Son sobrevivientes de una batalla y lo saben. Durante una década perdieron una gran porción del mercado a manos de los productos importados. Pero las pymes argentinas que producen bienes de capital están levantando cabeza. Primero marcaron la cancha en el plano local con la sustitución de importaciones. Y ahora exportan cada vez más: hasta setiembre pasado, sus envíos crecieron cerca de 40% respecto de 2002.
"Con el 1 a 1 los costos no ayudaban y se cerró casi por completo la exportación. Ahora estamos empezando de nuevo", resumió Diego Gregorat, de Oshma, una firma de Temperley que desde hace 40 años fabrica "durómetros", un aparato que sirve para medir la dureza de los insumos industriales. En los años previos a la convertibilidad, esa empresa llegó a embarcar 80% de su producción a Brasil y México. Después, nada. Hoy repuntaron a 15%.
"La devaluación nos ha mejorado sensiblemente las chances de exportar. Antes eran operaciones marginales y hoy ya representan 10% de nuestra facturación", confirma Juan Carlos Ferrero, de Buenos Aires Welding, una pyme que produce accesorios para soldaduras. Acaba de colocar un cargamento de 15.000 dólares en Egipto y no puede creer que el pedido les halla llegado por Internet. "Ahora estamos mejorando nuestra página", admite.
En 2002, el sector productor de máquinas herramientas vendió por 60 millones de dólares, pero a pesar de la mejora cambiaria su balanza comercial sigue siendo sumamente deficitaria, ya que se importaron productos del ramo por 140 millones. Ahora, en plena recuperación de la actividad, las dos operaciones están creciendo por igual. En los 9 primeros meses del año las ventas saltaron un 38% y las compras un 47%. Pero hay un dato: mientras que las importaciones todavía no llegaron a los niveles previos a 2001, las exportaciones ya los superaron en 17%.
"La Argentina tiene una ventaja para exportar máquinas y herramientas, porque se ubica en el medio de la oferta de China, que compite en base a bajos precios y mala calidad, y la de Europa, que es la mejor pero es cara. Nosotros tenemos un nicho para vender buena calidad a precios competitivos", dice Gregorat.
En ese contexto, el negocio se está moviendo y el mejor ejemplo es que la cámara que agrupa a estas empresas decidió relanzar en 2004 —después de 15 años— su histórica Feria de la Máquina Herramienta (FIMAQH).
Walmar, una empresa fundada por un inmigrante italiano, Gianfranco Ferroni, fabrica mesas de corte y comenzó a exportar en el 2000 a Brasil y de allí no paró. Desde entonces, sus ventas saltaron de un 10% de su facturación a casi el 60% en la actualidad.
"Lamentablemente existen varios motivos que frenan la posibilidad de poder exportar, como las retenciones a las exportaciones y la falta de líneas de créditos. Además, actualmente la imagen del país en el exterior es altamente negativa", se queja Ferroni
"La Argentina no tiene un proyecto exportador industrial", agrega Héctor Magrini, de Nicolás Catanese, una firma con 42 años en el mercado de las lustradoras industriales, que ya exporta un 5% de su producción a países vecinos. Habla de la falta de crédito. Y afirma: "Nos sentimos pioneros, porque así y todo estamos exportando".
Por Matías Longoni
Fuente Diario Clarín