La industria argentina del software se caracteriza por estar compuesta básicamente por pequeñas y medianas empresas (PyMEs), tal como sucede con el grueso de la economía del país. Pero luego de cinco años consecutivos de crecimiento por encima del 20% es preciso que el sector comience a corregir algunas de sus faltas más serias para consolidarse como industria y alcanzar la internacionalización que sus dirigentes pretenden. La falta de recursos humanos calificados pareciera ser la principal problemática de las pyme tecnológicas argentinas, condición a superar de manera obligatoria para lograr otros objetivos que también son advertidos como carencias, como es la productividad y la integración a la cadena de valor internacional.
Es la mirada que sobre el sector informático tienen las organizaciones que siguen de cerca a esta actividad económica. Para los expertos, la capacitación constante de los trabajadores del sector es la condición sine qua non para que la Argentina tome un lugar de preponderancia en el mapa mundial de los países líderes en nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs).
“La falta de recursos humanos calificados es muy importante. Si bien el crecimiento del empleo fue superior al 20% por año durante los años 2000, entre 2006 y 2007 hubo desaceleración y esa evolución fue de 15%. Esto se vincula con el estancamiento de la oferta y los incrementos salariales producto de la falta de recursos humanos que obliga a que el sueldo sea una variable fundamental para contar con los técnicos necesarios en una pyme de este sector", dijo a IT Business, Ignacio Bruera, gerente de investigación de la Fundación Observatorio Pyme, la entidad que estudia la evolución de las pequeñas empresas en el país y que está integrada por la Universitá di Bologna, Techint y la Unión Industrial Argentina.
Los trabajadores en primer plano
El entrenamiento de los recursos humanos del sector del software es un tema que se viene abordando desde hace años en el sector y que tuvo su primer espaldarazo de peso a finales de 2005 cuando se puso en marcha un programa de becas orientado a jóvenes que querían incorporarse a este mercado. Fue un trabajo conjunto del Gobierno a través del ministerio de Trabajo y del sector privado, de la mano de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI), y que involucró a las filiales locales de Microsoft, SUN y Oracle. El proyecto fue exitoso. En poco tiempo se cubrieron los cupos disponibles. Así, más tarde, se crearon programas idénticos en el concepto: entrenar a jóvenes para insertarlos en la industria e ir satisfaciendo la demanda laboral, y surgieron InverTI en vos, EnterTech y hace unos meses, Control F, el más importante de todos por la cantidad de cupos a abrir -12.000 cuando se completen las distintas etapas- y porque además de las empresas que apoyaron la movida inicial se sumaron IBM y Cisco.
Estos emprendimientos han sido un reflejo fiel de la necesidad de la industria: más recursos humanos calificados porque, a contramano de la demanda y tal como sucede en el mundo, en el país no crece el interés por las carreras técnicas aún cuando garantizarían una salida laboral rápida y bien remunerada.
“Lo que falta son recursos humanos. Pero no sólo a nivel de grado universitario sino también medio. Las políticas públicas que vimos hasta ahora apuntan a la formación de grado y las becas que el Gobierno ha estado impulsando para el segmento técnico van a carreras que no son las de informática. En el tope de esas becas se ubican las ingenierías agronómicas, las de alimentos, las industriales”, afirmó Alejandro Artopoulos, profesor e investigador de la Universidad de San Andrés y uno de los redactores del Libro Blanco de Prospectiva de Tecnología Informática, un texto que reunió la opinión del grueso de la comunidad de TI y que se espera sea presentado públicamente entre marzo o abril por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación a cargo de Lino Barañao.
Para Alicia Bañuelos, rectora de la Universidad de La Punta, en San Luis, uno de los principales problemas de las pyme informáticas son “la falta de certificación de calidad. Es un requisito esencial para trabajar con las grandes empresas o las compañías que actúan en el exterior. Y es algo que en el caso particular de nuestra Universidad lo tenemos planificado para este año, es decir, ayudaremos a las pyme tecnológicas a que puedan certificar”.
La funcionaria indicó que no hay que ver a este tema como un gasto sino como una inversión. “La certificación es necesaria para encarar grandes proyectos y es también una forma de crecer organizadamente. Cuando uno viaja y habla con los ejecutivos de las corporaciones la exigencia pasa por tener estándares de calidad. Y cuando una empresa logra certificar encuentra la manera de concretar negocios más importantes”, aseveró la académica quien también es Ministra del Progreso de San Luis.
La paradoja de la productividad
Siempre se escucha que la incorporación de tecnología en las empresas ayuda a incrementar su productividad. Pero, como una paradoja, la falta de recursos humanos calificados se traduce en una menor productividad, otra gran carencia del sector del software.
“El gran desafío tiene que ver con la capacitación de nuevos técnicos, necesaria para ampliar la capacidad de producción. Porque el tema está directamente relacionado con la productividad. Por caso, en Dublin, Irlanda, donde hace más de 20 años rige una política de software, existe la misma cantidad de empleados informáticos ocupados que en la Argentina, es decir, algo más de 50.000. Pero, en ese país se factura cuatro veces más que en la Argentina porque el tamaño de las empresas es mucho más importante, y por la inversión extranjera directa. Y a medida que las empresas se hacen más grandes también son más productivas”, subrayó Bruera.
