Algunos signos de reactivación empiezan a sacudir el desánimo del sector agroexportador argentino. Mientras el precio de la soja mantiene una estable recuperación, la exportación de biodiesel arrojó un volumen récord en el mes de julio. Las ventas externas del derivado de aceite de soja que sirve para cortar el gasoil alcanzaron las 170.488 toneladas, con un crecimiento del 50% con respecto a junio, y muy por encima del promedio de las exportaciones del primer semestre. El director ejecutivo de la Asociación de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina, explicó que la industria del biodiesel trabajó muy bien el mes pasado “por la reactivación de la demanda europea, empujada por la suba del consumo de los combustibles en general”.
Las exportaciones tuvieron un valor de entre u$s 760 y u$s 830 por tonelada. El precio, aún lejano de los u$s 1.300 de su pico de septiembre de 2008, “les permite a las plantas dejar de operar con márgenes que hasta hace dos meses eran negativos”, explicó Molina.
Las principales empresas del sector son la nacional Raiser, en Timbúes; Renova, localizada en San Lorenzo y propiedad de Glencore y la aceitera Vicentín; Ecofuel, ubicada en Puerto San Martín y controlada por Aceitera General Deheza y Bunge; Louis Dreyfus, en General Lagos; Patagonia Bioenergía, en San Lorenzo y controlada por Energía & Soluciones y Cazenave y Explora, ubicada en San Martín y controlada por el grupo inversor chileno Meck.
En 2007 se efectivizaron las primeras exportaciones de esta incipiente industria desde la Argentina y en 2008, el mercado fue creciendo al ritmo del boom de precios y de la puesta en marcha del sistema de corte obligatorio de naftas con sus pares ecológicos en algunos países europeos, como Alemania e Inglaterra.
Desde octubre del año pasado, la crisis internacional recortó la demanda de biodiesel, y la falta de competitividad del precio con respecto al petróleo se sumó para lograr la desaceleración de las inversiones en un sector que había prometido ser sólo una espiral ascendente.
Al cabo de nueve meses de meseta, Molina reconoce que todas las plantas que se proyectaba construir “están hoy paradas. Se ha demorado todo el proceso de inversión”.
Aún así, la Argentina podrá contar, según estima Molina, con el biodiesel necesario para lanzar su propio programa de sustitución de combustibles fósiles, que arranca con un corte obligatorio del 5%. Para eso, el país necesitará entre 700.000 y 800.000 toneladas de biodiesel.
Hoy, la capacidad instalada de las firmas exportadoras alcanza los 2 millones de toneladas anuales y, según Molina, cuando el Gobierno establezca el precio de venta del producto, será negocio para ellas direccionar su producción al mercado interno. Fuente El Cronista