse en aquellas áreas estratégicas, con una visión a mediano plazo, y hacer una inversión conjunta con las industrias para trabajar en la marca Argentina. Eso toma tiempo, no son proyectos a corto plazo.
-¿Se puede exportar sólo por el bajo tipo de cambio?
--Exportar sólo porque hay bajo costo, eso es algo absolutamente temporal. Lo que es importante es que hoy los bajos costos permiten mejorar tecnológicamente, pero pensar sólo en eso en el futuro sería un absurdo. Con la recuperación de salarios comienza a activarse la industria, comienza un proceso de inflación y esto se traduce en mayores costos. Pero si todo se fundamenta en los bajos precios, dentro de uno o dos años no podremos exportar porque los costos no darán. El precio no puede ser el único diferencial, tiene que haber un valor real agregado. Hay que aprovechar estos tiempos de bajos costos para invertir en las marcas y especialmente en la marca “Argentina”. Ese es el trabajo que tenemos que hacer industria y Gobierno.
Por Luis Fermosel
Fuente Diario Los Andes