De a poco los empresarios argentinos están descubriendo a la incipiente clase media china. Hoy los chinos que lograron salir de la pobreza e incorporaron hábitos de consumo más occidentales llegaron a los 150 millones -y superaron a la clase media de los Estados Unidos-, y para 2020 se proyecta que alcancen los 500 millones de personas. Detrás de esta explosión de la clase media en el país más poblado del mundo, se encuentra un masivo proceso de urbanización -hoy el 60 por ciento de la población vive en las ciudades- y una apreciación de los salarios en dólares de los trabajadores, que sólo en el último año acumularon una suba del 22% en la divisa norteamericana, según un estudio de la consultora Ecolatina.
China ya se convirtió en un socio clave para la Argentina y en 2010 el intercambio comercial entre los dos países alcanzó a casi US$ 14.000 millones. Sin embargo, el gran desafío pasa por diversificar y añadir mayor valor agregado a las exportaciones locales -que hoy están concentradas en aceites y en pellets de soja-, apuntando a los consumidores chinos de la nueva clase media.
"Lo primero que hay que entender para hacer negocios con China es que no hay que considerar al país comercialmente como una unidad. Hay diferencias entre los centros empresarios internacionales como Shanghai, los que tiene una mayoría de empresarios chinos como Guandong y las ciudades con funcionarios con un alto poder adquisitivo como Pekín", explicó Marcelo Elizondo, director de Desarrollo de Negocios Internacional (DNI), una consultora especializada en comercio exterior que tiene elaborada su lista de mandamientos sobre cómo hacer negocios con China.
Los nuevos consumidores chinos buscan cada vez más productos sofisticados, y uno de los rubros que ofrece mayor potencial es el de los vinos.
China hoy ocupa el puesto 12° en el ranking de destinos de las exportaciones de vinos argentinos y, de esta manera, ganó dos lugares en relación con el período anterior. Además, se trata del país con mayor tasa de crecimiento en dólares, con un incremento interanual del 41,3 por ciento, de acuerdo con un informe de Caucasia Wine Thinking, una empresa mendocina dedicada al análisis del sector.
"En nuestro caso, apuntamos a un público chino que está cada vez más occidentalizado y no hay que perder de vista que sólo en los últimos dos años en Pekín y en Shanghai se abrieron más de 83.000 restaurantes de comida occidental", explicó Susana Balbo, fundadora de Dominio del Plata, una de las bodegas argentinas que se muestran más activas en el mercado chino.
Los cambios que vive la sociedad china, incluso, se traducen en oportunidades en rubros que, a priori, parecían inabordables para un fabricante argentino, como el del calzado. Hace menos de un mes, la Cámara de la Industria del Calzado (CIC) firmó un acuerdo de cooperación para afianzar el ingreso de calzado argentino en China, y anunció la apertura de oficinas de representación y showrooms en forma permanente en las ciudades de Pekín y Shanghai.
"Hace unos meses comenzamos a exportar zapatillas a China, desarrollando series cortas que sirven para complementar una colección y que por una cuestión de escala para una fábrica china no les resultan rentables", precisó Billy Gotelli, socio de GGM, la fabricante de calzado argentina que tiene la licencia para el mercado local de Pony, una marca nacida en los Estados Unidos pero que hoy pertenece a un fondo de inversiones de capitales chinos.
Adaptación
Los empresarios locales igualmente advierten que cualquier intento de incursión en el mercado chino implica un grado de adaptación importante, aun cuando se apunte a un público de clase media y con gustos cada vez más occidentales.
"En las grandes ciudades chinas, en el último tiempo, se multiplicó la presencia de cadenas occidentales, aunque la oferta está muy concentrada en pizzas y hamburguesas, que son dos productos que son reconocidos por el público local", explicó Mariano Castagnaro, gerente general y socio de la cadena argentina El Noble, que en enero inauguró su primer local en la ciudad de Shanghai, y hace unas semanas tuvo que encarar una reorganización de su negocio, que incluyó la mudanza de esa sucursal.
"A diferencia de los productos que se venden solos, en el caso de las empanadas, hay que hacer un esfuerzo más grande en marketing y publicidad para hacer conocer el producto, y además tuvimos que adaptar la propuesta con empanadas más picantes", señaló el empresario argentino. Por Alfredo Sainz. Diario La Nación.