La exportación de frutas es uno de los sectores con mayores posibilidades de desarrollo para la Argentina. Si bien la salida del esquema de convertibilidad se tradujo en una mejor base de exportación para tales productos, los mismos requieren una adecuada y profesional organización para su acceso al mercado externo, donde los aspectos logísticos juegan un destacado rol. En tal sentido, productos perecederos como las frutas necesitan el mantenimiento permanente de la "cadena de frío". Desde el momento de la cosecha de frutas, se debe preservar esa continuidad del frío en los lugares del primer acopio, que deberán contar con la temperatura adecuada, y lo mismo debe suceder con el transporte en camión o en tren hacia los puertos o aeropuertos.
Buenos caminos
El mal estado de las caminos, principalmente los secundarios y terciarios, perjudica el objetivo buscado por las demoras que ocasionan. Asimismo, los trenes, salvo pocas excepciones, no disponen de la tecnología de frío adecuada.
En el primer caso, el Estado argentino deberá encarar un programa para mejorar los caminos secundarios y terciarios, antes que aumentar las rutas primarias, que precisan mantenimiento y pavimento en los tramos estratégicos faltantes.
En el segundo caso, el trabajo entre las empresas privadas y el sector estatal permitiría que los trenes aumenten su capacidad para incorporar nuevas técnicas de frío y volúmenes de frutas interesantes para las empresas ferroviarias.
Si se opta por el modo marítimo para el transporte internacional, los contenedores refrigerados (reefers) ofrecen una alternativa útil para mantener la cadena de frío, y pueden utilizarse como depósito de las mercaderías en los puertos, ya que funcionan eléctricamente.
Recientemente llegaron a Buenos Aires los contenedores "de atmósfera controlada" que, mediante un sistema de regulación de gases, demoran el proceso de maduración de las frutas, creando un "clima" especial a tal efecto y resguardan la calidad, algo que a veces se desmerece con el suministro de frío.
El modo aéreo es especialmente ventajoso para las frutas; ciertos aviones disponen de bodegas especializadas y también se ofrecen contenedores aéreos refrigerados. Este modo se destaca por su rapidez, puntualidad, el escaso daño a las mercaderías y los menores costos de embalaje y seguro respecto del modo marítimo.
Asimismo, el transporte aéreo permite exportar en contraestación hacia los mercados de Estados Unidos y de la Unión Europea, anticipándose con primicias a la oferta interna en tales mercados. Estas ventajas permitirían compensar el mayor costo de la tarifa aérea sobre el flete marítimo correspondiente.
Un aspecto muy importante en la exportación de frutas es el cumplimiento de las normas técnicas de los países importadores, especialmente las de seguridad alimentaria.
En tal sentido, se debe cumplir obligatoriamente con las normas de Análisis de Riesgo en los Puntos Críticos (Haccp, por sus siglas en inglés). Además, las frutas exportadas deben ajustarse básicamente a lo estipulado en el Codex Alimentarius (OMC/OMS) e incluso tener en cuenta las normas internas de los países desarrollados, como las del Departamento de Agricultura norteamericano (USDA), las normas comunitarias de la Unión Europea y las Normas JAS (Japan Agricultural Standards) japonesas.
El embalaje de frutas debe ser cuidadosamente preparado para proteger el envase y su contenido. La madera, muy usada como embalaje, requiere en diversos países un certificado de desinfección para su uso.
Optimas condiciones
Otros aspectos por considerar son la cobertura del envío mediante un seguro específico de carga (porque se trata de uno perecedero) y los canales de distribución y comercialización que se elegirán en el mercado de compra. Anticipar este aspecto permitirá efectuar las entregas del producto en óptimas condiciones.
Si se exportan frutas envasadas, la elección del tipo de envase es fundamental, porque éste es un instrumento de venta y habrá que optar por vidrio o pet, con colores adaptados a las preferencias de los consumidores, tamaños pequeños o medianos y mucha información en la etiqueta.
Las provincias argentinas pueden proveer diversas frutas al mercado internacional: Río Negro, manzanas y peras; Santa Fe, en especial Coronda, excelentes frutillas; Entre Ríos y Corrientes, cítricos; Tucumán, limones (recientemente se abrió el mercado japonés para este fruto); Mendoza y San Juan, uvas; Chubut y Río Negro, frutas exóticas (cerezas, frambuesas, guindas y arándanos, muy solicitados por clases medias y altas en los países desarrollados), y Buenos Aires, duraznos, naranjas, pomelos y damascos.
Por último, se debe prever la continuidad y el eventual incremento de volúmenes, elaborando programas a largo plazo para cumplir con las exigencias actuales de los grandes mercados.
Por Roberto Bloch
El autor es profesor de posgrado en Comercio Exterior en la Universidad de Buenos Aires. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Fuente Diario La Nación