Una política de desarrollo está necesariamente acompañada de cambios en la estructura productiva: en la composición del PBI y del empleo y en la manera en que se participa en la especialización internacional. El énfasis en la productividad es el elemento que acelera la transferencia de mano de obra de sectores menos a más productivos, produciendo un aumento del ingreso personal. Por eso la clave es la capacidad de la economía de generar nuevas actividades productivas dinámicas. El tema central es la capacidad de promover el cambio tecnológico de manera amplia, o sea, en los modelos de gestión, de procesos y de productos, así como la capacidad de ampliar los espacios comerciales mediante las negociaciones internacionales.
Transformar la estructura productiva y promover altas tasas de inversión son caras de la misma moneda; lograr una economía dinámica está asociado a desarrollar estructuras exportadoras con contenidos tecnológicos y valor agregado cada vez mayores.
Hay que evitar la confusión de creer que un modelo de desarrollo basado en el ensamble de productos importados de alta o media tecnología, aunque con mano de obra nacional, es un modelo dinámico, a lo sumo es una especie de exportación de servicios.
La clave del crecimiento dinámico es la promoción del desarrollo exportador con encadenamientos productivos y en particular con la acumulación de capacidades tecnológicas.
José Antonio Ocampo señala que países con "sectores primario-exportadores pueden transformarse en canales de desarrollo tecnológico". Para lo cual desarrollar un buen sistema de ciencia y técnica que soporte el desarrollo de esos recursos y utilizar su explotación como palanca para la diversificación a través de encadenamientos aguas arriba y abajo es una palanca para la diversificación productiva.
El foco de atención de una política de desarrollo productivo debe ser la estructura exportadora. Es obvio el papel positivo que juega el sector exportador en el desarrollo del mercado interno al dinamizarlo tanto por el aprovechamiento de la liquidez internacional como por la nueva productividad que promueve. La exportación funciona como una actividad innovadora que genera externalidades y mejoras en el ingreso.
La política económica debe reconocer en su diseño que es presencia de economías de escala, donde el rol del aprendizaje debe ser subrayado, las ventajas competitivas son en gran medida creadas. Esto implica que no hay que resignarse a una adaptación pasiva al contexto internacional y a políticas puramente defensivas. La política económica debe reconocer que una variable crítica para el comercio internacional es el tipo de cambio que tiene implicancias productivas, pero también es necesaria una política de desarrollo productivo armonizada con la comercial.
En 2012 habrá un stress test de la política exportadora y de desarrollo. Hay un entorno internacional que está cambiando y al cual será necesario adaptarse de manera inteligente.
Por otra parte, además del Plan Estratégico Argentina 2016, estarán en marcha el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial, Participativo y Federal PEA2 y el Plan Estratégico Industrial, ambos con horizonte a 2020. Por el momento estos planes no están coordinados, hay superposiciones. Esa fragmentación generará ineficiencia e ineficacias. Aquí hay una tarea pendiente. Las preguntas que se plantean son:
1) ¿Estos planes resultarán exitosos dadas las premisas en que se basan?
2) ¿Son realistas las premisas? ¿Hay capacidad institucional para actuar?
3) Asumiendo que las premisas son realistas y que hay capacidad de implementación, ¿producirán un desarrollo dinámico haciendo foco en la estructura exportadora?
Lo cierto es que si las respuestas no son adecuadas nos encontraríamos frente a un límite.
Por Enrique Mantilla, Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina. Suplemento Comercio Exterior - Diario La Nación