En esta columna, el secretario de Comercio Internacional Martín Redrado evalúa las consecuencias de la conferencia de la Organización Mundial del Comercio en Cancún. Si bien califica lo ocurrido como un fracaso, Redrado sostiene que se abre un nuevo escenario mundial en el que se consolida la posición Argentina.
En Cancún la Argentina logró cambiar la lógica tradicional de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Hasta entonces, ésta dictaba que cuando dos actores principales del escenario multilateral llegaban a un acuerdo, el resto de los países debía plegarse en forma automática. Sin embargo, en Cancún nuestro país, junto a otras 21 naciones emergentes, cuyas economías dependen en mayor o menor medida de la agricultura, lograron quebrar esa dinámica. Y por primera vez se sentaron a negociar con los principales responsables de las distorsiones al comercio agrícola desde un frente común, surgido no como una mera reacción ante la postura inflexible de la UE y los EE.UU., sino a partir de una amplia comunidad de intereses, desde la cual proyectar y defender nuestras necesidades con profesionalismo, decisión y pragmatismo.
En la génesis del Grupo de los 22 (G-22), la Argentina jugó un rol fundacional. Desde el punto de vista técnico, nuestro país generó una sólida posición a través de una apertura hacia el sector privado como nunca existió en la historia de las negociaciones internacionales. Pero además, en lo estratégico, logramos conformar una red de alianzas que nos permitió adquirir un poder de negociación capaz de balancear el peso relativo de los grandes.
Este ejercicio comenzó el 4 de mayo cuando, el vicecanciller del Brasil, Samuel Pinheiro Guimaraes, y quien esto escribe, convocamos a nuestros embajadores ante la OMC para que, junto a los equipos técnicos de Buenos Aires y Brasilia, trabajaran en la búsqueda de posiciones comunes en todos los temas de la negociación, en particular, la agricultura. A tal punto resultó productivo el intercambio que, cuando los EEUU y la UE presentaron el 13 de agosto el documento agrícola que elaboraron en forma conjunta, nuestros equipos ya tenían un acuerdo básico respecto de cómo enfrentar las distorsiones en los tres pilares de la negociación: subvenciones a las exportaciones, subsidios a la producción y aranceles. Fue entonces cuando surgió la necesidad de contar con una masa crítica de países que nos permitiera discutir de igual a igual el futuro del comercio mundial.
Lamentablemente la Conferencia de Cancún, cuyo objetivo central era destrabar aquellas cuestiones sobre las cuales no se habían generado avances significativos tras dos años de negociaciones, fracasó. Los 148 miembros de la OMC fallaron en su intento de hallar consensos respecto de los temas centrales: la agricultura y los llamados "temas de Singapur", entre los que se incluyen, facilitación del comercio, transparencia en las compras gubernamentales, inversiones y competencia.
No obstante, el saldo para la Argentina es positivo. En primer lugar, fuimos protagonistas del nacimiento de una nueva fuerza en la mesa de negociaciones agrícolas, conformada por un grupo de 22 países que representan, en número de habitantes, a más de la mitad de la humanidad, y que permitirá fortalecer la capacidad negociadora de nuestro país. Pese a los intentos por fracturarlo, el G-22 se mostró cohesionado y firme en la defensa de sus intereses. En tal sentido, el grupo no solo pasó la prueba de Cancún sino que salió fortalecido.
Otro elemento destacable es el lugar que nuestro país se ha ganado, tanto en la "mesa chica" del G-21 -integrada por Argentina, Brasil, China, India y Sudáfrica- como en el "green room" de la OMC. La Argentina contribuyó en todo momento a la negociación presentando iniciativas, consolidando de este modo su liderazgo en las ideas, evitando la confrontación y alentando el diálogo constructivo, por lo que fue invitada a los diversos grupos informales y oficiosos de negociación donde pudo velar por sus intereses.
En síntesis, se arribó a un "no acuerdo" en vez de a un "mal acuerdo", en correspondencia con una de las ideas básicas con que la Argentina desembarcó en Cancún: no llegar a cualquier acuerdo sino a un buen acuerdo, es decir, aquél que contribuya a conformar un sistema de comercio internacional más justo y equitativo, que genere un impacto altamente significativo sobre el crecimiento y el nivel de vida de los países en desarrollo, y contribuya a la defensa de nuestras necesidades e intereses comerciales.
En tal sentido la Argentina, al igual que el G-22, salió fortalecida de Cancún, en la medida en que pudo mantener sus posiciones mediante la conformación de alianzas con otros países, cuyos intereses no son plenamente coincidentes con los nuestros en todas las cuestiones que involucra la negociación, pero que han sido capaces de acordar una plataforma desde la cual defender las necesidades de las naciones emergentes. De aquí en más, estamos decididos a seguir sosteniendo y fortaleciendo nuestras alianzas con el G-22, instando a los países industrializados a reflexionar y a comprender que, si ésta es realmente una Ronda para el Desarrollo, entonces la negociación agrícola debe ocupar el primer lugar en la agenda de las negociaciones comerciales.
«Esta no es, sin embargo, la enseñanza que nos deja la Conferencia Ministerial de Cancún. La verdadera enseñanza es que la política de inserción comercial argentina, que busca aumentar nuestras ventas a través de negociaciones simultáneas, debe es la correcta. Se ha suspendido un escenario pero quedan muchos otros donde nuestro país puede continuar aplicando su estrategia multipolar de apertura y desarrollo de mercados. El récord exportador previsto para 2003 -de aproximadamente 30.000 millones de dólares- confirma que nos encontramos en el camino acertado. La ampliación de las negociaciones iniciadas en varios escenarios que se retroalimentan entre sí -Mercosur-Perú, Mercosur-CAN, Mercosur-Unión Europea, ALCA, Chile, México, India, Sudáfrica y China- y que han mostrado ya resultados concretos en términos de incremento de las exportaciones -17 % durante los primeros siete meses del año- debe intensificarse, a fin de contribuir a la consolidación de un modelo de crecimiento que redunde en mayor bienestar económico e igualdad de acceso a las oportunidades para todos los ciudadanos de nuestro país.
Fuente Diario Clarín