El año pasado, el sector del software movió algo más de $7.000 millones y exportó por unos $1.300 millones, de acuerdo a informes de la CESSI. Si se traduce en dólares, fueron algo más de u$s2.000 millones. En Irlanda, el negocio del software mueve más de u$s14.000 millones anuales, de los cuales el 70% se destina a la exportación, según datos de la Organización para el Comercio y el Desarrollo de Naciones Unidas (OCDE). A este nivel se llegó luego de materializar una política de Estado que fue avalada por los distintos gobiernos que tuvo ese país sin importar el color político. El resultado fue la consolidación de una industria que hoy es un ejemplo en Europa y que es el modelo a seguir por los países emergentes que pretenden ir en esa dirección, como la Argentina.
Para Artopoulos, “la política falla porque no hay un buen márketing detrás de ella, y las soluciones están lejos porque nos gustaría ser como Irlanda pero hay muchos problemas que nosotros aún no los tenemos resueltos. No se trata sólo de un tema educativo o económico sino también social porque con las becas se busca también que chicos de bajos recursos se preparen para comenzar a cobrar sueldos superiores a los $2.000”.
Dinero e integración
En el plano internacional, el investigador de la Universidad de San Andrés, sostuvo que otra de las faltas que muestra el sector informático local es el roce internacional. “Los empresarios pyme no van más allá de Miami y Madrid, no se imaginan negocios más allá de esas ciudades. Y si uno mira el caso de las exportaciones informáticas de Uruguay se ve que es posible hacer grandes cosas en cualquier lugar del mundo, sin que el idioma sea lo más importante”, expresó.
Otra falencia del sector pasa por la falta de financiamiento. Bruera advirtió que, pese a la dispersión geográfica que muestra la industria, el 70% de las empresas se concentra en Buenos Aires donde el mayor porcentaje son pymes. “Esa falta de tamaño que muestra el Clúster de Buenos Aires influye en la productividad que se alcanza a través de los servicios de valor agregado. Y da la sensación de que lo primero que hay que lograr para dejar de ser un micropyme y pasar a una pyme es obtener apoyo financiero estatal, mientras en paralelo se busque mayor especialización e integración a la cadena de valor internacional”, indicó.
Y aquí aparecieron otras dos carencias de la industria informática nacional: la escasez constante de financiamiento de parte del sector estatal -pues sólo el 8% de los fondos con que se nutre la industria proviene de este segmento, el grueso es dinero propio proveniente del ahorro y el apoyo familiar- y la necesidad de imbrincarse al mercado internacional.
El capital del conocimiento
“La característica común que muestran los clústers tecnológicos internacionales son que hay capital de riesgo, que en la Argentina es muy bajo, y que existe un entramado profesional de empresas, ya sean cámaras o asociaciones que trabajan por que haya mano de obra intensiva, además de un sistema educativo fuerte. En Argentina hay que seguir este modelo. Los únicos casos paradigmáticos a nivel local son los de la Universidad de La Punta, en San Luis, y el del IAE en Pilar. Son proyectos orientados, donde las carreras están muy pensadas y las empresas una gran participación en la currícula. Hay otros casos importantes, como el de la Universidad CAECE, entre otros, pero falta todavía un clima más generalizado que contemple estas variables", apuntó Bruera.
Respecto a la financiación, el tema da para escribir un artículo aparte. Pero el especialista del Observatorio Pyme notó que el principal escollo del sector en este punto tiene que ver con que su capital es el conocimiento, acción que no califica para obtener un crédito. Si bien la imposibilidad de acceder a dinero fresco es común al sector de las pyme en general, en la industria del software se hace más difícil todavía. “No tienen tangibles para presentar porque el conocimiento no tiene el valor que debería, por eso los venture capital (fondos de capital de riesgo) son importantes para cubrir la falencia”, indicó.
La gran ausente: IT para el agro
Desde otro punto de vista, Artopoulos advirtió que "los empresarios no saben recorrer la universidad para descubrir talento y buscar conocimiento. No hay lazos entre académicos y empresarios y debería existir. Hay universidades que sólo enseñan y poco investigan, y las grandes empresas, como Google, surgen de aquellos claustros donde hay investigación. En nuestro caso, hay que salir de las grandes ciudades para encontrar esta profundidad y llegar a La Plata, Bahía Blanca o Tandil. Los últimos estudiantes que ganaron los pasajes al Mundial de Programación salieron de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, de La Plata y de Bahía Blanca".
Para el profesor de la Universidad de San Andrés “aprovechar el conocimiento existente es clave porque está conectada a la situación local”. En ese punto, subrayó que en el Libro Blanco se advierte sobre la existencia de tecnologías aplicadas al agro que no logran destacarse. La razón es simple: el énfasis de la comunidad está puesto en la programación y no en abordar las distintas problemáticas desde lo interdisciplinario.
Por Andrea Catalano. El Cronista