Expertos japoneses jubilados asisten en forma gratuita a universidades, municipios, ONG y Pyme nacionales para promover las exportaciones.
La tradición de las artes marciales japonesas designa con el título simbólico de sempai al alumno con mayor experiencia, que suele ser responsable de un kohai, que es como su hermano menor, al que le transmite todos sus conocimientos. Esta imagen explica una relación poco conocida que existe hoy entre Japón y la Argentina, basada en la asistencia y cooperación técnica en un abanico muy amplio de áreas, que se instrumenta mediante la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA, por sus siglas en inglés).
JICA tiene un programa mediante el cual envía a expertos para asesorar a las instituciones que así lo requieran, y financia todos sus gastos, para que transfieran sus conocimientos y know how. En nuestro país hay 22 especialistas japoneses trabajando en áreas como marketing alimentario, tecnología de gerenciamiento, desarrollo de calidad de software, capacitación en comercio exterior, desarrollo de nuevos mercados, financiamiento de proyectos y desarrollo turístico, entre otros. Cualquier institución, desde municipalidades hasta organizaciones no gubernamentales (ONG), fundaciones y universidades, pueden solicitar un experto a medida.
- Más que conocimiento
Detrás de cada sugerencia y consejo está su concepción del mundo, su historia personal y un bagaje sobre la cultura oriental de hacer negocios, vital para poder exportar a Asia. Aquí les contamos algunas experiencias de estos expertos.
Takeo Shinde es un especialista en finanzas, y durante su estancia en la Fundación Okita, buscará qué tipo de financiamiento puede conseguirse para los distintos proyectos de la entidad.
Takeo nació en Nagahama, una ciudad de la prefectura de Shiga, cuna del lago más imponente de Japón, el Biwa. A los 62 años, y luego de jubilarse en febrero, desembarcó en la Argentina, donde espera quedarse hasta 2005.
Durante 30 años trabajó para el Banco de Tokio, y la mitad de ese tiempo la pasó en América latina, entre México, Perú, Ecuador y, por supuesto, en el edificio de Corrientes y Reconquista, de esta capital, en la sede que la entidad bancaria tiene en Buenos Aires, donde estuvo seis años. Si bien destaca su trayectoria en el prestigioso banco japonés, las mieles de las finanzas las probó en Washington, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde fue responsable durante ocho años del fondo fiduciario donado por el gobierno japonés: su puño firmó el destino de unos 300 millones de dólares que Japón aportó entre 1988 y 2002.
Si Takeo tuviera que elegir proyectos a los que daría luz verde, esos serían los de los sectores alimentario ("por el inmenso potencial argentino"), minería y recursos de mar ("donde Japón tiene mucho interés"), entre otros.
"La gente tiene aquí una excelente preparación. Me gusta la idiosincrasia del argentino, aunque no funcione muy bien cuando se trata de los negocios", dice, riéndose, pero inmediatamente se disculpa con delicadeza. "Lo que pasa es que la Argentina nunca sufrió seriamente. Nosotros sufrimos muchísimo con la guerra y vivimos siempre en extrema pobreza. Para que no le pase como a Japón, hay que tomar medidas y pensar a largo plazo", explicó.
"Si la Argentina pretende meterse en el mercado internacional tiene que empezar por conocerlo. Tiene que saber que le va a costar, hay que adaptarse a las necesidades de ellos, sortear la competencia, lidiar con otra raza, otra mentalidad y otra forma de pelear en los negocios. Es cierto, el mercado interno argentino es muy grande, y por eso durante mucho tiempo se conformaron con él, y por eso mismo nunca se expusieron a la competencia en el exterior. Y cuando lo hicieron, ante las primeras dificultades, dijeron que les costaba demasiado, y adiós, cuando lo que hay que hacer es aguantar", sostuvo, no en tono de reprimenda, sino como fruto de tantos años de experiencia, esa que no se jubila.
