Como todos los sectores económicos, la vitivinicultura se vio afectada por la devaluación de la moneda y la inestabilidad institucional del país. En 2002 las exportaciones de vino se redujeron un 15 por ciento y, para algunas bodegas, hasta fue difícil mantener la relación con sus proveedores de barricas, corchos y etiquetas. pesar de ello, este año los negocios empezaron a normalizarse gracias a la paulatina recuperación de la confianza en la Argentina, al punto de que el sector prevé superar el nivel de exportaciones de 2001.
Según Víctor Marcantoni, enólogo de las bodegas Etchart, "la Argentina está recuperando el terreno perdido el año pasado. El ritmo de las exportaciones se reanuda, y se prevé un aumento de las ventas de vino embotellado, que oscilará entre un 20 y un 30 por ciento anual".
Los bodegueros afirman que sólo mediante el desarrollo de la marca país podrán elevar su participación en el mercado mundial de vinos, que hoy asciende al 1,3 por ciento.
"Hay que promocionar a la Argentina como productora de vinos de calidad", señala Susana Balbo, enóloga y propietaria de la bodega boutique Dominios del Plata. Ella reconoce que para hacerse un lugar entre los competidores del Nuevo Mundo "la calidad que se ofrezca debe ser más alta que el precio, lo que no significa mayor inversión, sino detalles en el manejo de los viñedos o en la bodega".
Frente a las denominaciones de origen francesas y las campañas de publicidad de países como Portugal y Australia en revistas especializadas, Balbo asegura que la prioridad es difundir la singularidad de las condiciones agroecológicas de la Argentina, y de Mendoza en particular, para la producción de vinos. Pero, además, sugiere mostrar el seguimiento artesanal de los vinos desde el manejo en el campo hasta la botella.
Naturalmente orgánicos
En este sentido, afirma que el turismo enológico es una herramienta eficaz para dinamizar los negocios a partir del contacto directo con el paisaje productivo y la historia del emprendimiento rural. "La imagen de país es clave para fidelizar a los consumidores de vino", señala Bodegas de Argentina, en su Plan Estratégico a 2020.
"Hoy podemos decir que nuestros vinos son naturalmente orgánicos. Los compradores observan que aquí hay todavía tierras vírgenes, mientras que en Europa la mayoría de los viñedos reciben intensos tratamientos químicos para mantener la fertilidad de los suelos", describe Walter Brescia, enólogo y propietario de Viniterra.
"Nos hemos tratado de identificar con países que no tienen nuestras condiciones productivas pero que han sido exitosos en el mercado. Hemos buscado vinos más ásperos y estructurados, cuando nuestras condiciones climáticas nos permiten obtener vinos más dulces y redondos", considera Brescia. Por eso admite que hoy se trabaja en los viñedos para conseguir "vinos seductores, muy armónicos, de buen cuerpo y color".
Esto coincide con una realidad del mercado: mientras disminuye la expansión comercial de los países productores tradicionales de vino, los países del Nuevo Mundo mantienen alta competitividad en un escenario de sobreoferta.
En este contexto, las empresas que integran Bodegas de Argentina apuntan a posicionar sus mejores vinos varietales en el hemisferio norte, a fortalecer su inserción en el mercado latinoamericano y a reimpulsar el mercado local de vinos básicos.
Consolidación
Las bodegas argentinas transitan una etapa de consolidación, pues durante los noventa invirtieron cerca de 1300 millones de dólares en la incorporación de tecnología y, si bien el 90% de lo producido se destina al mercado interno, se registra un mayor esfuerzo para crecer en la exportación de vinos en la franja premium y superpremium (altísima calidad).
"La industria vitivinícola ha revertido su imagen y es considerada como una de las más serias de la Argentina. Esto ha sido posible por la radicación de inversiones del extranjero y la apertura de los empresarios locales al exterior", evalúa Balbo.
El técnico de Etchart reconoce un alza en las ventas de vino a granel respecto del año anterior, "lo que permite generar una suerte de financiamiento para una parte del sector, y por otro lado, eliminar o reducir los stocks que pueden pesar negativamente sobre los precios".
Bodegas de Argentina se propone como objetivo de largo plazo "que la industria vitivinícola se posicione entre las más destacadas del mundo, alcance ventas por unos 2000 millones de dólares y participe con un 10 por ciento del volumen de las exportaciones mundiales".
Claro que para concretar este sueño esperan estabilidad en la política económica y buen acceso al financiamiento, condiciones que están consideradas como las cartas de navegación para un largo viaje.
Por Analía H. Testa
Fuente Diario La Nación