"¿Vio usted que las Naciones Unidas tienen programas sobre patrimonios de la humanidad? Bueno, la Argentina en sí es un patrimonio de la humanidad, hay que conservarla porque no hay otra en el mundo. Me da lástima que por la crisis se vayan perdiendo estos valores. Envidio muchísimo el sentimiento humano de los argentinos... No existe eso ni en Japón ni en Estados Unidos", añadió el ex ejecutivo bancario.
- Un embajador en La Plata
Akira Sugino nació en la prefectura de Shizuoka, a los pies de la montaña sagrada de Japón, el monte Fuji, hace 69 años. Especialista en filología de la Universidad de Tokio y con estudios en Historia de la Universidad de Cambridge, Akira dedicó 38 años al servicio diplomático de su país, en misiones como embajador en el Reino Unido, India y Paquistán. "Me retiré de forma prematura en 1997, cuando era embajador en Chile, debido a una enfermedad, cáncer. Luego de una operación, decidí dedicar mis "últimos" pocos años a la enseñanaza", contó Akira.
Esta pasión lo llevó a aceptar un lugar en el Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, donde se quedará dos años para profundizar los estudios sobre historia y cultura japonesa. "Mientras estaba en Chile me di cuenta de que prácticamente no había en América del Sur ningún estudio serio sobre Japón, todo lo contrario de lo que sucedía en mi país, donde el conocimiento sobre América latina es muy profundo. Esto tiene que rectificarse", explicó Akira, al narrar cuál será su misión: acercar Japón a la Argentina.
"En el pasado, los recursos naturales argentinos atrajeron a gente de todos los rincones del mundo, que vinieron a forjar su futuro en este país y construir una gran nación. Pero ahora... ¡Ah! La gente parece interesarse únicamente en hacer dinero rápido en lugar de "hacer" la Nación...", destacó.
- En el barrio cervecero
Dos municipalidades, la de Quilmes y Rafaela (Santa Fe) se inscribieron en el programa de JICA. La primera pidió a un especialista en marketing público para que asista en turismo, comercio exterior y atracción de inversiones. Rafaela tiene dos expertos que asesoran en comercio exterior y en marketing de productos metalmecánicos.
Hideyuki Yoshizumi es un economista de 63 años. Nació en Nishinomiya, en la prefectura de Hyogo, donde se erige el castillo Himeji, patrimonio cultural de la humanidad. Más de la mitad de su vida la dedicó a una trading company (comercializadora) japonesa, a quien representó en Nigeria, Sudáfrica y Arabia Saudita, entre otros países.
Hideyuki se interesó inmediatamente cuando vio un aviso en el que se solicitaba un experto en marketing público. Quiso poner toda su experiencia al servicio de las empresas de una localidad lejana y ajena, en la Dirección de Comercio Exterior de la Municipalidad de Quilmes.
El especialista contó que su mayor desafío es "ayudar a promover las exportaciones" de Quilmes, ahora que "la situación es muy difícil para las inversiones. Hay que explicar cuáles son los estándares de calidad de todo el mundo, porque aquí la mayor experiencia exportadora es de commodities, al Mercosur", sostuvo.
Con una tranquilidad oriental, deslizó que el posicionamiento internacional de la Argentina "no se logrará en dos años... Tal vez en 10", concepto que podría encrespar a más de un productor y exportador argentino, pero para eso vino al país, para concientizar sobre el largoplacismo.
"La Argentina está en crisis, sí. Pero debe olvidarse del pasado. Los cambios son muy rápidos. Y la gente debe percibir esos cambios. Por eso hay que estudiar constantemente al mundo", sentenció el hombre de negocios.
Al igual que sus colegas, Hideyuki también propone como modelo de estudio exportar a Japón. Sucede que es un mercado tan exigente que, trabajar pensando en él es casi una garantía de entrada a cualquier otro.
"La competencia es muy complicada. Son muchas las exigencias y también las restricciones. Pero también son muchos los que quieren vender a Japón", explicó Hideyuki.
-¿Cómo explica el desarrollo de Japón y que puede aprender de ello la Argentina?
-Teníamos mucho hambre. Y fuimos muy diligentes para trabajar.
Por Emiliano Galli
Fuente Diario La Nación